Ucrania lucha por no ser una guerra olvidada

La adhesión a la UE que ha obtenido el presidente Zelenski para su país es un importante golpe de efecto, en un momento en que el conflicto con Rusia parece enquistado y el foco de la actualidad ha girado hacia Gaza

 Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania.
Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania.

La Unión Europea (UE) ha iniciado los trámites para la adhesión de Ucrania, un golpe de efecto para volver a llamar la atención internacional sobre una guerra que, de alguna manera, se ve solapada en lo que respecta a la atención pública por el estallido en octubre del conflicto entre Israel y Hamás en Gaza.

Se trata de una muestra de apoyo internacional de máxima relevancia para Ucrania y también para su presidente, Volodimir Zelenski, que no pasa por su mejor momento, después de las duras palabras que ha recibido del alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, que le acusa de no decir la verdad sobre cómo va la guerra con Rusia. También le acusa –y esto es, probablemente, lo más grave– de autoritarismo. No obstante, Klitschko se muestra partidario de apoyar al presidente hasta el final de la guerra y, a partir de ahí, juzgar aciertos y errores y, llegado el caso, dirimir responsabilidades.

Zelenski ha aprovechado la agenda internacional para revitalizar internacionalmente la causa ucraniana, un tanto debilitada, como se ha señalado, por la irrupción de otro conflicto, pero también por la propia marcha del suyo propio, después del fiasco de la contraofrensiva veraniega. En este sentido, Zelenski acudió a Argentina a la toma de posesión de Javier Milei y aprovechó para mantener varios contactos con distintos dirigentes mundiales, para después desplazarse a Estados Unidos para reunirse con su presidente, Joe Baiden. Zelenski apura porque falta menos de un año (noviembre de 2024) para las presidenciales en dicho país, y un cambio de inquilino en la Casa Blanca podría ser muy perjudicial para su causa, ya que los republicanos han mostrado mucho menos entusiasmo que los demócratas en cuanto al apoyo a Ucrania.

Lo cierto es que nos acercamos a los dos años de guerra abierta entre las partes ­–en realidad, diez años, si tenemos en cuenta el conflicto restringido a la región del Donbás, que estalló en abril de 2014­– y se puede decir que todo permanece enquistado, sin que las ofensivas y contraofensivas de una y otra parte sean determinantes para su resolución. Todavía resuenen aquellas palabras del eurodiputado Javier Nart: “es la guerra que Ucrania no puede ganar y Rusia no puede perder”.

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