Una persona ondeando la verdiblanca con la insignia de Adelante Andalucía durante un mitin en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA.
Una persona ondeando la verdiblanca con la insignia de Adelante Andalucía durante un mitin en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA.

El Sur es un punto cardinal menor. El Este (Oriente) señala la salida del sol, de ahí viene orientación, estar orientado. El Oeste (Occidente), por su parte, indica el punto en el que se pone el sol en su aparente movimiento. El Norte (Septentrión) es el principal de los puntos cardinales, de hecho, la vía que articulaba los campamentos y las ciudades romanas era el cardo (de ahí cardinal) y se trazaba de norte a sur. Cuando se pierde el norte, se está desubicado sin remedio.

Así tenemos que el Sur es lugar del sol al mediodía, también conocido como Austral. Y gráficamente se representa en la parte inferior de los mapas. En las tierras meridionales, las sombras aparecen siempre en el eje norte-sur.

De eso va este artículo: de las sombras del eje norte-sur. Mucho se ha escrito del conflicto en el seno de Adelante Andalucía y mucho se ha intentado que quede circunscrito a la ruptura de una coalición andaluza en la que aparecen todos los componentes de la condición humana en su relación con el poder y sus signos: la traición, el dinero, el estatus, la propiedad del proyecto, el control de esa nueva (y potente) herramienta que son las redes sociales…  Mucha gente creerá que se trata sólo de esto.

Pero no, esa no es toda la verdad. Hay una parte menos visible, una parte en sombras camuflada en “la razón de estado”. Una jugada que sirve de coartada y justificación a la maniobra perpetrada por quienes son incapaces de resolver o al menos convivir con las diferencias políticas. Una operación contra la democracia y contra Andalucía.

Por eso, mi punto de vista pone el foco en lo que se ha contado menos: Andalucía es el escenario de un conflicto prepolítico: tanto destrozo no es sólo por la marca, ni por las redes sociales, el dinero sí es importante, pero es el poder, el poder sustantivo, masculino y singular de lo que estamos hablando. Y cuando hablamos de poder, Andalucía es sólo un escenario, una localización. El conflicto se dirige desde Madriz.

Una jugada que sirve de coartada y justificación a la maniobra perpetrada por quienes son incapaces de resolver o al menos convivir con las diferencias políticas. Una operación contra la democracia y contra Andalucía

Y en Madriz hay un trato. Un trato para que el poder del estado se mantenga, se consolide y se extienda por todos los territorios posibles con los mismos protagonistas que forman el gobierno central, UP y PSOE. Ese trato es comprensible, incluso legítimo. Lo ilegítimo es utilizar las instituciones o los acuerdos de estado para eliminar cualquier elemento, ya sean personas o proyectos, que estorbe a los tratantes. Por eso, un par de individuos madrizleños (metáfora de centralistas, poderosos, de una izquierda muy antigua, con exceso de testosterona y caspa), le dijeron al PSOE que había que “arreglar lo del sur”.

Y el arreglo ha sido en la capital del reino: el Pacto Antitransfuguismo. Estaba previsto hasta el calendario: el 26 de octubre aprobarían una adenda al acuerdo en vigor desde 2006, con un objetivo a medida, ad mulierem, eliminar a Teresa Rodríguez y a la mayoría del grupo parlamentario de Adelante Andalucía. Y el 28 (dos días después) se consumaría la maniobra presentando un papel ante la mesa del Parlamento de Andalucía para que fueran desterrados al infierno de los no adscritos. Así “el sur” ya no estaría fuera de la regla, sino metido en verea: la marca y el dinero en las manos adecuadas, el proyecto destrozado para que no haga sombra y a nadie se le vuelva a ocurrir hablar de sujeto andaluz con voz propia en las instituciones del estado y toda la tierra quemada para que alguna enviada de Madriz tenga que acudir al rescate más temprano que tarde.

Quiso el azar que hubiera que aplazar la reunión de la comisión de seguimiento del pacto prevista para el día 26 hasta el 3 de noviembre. Y con la ceguera y la desorientación que produce el poder, alguien decidió seguir adelante con el plan, si era necesario se saltaría por encima de cualquier principio democrático, el de la irretroactividad incluido.

Menos mal que decían que iban a regenerar la democracia, que, si no esta maniobra parecería una purga estalinista en toda regla

En el colmo del cinismo, utilizan un necesario acuerdo de estado “por la estabilidad institucional” y la “calidad democrática”, sin importarles lo más mínimo desestabilizar el Parlamento de Andalucía, donde no había ningún problema, ni la mala calidad democrática que supone que seis expulsen a once. A partir de ahora, tránsfuga es quien ellos digan y, además, con carácter retroactivo hasta el principio de los tiempos. Pretenden imponer la regulación de un derecho constitucional, el de representación, y atribuirlo a los partidos en lugar de a la ciudadanía, su legítima titular. Menos mal que decían que iban a regenerar la democracia, que, si no esta maniobra parecería una purga estalinista en toda regla.

Probablemente en este triste suceso, todos hayamos cometido errores. Pero ya da igual porque la partida importante se juega fuera de Andalucía. Para las y los madrizleños, Andalucía no existe ni su autonomía ni sus instituciones tampoco, las órdenes se dan desde el centro del poder. Incluso para algunos que se dicen federales (pero del FBI, naturalmente), el sur es la parte de abajo de los mapas, un lugar sin identidad ni dignidad, la periferia del poder central que ellos manejan ahora y siempre, una colonia de verano y sol donde experimentar juegos de guerra.

Lo que no saben es que en Andalucía son las sombras las que están fuera de la regla, han olvidado que esta tierra es de gentes de luz y tendremos que recordárselo. Por eso, por arreglar lo del sur, ya han perdido Andalucía.

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