EDITORIAL
¿Sabes qué es Fitur apreciado lector? Aparte del acrónimo de Feria Internacional de Turismo, significa un costosísimo desembarco de una enormidad de políticos de tropecientos ayuntamientos y diputaciones de todo el país que se citan en Madrid unos días de enero y febrero para hacerse fotos generalmente con los de siempre, para normalmente no ofrecer nada nuevo, en medio de un océano en el que no solo cuesta ser visto ante la inmensidad sino que hay que pagar con creces tener un mínimo altavoz.
El evento, para el que nunca haya tenido la suerte o la desgracia de acudir, se celebra en Ifema, a las afueras de Madrid. Un maremagnum de pabellones, stands de todos los colores y tamaños, y cartelones promocionales de infinitos destinos turísticos. Mucha copa de brindis, mucha croqueta y canapé, y mucho de yo me lo guiso, yo me lo como. Desengáñense. Ellos saben que usted sabe que año tras año no sirve de nada tirar dinero público en ese supuesto colosal escaparate en el que si no estás no eres nadie en esto del turismo. Fitur hace mucho tiempo que es Fritur, como le llaman muchos periodistas y hasta muchos de los asistentes a la feria -políticos en su mayoría- que, por cierto, se lo suelen pasar pipa cada año en la animada vida nocturna de la capital de España. Nada que no intuyas.
Sin ir más lejos, ahí ves en la imagen que ilustra este editorial a la alcaldesa, a 600 kilómetros de la Alcaldía de su ciudad, contemplando la inmensidad de ese monstruo que llaman Fitur. Ese que le trae por la calle de la amargura cuando hace ahora once años ordenó con su bastón de mando de munícipe la contratación del stand de Jerez a empresas de la trama Gürtel, unas presuntas ilegalidades cuya instrucción se afana en cerrar el juez Pablo Ruz. Este año ha ido con 6.000 euros -o eso dice- de presupuesto frente a los más de 200.000 que gastó entonces en empresas de Correa. Además, ha ido con unos 23.000 visitantes menos que en el pasado 2014, lo cual viene a decir que mucho, lo que se dice mucho impacto, no tuvo el desembarco de Jerez en la edición anterior en la realidad de una ciudad enferma, que diría González Fustegueras en la carta abierta que dirigía este miércoles al presidente del CES de Jerez.
Ingenuo lo que se dice ingenuo no es Manuel como para saber que nula, escasa o tibia respuesta hallará de Rafael Padilla, que incluso Pelayo barajó colocar en la lista popular de las pasadas municipales. La carta abierta que el urbanista remite a su compañero de consejo editorial en el Grupo Joly realmente se dirige a la actual máxima responsable del Ayuntamiento y en ella deja a las claras la sensación generalizada en muchos jerezanos y jerezanas hoy en día: la ciudad corre como pollo sin cabeza hacia el abismo. No hay proyecto: solo golpes de efecto populistas a la peor manera de tiempos pasados. Se desconoce si habría que recurrir a esos "políticos suicidas" que demandaba el propio Fustegueras en una entrevista reciente concedida a este medio digital, pero desde luego caben pocas dudas de que al modelo actual le ocurre como a las lavadoras: sufre obsolescencia programada.
Por cierto, este miércoles ha servido, aparte de para que la alcaldesa estreche la mano al Rey Felipe VI, para presentar la capitalidad del motociclismo con el patrón de MotoGP, Carmelo Ezpeleta, el mismo que mandaba y sigue mandando sobre todas las cosas en un circuito de Jerez que sin él carecería de lógica. No ha dejado de llamar la atención la presencia en el brindis del alcalde pedáneo de La Barca, Alejandro López (PP), desplazado hasta la capital de España porque, al parecer, una prueba deportiva sale de su ELA. Luego se ha presentado, ya fuera del acto anterior, el calendario de eventos de la ciudad, como algo de vital importancia, al parecer, en el mundo interconectado de las tecnologías y las autopistas de seis carriles de la información. Así que ya saben, no lo olviden, todo hace indicar que lo que pasa en Fitur se queda en Fitur.
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