Cuando el monte arde: propiedad privada y cultura del fuego

España necesita avanzar hacia una cultura del fuego: entender el monte no como patrimonio aislado, sino como organismo vivo que nos compromete a todos

21 de agosto de 2025 a las 10:39h
El Infoca trabajando en uno de los flancos del incendio de Atlanterra.
El Infoca trabajando en uno de los flancos del incendio de Atlanterra. ROMÁN RÍOS / EFE

Cada verano, los incendios forestales en España dejan tras de sí un paisaje devastado: miles de hectáreas calcinadas, pueblos amenazados y un país que se acostumbra al desastre. Un dato sorprende: el 70% del suelo forestal es de propiedad privada. Esta realidad obliga a repensar la relación entre propiedad, comunidad y fuego.

La herencia de la tierra: del comunal a lo privado

El mosaico de la propiedad forestal en España nace de una larga historia: la desamortización del siglo XIX expulsó a los pueblos de la gestión comunal; en muchos lugares sobrevivió el monte vecinal en mano común, pero como excepción; hoy predomina la propiedad privada, dispersa y, en demasiados casos, abandonada.

El fuego como síntoma cultural

El fuego no es solo accidente natural: es la metáfora ardiente del abandono del campo. Durante siglos, la cultura campesina supo domesticarlo mediante quemas controladas y cuidados colectivos. Hoy, la despoblación rural y el abandono del monte lo han convertido en enemigo.

Interludio poético I: El bosque como memoria

El bosque no pertenece a nadie porque pertenece a todos los tiempos. Quien pisa la tierra cree poseerla, pero el monte lo sobrevive: estaba antes, estará después.
El fuego lo recuerda con violencia: quema títulos, escrituras y lindes, y devuelve el suelo a su verdad desnuda: un bien común escrito en llamas.

Hacia una cultura del fuego

Superar esta fractura requiere un cambio de mentalidad y de leyes. No basta con apagar incendios: hay que prevenirlos colectivamente.

1. Responsabilidad compartida
   - Propietarios obligados a planes mínimos de prevención.
   - Estado y comunidades autónomas cofinanciando la gestión forestal.

2. Recuperar lo comunal
   - Impulsar juntas vecinales y consorcios forestales para gestionar colectivamente fincas abandonadas.
   - Reforzar la implicación de las comunidades locales.

3. Reaprender el fuego
   - Usarlo como herramienta preventiva bajo control técnico y comunitario.
   - Educar sobre su papel histórico en la cultura campesina.

4. Reforma jurídica
   - Limitar el derecho absoluto de propiedad cuando daña la seguridad ambiental.
   - Expropiación temporal o cesión obligatoria en fincas de riesgo extremo.

Interludio poético II: El fuego como juez

El fuego no distingue entre lo mío y lo tuyo.
Es juez antiguo, ciego y rápido:
arrastra vallas, consume escrituras,
y muestra lo que olvidamos:
que el bosque es vínculo, no frontera.
Cada árbol caído es una deuda colectiva,
cada ceniza, una memoria compartida.

Conclusión

España necesita avanzar hacia una cultura del fuego: entender el monte no como patrimonio aislado, sino como organismo vivo que nos compromete a todos. El bosque no puede ser abandonado en nombre de un derecho de propiedad que, en la práctica, quema también lo común.

Repolitizar el bosque significa devolverlo a su condición de asunto colectivo: un lugar donde se cruzan historia, comunidad y futuro.

Lo más leído