La argentina Sonia Palma en Camboya.
La argentina Sonia Palma en Camboya.

Para dar comienzo a esta historia quisiera hacerles una pregunta: ¿Han sido, son o les gustaría ser voluntario?. Pues aquí les voy a ilustrar con una historia que quizás les inspire de alguna forma.

Dicho relato tiene nombre: Sonia Palma. Y un lugar: Camboya (sudeste asiático).

Ella es natural de Comodoro de Rivadavia (Chubut - Argentina) y desde que era pequeña siempre había querido ser voluntaria. Hace poco pudo por fin cumplir su sueño de poder ayudar a los demás.

Esta profesora de Educación Física se dijo a sí misma “este es mi momento” y junto un dinero, porque si no, no puedes acometer este arduo trabajo altruista, para ir al país asiático. Como ella dice “hay muchos corazones solidarios” que se quedan en tierra y no pueden salir a dar su vida por la de otros por lo anteriormente comentado.

Estando ya en Camboya le sucedió innumerables anécdotas, aquí contaremos algunas de ellas:

  • Considera que el tiempo del que dispone, un año, es demasiado exiguo para poder desarrollarte y cuando lo haces ya estás viendo que hay que regresar a casa con la sensación de que faltó un poco más de tiempo allí en Camboya. Y es que para que la cultura en la que estaba viviendo la aceptase, tuvo que pasar varios meses y se simbolizó con un simple ofrecimiento de un  plato de arroz. Y esa hermosa sonrisa de los camboyanos que iluminan su cara y te demuestran que a pesar de tantas dificultades se puede poner una sonrisa ante la adversidad, los camboyanos le enseñaron a vivir el día a día, dando gracias por un día más. Agradeció de corazón tanto amor del bueno y sincero.
  • Uno de los mayores recuerdos es una niña llamada Lili, que para Sonia simbolizo como esta nación se abría a ella y la lleno de ternura. Lili fue la llave de los corazones camboyanos fue y será muy especial para Sonia, es que con su ternura, simpatía y frescura de sus 4 años, alumna de Kinder le ayudo a comprender y a ingresar lentamente en la cultura Asiática, totalmente diferente a su cultura occidental.  Hermoso desafío le puso la vida, y con ayuda de esta bella pequeña logro ingresar y casi ser una más de ellos. Cuando Lili aprendió a decir “hola amiga” en español, se dijo a sí misma, vas por buen camino. En Camboya el idioma es el jemer y ella habla español y un poco de inglés. Es lindo poder llegar usando el idioma universal “el amor del bueno”, donde la necesidad de comunicación y acercamiento  se resumen en un gesto, una mirada es ahí donde sucede la magia.
  • Camboya le hizo darse cuenta que debía aprender todo lo antes posible, es decir, adaptarse a la nueva situación y esto pasaba por afianzar su inglés y tratar de aprender aunque sea algunas palabras en Jemer para así poder desplegar todo lo que ella quería transmitir a todos los niños, niñas, jóvenes y maestros a los que presto sus ganas de ayudar. 
  • Dentro de las actividades que se hacían allí, recuerda los domingos de oratorio, donde se le encargo enseñarle a un conjunto de chicas de una escuela pública a las afueras de la capital (Nom Pen) y darle clases de baloncesto. ¿Por qué es especial?, porque estas mismas un día sorprendieron a Sonia vistiendo todas la camiseta de la selección albiceleste. Una grata y dulce locura. Donde la emoción fue tremenda y unas lágrimas surgieron y el corazón vibraba de amor, alegría y emoción. Le recordó una frase que leyó por ahí “por corto que sea el camino, deja huellas”.
  • Se acercaba el tiempo de  armar las valijas para el regreso a casa y  se planteó donar una serie de ropas que no iba a usar y esto lo comunico a los responsables del lugar. Más tarde, una serie de chicas vinieron a la casa donde estaba nuestra protagonista y fue ella la que tuvo que darles a cada una algo porque ellas no se atrevían a escoger por sí mismas.

Al día siguiente ya las tenían puestas. Y la movilizo el comentario de una joven que recibió un par de zapatillas, se las puso inmediatamente y saltaba y le dijo: es mi primer par de zapatillas…. 

  • Por otra parte, aprendió que para estar más en contacto con el país en sus tiempos libres viajaba y debía hospedarse en hostales y dejar de lado los hoteles ahí conoces a todo tipo de viajeros y se puede compartir historias, anécdotas y amistad. Recuerda con cariño a su amiga y también voluntaria en Camboya de España “Anita”, gran persona aprendió mucho con ella.

Gracias a ella pudo conocer la maravillosa  experiencia que es hacer “el camino de Santiago” y esto le ha llenado de ilusión para ponerse una meta, una ambición, un nuevo sueño por cumplir. Y Erika una amiga Colombiana, viajera por naturaleza llena de anécdotas y aventuras.

  • El voluntariado me trajo amigos entrañables, de distintas nacionalidades a los cuales las espera allí en su Patagonia (Argentina) y agradece de corazón tanto amor.

Para finalizar esta aventura, pregunto a las misioneras al llegar: ¿Volverían a sus países? y le contestaron que no puesto que allí era su lugar, cuando ya estaba por subir al avión de regreso a Argentina recorrió con el pensamiento todo lo vivido en ese voluntariado en ese bello país  y Sonia comprendió en este instante que poco a poco Camboya se había convertido en su segundo país, su segunda casa.

Sonia: "Los sueños están para cumplirse, aquí y ahora; hay que visualizar el sueño, trabajar en él y luego cumplirlo. Nadie dijo que sería fácil, pero tampoco es imposible. Gracias a todos los corazones solidarios que confiaron en mí y mi sueño y me ayudaron de una u otra manera, eternamente agradecida".

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