Premio Núñez de Prado: donde la innovación ecológica tiene alma

Con una dotación económica de 6.000 euros, la clave es que este premio ofrece esperanza, respaldo y visibilidad a quienes trabajaban en silencio por un futuro más verde

08 de noviembre de 2025 a las 08:11h
La edición 2024 de los premios.
La edición 2024 de los premios.

Hay historias que nacen del convencimiento profundo de que otra forma de hacer las cosas es posible. Así surgió el Premio Andrés Núñez de Prado a la Investigación en Producción Ecológica, fruto del compromiso compartido entre Ecovalia y la familia Núñez de Prado, como homenaje a un hombre adelantado a su tiempo: Andrés Núñez de Prado, ingeniero agrónomo y pionero en la producción de aceite de oliva ecológico en Baena. En una tierra tradicionalmente conservadora, él se atrevió a innovar, a mirar el olivar con otros ojos y demostrar que el respeto por la naturaleza podía ir de la mano de la excelencia.

Su legado no solo se mide en litros de aceite o hectáreas cultivadas, sino en el impulso que dio a una forma diferente de entender la agricultura: más humana, sostenible y coherente con el entorno. Con ese espíritu, Ecovalia y la familia Núñez de Prado crearon este premio con el propósito de apoyar la investigación en producción ecológica, en un momento en que pocos científicos se atrevían a adentrarse en este terreno. Con una dotación económica de 6.000 euros, el galardón supuso un reconocimiento modesto en lo material, pero enorme en su significado: ofrecía esperanza, respaldo y visibilidad a quienes trabajaban en silencio por un futuro más verde.

Con el paso del tiempo, el premio amplió su horizonte. A la categoría de investigación se añadió el Premio a la Defensa de la Producción Ecológica, para reconocer también a quienes, desde los más diversos ámbitos —académico, político, social o económico—, han defendido con convicción el desarrollo del sector, sus productores y sus valores.

Hoy, el Premio Núñez de Prado es un símbolo de excelencia y compromiso. En su lista de galardonados figuran investigadores de las principales universidades españolas, con especial mención a la Universidad de Córdoba, por su sólida tradición en las áreas de Agronomía y Veterinaria. Los trabajos premiados abarcan todos los sectores: olivar, ganadería, hortícolas, viticultura… y proceden no solo de España, sino también de Alemania, Italia, Suiza, Reino Unido, Francia, Ecuador o Perú. Una proyección internacional que demuestra cómo desde un entorno rural como Baena, fiel a su identidad y sus raíces, puede irradiarse conocimiento e innovación a todo el mundo.

Pero más allá de los reconocimientos, el Premio Núñez de Prado tiene su momento mágico. Llega cada año, a finales de noviembre, el domingo más cercano al día de San Andrés, cuando las primeras aceitunas han pasado ya por la tolva y el aroma del nuevo aceite inunda el aire y los hogares. En ese instante, la casa de los Núñez de Prado se abre para acoger a productores, investigadores y amigos que comparten una misma visión.

Y es entonces cuando uno comprende el verdadero sentido de este premio: no se trata solo de galardones, sino de pertenencia. Porque ese día, en Baena, todos se sienten en casa —en la casa de la familia ecológica, donde el compromiso, la tierra y la emoción se confunden en un mismo latido.

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