Parejas separadas, pero ¡padres unidos!

Cuando hay una separación de pareja, es importante tener en cuenta una premisa fundamental: no perjudicar a los hijos

Mercedes Organvides

Docente especializada en Educación Familiar

Alumnos de Primaria en una clase.
Alumnos de Primaria en una clase. MANU GARCÍA

Durante los muchos años que he dedicado en mi vida laboral a trabajar con familias, he podido comprobar, en vivo y en directo, el daño que los padres hacemos a nuestros hijos cuando decidimos separarnos y los implicamos a ellos en el conflicto. Esta ha sido una de las situaciones en las que, con más frecuencia de la que habría deseado, me he sentido impotente y triste, al ver a niños o adolescentes sufriendo antes, durante y después de la separación.

Es cierto que, en la vida de una pareja, se pueden dar situaciones que hacen insostenible la convivencia y la única opción posible para evitar males mayores es separarse. Pero, cuando hay hijos menores, considero que la premisa fundamental que una pareja que se separa debe tener muy presente es:

Nos separamos como parejas, pero tenemos que seguir siendo padres

Todas las separaciones son traumáticas, porque suponen la ruptura de una relación entre dos personas que han compartido su vida durante un tiempo. Y requieren un proceso de duelo por el sentimiento de pérdida, que se experimenta en mayor o menor medida dependiendo de quien haya tomado la iniciativa.

Este proceso será necesario aunque haya sido algo pactado entre ambos, dado que hay que realizar cambios muy profundos para enfocar la propia vida, en una situación muy distinta a la que hemos tenido hasta ese momento. Y, durante esta crisis personal y social a la que nos enfrentamos, podemos perder amigos, propiedades e incluso trabajos, por lo que estaremos expuestos a un alto nivel de estrés debido a la incertidumbre que se genera en temas tan fundamentales.

Pero, si a los padres nos puede afectar tanto, es mucho más el sufrimiento y el estrés que se genera en los hijos. Sobre todo, cuando no tienen la información necesaria para no sentirse desprotegidos, abandonados o incluso culpables de la separación de sus progenitores. Y, en esta confusión, pueden intentar hacer algo que “vuelva a unirlos” aunque les ponga a ellos en situación de riesgo. 

En mi trabajo con familias también he podido constatar que, en general, los padres que se separan actúan erróneamente por ignorancia o dejándose llevar por la crisis que están viviendo. Por eso considero que, no solo es muy conveniente, sino que tendría que ser obligatorio que ambos reciban la orientación necesaria cuando toman esta importante decisión e inician los trámites oportunos, ya que la manera de hacerlo y el contenido que transmitan a sus hijos sobre la nueva situación pueden ser determinantes para favorecer tanto su aceptación de la misma como su posterior desarrollo con más equilibrio emocional.

Las indicaciones más importantes que los padres que deciden separarse deben tener en cuenta para no dañar a sus hijos son:

-Hacer todo lo posible para elaborar un convenio regulador acordado entre papá y mamá, teniendo como prioridad atender las necesidades de los menores y, en segundo lugar, las posibilidades de cada progenitor para atenderlas. 

-Reunirse conjuntamente, si es posible, para darles la noticia, adaptándola a sus diferentes edades. Y dejándoles muy claro que ellos no han hecho nada para influir en la decisión que han tomado, ni pueden hacer nada para evitarla. Y, además de informarles de los cambios que se van a producir en sus vidas y permitirles preguntar sus dudas, asegurarles que van a seguir queriéndoles igual.

-Acordar una vía de comunicación mínima entre ellos, para tratar los temas importantes que les afecten a partir de la separación, como puede ser la toma de un medicamento o la necesidad de hacer deberes del colegio en el tiempo de visita, entre otros.

-Ponerse de acuerdo en cuestiones educativas básicas. Y no darles regalos o caprichos para compensar la falta de tiempo con ellos. Así evitaremos confundirlos y que intenten sacar partido de una situación que acabará perjudicándoles.

-No utilizar nunca a sus hijos como correo para hablar con el otro progenitor de asuntos que les conciernen a los adultos. Y nunca hablarles mal del papá o la mamá, ni de sus familias de origen, ya que estos comportamientos negativos de los padres pueden crearles conflictos de lealtad que no sabrán cómo manejar.

Pero, sobre todo: ¡jamás utilizarlos para hacer daño al otro progenitor! ¡Es fundamental sacarlos de un conflicto cuya solución solo está en manos de los adultos!

 

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