Jesús Quintero en una imagen de 'Facebook'.
Jesús Quintero en una imagen de 'Facebook'.

El viaje definitivo al otro mundo puede hacerse lleno de humildad y devastado por los puñales de la más alta traición. Ya lo dejó escrito el Nobel moguereño Juan Ramón Jiménez: "En el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, mi espíritu errará nostálgico y yo me iré y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido".

Estas palabras fueron las últimas que nos dejó Jesús Quintero, calificado por la generalidad en estos días como el maestro de los silencios comunicativos y dueño de las entrevistas imposibles, llegando a personajes difícilmente alcanzables. El vacío es inmenso, pero su legado es incalculable.

Tan solo hay que efectuar un análisis superficial de su trayectoria. Las noches de radio en El loco de la colina, las entrevistas profundas en televisión a través del programa El perro verde y la visión humana de los centros penitenciarios de nuestro país en Cuerda de presos, entre otras creaciones, han conformado una hemeroteca que forma parte de la historia de la comunicación de nuestro país.

Además, Quintero dotó al silencio de un significado positivo. El hecho de estar callado cuando podría corresponder el turno de la palabra no es un simple vacío, sino que sirve para obtener respuestas a nuevos interrogantes. De este modo, el entrevistado se abría en canal y la persona se imponía al personaje.

Sin embargo, aunque sus programas han sido objeto de numerosos premios y reconocimientos en vida, su mayor legado es reciente: su participación en la Mesa Redonda “Cuando el entrevistador es la estrella: control del yo”, del IV Congreso Internacional de Periodismo de la Fundación Manuel Alcántara. En un foro aparentemente intrascendente, “El Loco” desnudó a una corriente del periodismo actual, que parece sumisa  a los intereses del poder y huye de las preguntas.

En definitiva, hablar de Quintero es hacerlo de un producto de comunicación genuino y la escucha como forma de hacer periodismo. Su marcha simboliza el fin de una etapa del periodismo que ya no veremos…….Menos mal que están las redes, lo que hace que sus reflexiones sean eternas.

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