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Con el verano llega el calor, toca lucir palmito y nos entran las prisas por conseguirlo en tiempo récord. Y es que casi todos, por estas fechas, tenemos ciertas pegas con nuestro cuerpo y no digamos los que ya pintamos canas. Todos los días nace una dieta nueva y no son pocos los que ya la han comenzado desde hace un tiempo. No nos engañemos, todos sabemos que todas las dietas son eficaces, pero en realidad, ninguna funciona bien. Los problemas suelen surgir cuando se trata de mantener el resultado porque casi la totalidad de las personas abandonan al poco tiempo de comenzarla y acaban recuperando peso,  a menudo con intereses. En otras palabras, el problema esencial de cualquier dieta no reside en su eficacia sino en su mantenimiento  a lo largo del tiempo.

Practicar a diario ejercicio físico de forma agotadora con la única meta de guardar la línea sumado a una dieta restrictiva, se convierte al cabo del tiempo en algo imposible de mantener y por ende, podríamos dar lugar a la aparición de una auténtica patología. Podemos entrar en un círculo vicioso: cuanto más ejercicio físico realizo, más tiendo a comer, pero cuanto más como, más movimiento físico me veré condenado a hacer. El sufrimiento psicológico que puede conllevar el prohibirse comer ciertos alimentos porque sabemos que engordan puede convertirse en una tortura. Por ejemplo, si ansío comer chocolate y me lo permito en el desayuno, el almuerzo y en la cena, si me permito los alimentos prohibidos, descubriré que ya no son tan deseables y que  precisamente lo eran a causa de esta restricción forzada. Seguro que esta hubiera sido una buena manera de comenzar  antes de ahondar de lleno en dicha quimera…pero en fin, gracias a esta experiencia concreta de revelación, el acto de renunciar a las comidas ya no será un sacrificio, sino un proceso natural de descubrimiento de lo que nos gusta más. Esta es una manera de ir haciendo cambios en nuestros gustos que ya se verán liberados de las consecuencias de la prohibición forzada ante alimentos considerados peligrosos y que por ello resultan muy atractivos.

Ya sabes, si te lo permites, puedes renunciar a ello, pero si te lo prohíbes, se convertirá en algo irrenunciable…y esta obsesión, latiendo permanentemente dentro de nosotros, como si de una bomba de relojería se tratara, poco a poco nos conducirá a un trastorno del ánimo. Igualmente contar las calorías mientras comemos y calcular el tiempo que necesitamos de castigo en el gimnasio para perder lo  que ingerimos, también nos puede conducir a un peligroso trastorno de la alimentación. Llegados a este punto, hay que tener claro lo que uno quiere, si un cuerpo sano y saludable o un cuerpo estipulado según el canon de belleza actual.

Si te cuidas entre semanas, comes sólo en las tres comidas convenidas, o sea, desayuno, almuerzo y cena, practicas con regularidad algún tipo de ejercicio físico, el fín de semana, te puedes permitir comer con más libertad. Así te mantendrás alegre, saludable y sano/a y no engordarás, encontrarás el equilibrio y a no muy largo plazo, si eres honesto contigo, seguro que te mantendrás. Si perdemos peso muy rápidamente, en poco tiempo, probablemente no sea grasa lo que perdamos sino agua o tejido blando, porque está comprobado que la grasa se pierde de manera más lenta. Sólo en casos de obesidad considerable se recomienda perder peso de una manera más rápida o estricta. Debemos ser pacientes a la hora de adelgazar. Para que nuestro cuerpo responda adecuadamente a las demandas a las que lo exponemos, en conveniente que la dieta sea variada y que se ajuste a las necesidades calóricas de la actividad física realizada. Así que ponle mucho sentido común si lo que deseas es una “Mens sana in corpore sano” y no otra cosa.

1. Para que el organismo funcione correctamente es necesario que el aporte de hidratos de carbono, proteínas y grasas sea suficiente y en unas proporciones adecuadas. Come de todo, sin abusar… evitando las grasas (sobretodo embutidos y bollería) ya que estás están relacionadas con el aumento de peso.  Disfruta de los cereales, verduras, hortalizas, frutas, legumbres, huevos, pescados y carnes. Dieta rica y variada.

2. Evita pasar hambre. Un intervalo de tiempo muy amplio entre comidas, hace que nuestro cerebro interprete que existe desnutrición en nuestro cuerpo por lo que quemará menos grasa de lo habitual.  Para evitar esto, cómete alguna fruta u hortaliza entre esas horas  conflictivas.

3. Toma bastante agua (al menos litro y medio al día) y evita beber de manera excesiva bebidas gaseosas y alcohólicas por su aporte en calorías y propiedades deshidratantes.

4. Duerme más. Dormir es una parte importante a la hora de perder peso.

5. Practica algún tipo de ejercicio físico de manera rutinaria porque es fundamental para adelgazar. Pero ojo, si no estás acostumbrado, empieza de menos a más y si puedes, que sea un especialista quien te aconseje el tipo de ejercicio que te beneficiaría según tu edad, constitución, etc. Ten en cuenta que más, no significa mejor.

6. A parte de la rutina de ejercicios, practica también como ocio la actividad física con la que más disfrutes. Por ejemplo, caminar por la playa, un deporte combativo…la que te produzca más placer, porque también de esta forma contrarrestarás con este entretenimiento posibles emociones negativas o cargantes en relación a posibles  problemas o preocupaciones.

7. Se realista. Considera que sin importar el peso o la figura  que tengas  vales muchísimo. Lo individuos somos muy diferentes unos de otros y por lo que alguien te pueda rechazar, habrá otro por lo que te buscará. Piensa que dentro de ti están las capacidades y los recursos para conseguir tus objetivos  y por favor, no te tomes a nada ni a nadie demasiado en serio.

8. Tranquilízate. Durante el verano y las vacaciones se darán muchas situaciones, a veces imprevistas, donde será un placer no tener en cuenta la dieta. No seas dramático/a, si un día comes de más, al día siguiente lo corriges. No es bueno ser esclavo de nuestras metas y mucho menos en estas fechas.

9. Practica alguna técnica incompatible con el estrés y la ansiedad. Por ejemplo yoga, meditación, relajación o autohipnosis. La ansiedad y el estrés te pueden hacer perder el control y comer en forma compulsiva y para colmo, seguro que alimentos que engordan más de la cuenta, estropeando así tus sanas rutinas de alimentación.

10. Profesa la aceptación, gústate y respétate. Busca ese equilibrio en ti. Tu mente puede querer cosas que para tu cuerpo puede ser un veneno, y a tu cuerpo lo necesitas, le debes un respeto ya que vives dentro de él.  Trabajar para tener un cuerpo saludable es de sentido común y tener sobrepeso, puede dañar tu salud de manera considerable. No pienses en dietas y practica una alimentación saludable (donde obtengas los nutrientes necesarios para estar sano/a y en forma) para toda la vida. Recuerda que comer sano no es pasar hambre, es solo alimentarse con inteligencia y pensando en tu bienestar.

Francisco Javier Rodríguez del Valle es psicólogo clínico e hipnólogo.

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