¿Qué sector sería el de la política?

¿En qué sector entran los partidos que en los primeros plenos de la Corporación lo primero que hacen es aumentarse los salarios? 

Los concejales de la Corporación, con Mamen Sánchez a a la cabeza, durante el pleno de investidura. FOTO: MANU GARCÍA
Los concejales de la Corporación, con Mamen Sánchez a a la cabeza, durante el pleno de investidura. FOTO: MANU GARCÍA

Se conoce al sector primario como el sector que acapara las actividades que se centran en la obtención de materias primas. El sector secundario, en cambio, reúne las actividades que se dedican a transformar las materias primas obtenidas en el primer sector y, por tanto, son las que fabrican productos nuevos.

Por otra parte, el sector terciario hace referencia a las actividades que ponen a la venta los productos que se han ido creando en los sectores anteriores. Pero además de esto, en este sector también se incluyen otros servicios como por ejemplo, la educación, la sanidad, etcétera. Sector cuaternario: dícese la parte de la economía cuya característica está basada en el conocimiento y que recoge los servicios imposibles de mecanizar, tales como la generación e intercambio de información, tecnologías y otros servicios o actividades principalmente intelectuales.

¿Qué sector sería el de la política? ¿En qué sector entran los partidos que en los primeros plenos de la Corporación lo primero que hacen es aumentarse los salarios? Incluso dándose cuenta que eso no le gusta a la ciudadanía, lo primero que buscan es el consenso de todos los grupos para así no tenerse que señalarse solos. Algunos utilizan argumentos tan chovinistas como: “Queremos que se invierta en democracia”.

Los partidos políticos se han convertido en empresas privadas, la mayoría con mas deudas que beneficios. Una gran parte de ellos tienen a cuestas algunos prestamos que pagar, tanto a la banca como al “Papá Estado”; algo que le pasa también a muchas organizaciones que al final no dejan de ser cautivas de estos. Por tanto, la estructura de estas organizaciones acaban gastando más energía en buscar recursos que en la defensa del bien común.

A la política nadie viene con una pistola en la sien, por lo que no se entiende que queramos justificar a algunas personas diciendo que: “votó contra su voluntad o se abstuvo para no ser cómplice”. Con esos votos cada día se infla más las plantillas de empleo público, pero no para mejorar la vida de las personas, pues de los 2.600.000 aproximadamente de trabajadores públicos solo un 57% son funcionarios, siendo un 23% laborales y otros 20% formando parte del resto del personal. Eso lo pagamos entre todos los “españolitos”.

Soy partidario de invertir en democracia, pero en una democracia participativa y cuando se recurre a “Papá Estado” uno se pregunta qué está aportando la militancia. Ocurre que ya no hay militantes y así nos libramos de rendir cuentas a nadie. De hecho, hay partidos que ya funcionan como empresas y sus militantes tienen muy poco que decir. En estos días hemos visto como asambleas dicen una cosa y sus partidos votan otras o como los candidatos han sido impuestos desde las direcciones de estos, lejos de esta tierra.

En democracia se invierte con participación, transparencia y fiscalización, desde las bases, con igualdad y respeto hacia todas las personas que se acercan a las organizaciones. No solo se trata de pedirles el voto. La transparencia es vital, que cualquier persona tenga acceso a las cuentas de los partidos, en qué se gastan el dinero público que ganan sus representantes, los administrativos, y dónde y en qué se invierte los recursos que facilitan las instituciones y si es en comida que se sepa hasta lo que se comió.

Esa desafección a la política viene dada por las veces que la gente se ha sentido engañada y como por treinta monedas de oro nos hemos olvidado de sus problemas. Se escuchan excusas tales como “hemos votado demasiado» o «todos los políticos son iguales”. Lo cierto es que no se fían de los políticos porque los hemos engañado demasiadas veces, porque algunos han hecho de la política un negocio para vivir mejor y tener más cotización cuando se jubilan, pues la pensión de los políticos no tiene nada que ver con la de las viudas y los trabajadores que, después de muchos años de trabajo y cotización, apenas les llega para vivir dignamente.

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