Sánchez, entre Abascal y Junqueras.
Sánchez, entre Abascal y Junqueras.

En la madrugada del 29 de abril, mientras comenzaban a hacerse los primeros análisis electorales, nadie dudaba de que un pacto entre el Partido Socialista y Unidas Podemos sería la base para una nueva legislatura progresista. Siete meses más tarde y con otras elecciones de por medio, por fin se ha logrado un pacto. Un pacto insuficiente para gobernar, pero lo suficientemente mediático para tapar la debacle electoral de ambos partidos. A su vez es un pacto que da una oportunidad única, o encumbra a la izquierda o la hunde en la miseria. 

La actitud ególatra de cada uno de los candidatos ha conseguido vislumbrar cómo la sociedad española ha adelantado a sus políticos, aunque esto será analizado más adelante. Pedro Sánchez lleva ansiando el Gobierno desde que cogió su coche para hacer campaña en la primarias del PSOE, el resultado es haber conseguido bloquear el país hasta límites insospechables. Lo más parecido a la izquierda que se puede encontrar en el congreso es Podemos. Por primera vez, la clase trabajadora tenía la oportunidad de ver un ministro no influido por las grandes empresas, se desperdició en aras del narcisismo del líder. Y Rivera ha vagado durante toda la campaña como un mal pintor que se ha quedado sin mecenas, de ridículo en ridículo. Tan mal lo ha hecho, que ha optado por dimitir. Pronto le llegará la factura a pagar de diferentes medios y empresas.

El gran beneficiado de la noche fue Vox. Un partido que siempre ha estado ahí, pero que nunca se había manifestado con tanta ansía. Al igual que pasó con Podemos y el PSOE, un gran número de votantes del PP en la época del bipartidismo simplemente respondía al voto más cercano a su realidad. Ahora, con la bifurcación del Partido Popular en Ciudadanos y Vox, una gran mayoría opta por ideas ultras.

[caption id="" align="alignnone" width="414"] Comparación resultados elecciones generales Andalucía 10N y 28A. Fuente: El País[/caption]

[caption id="" align="alignnone" width="414"] Comparación resultados elecciones generales Andalucía 10N y 28A. Fuente: El País[/caption]

Las antillas de la izquierda

Walter Benjamin dijo que allí donde haya una extrema derecha que triunfa, hay una izquierda que ha fracasado. Centrándonos en el caso de Andalucía, sería incoherente no atender a la frase.

[caption id="" align="alignnone" width="481"] Resultado elecciones 10N en Andalucía. Fuente: El País.[/caption]

La derecha más liberal y conservadora, encabezada por Vox logra situarse en la tercera posición en Andalucía. En provincias como Sevilla y Huelva logran entrar en la segunda posición. Es necesario argumentar que una gran mayoría de esos votos no pertenecen a las clases trabajadoras. Sin embargo, poco a poco, estas ideas están empezando a calar en los de más abajo. Para entender cómo se llega hasta esa situación es necesario plantearse qué ha hecho la izquierda con las zonas más periféricas.

La nueva izquierda nacida del 15m se puede dividir en dos, jóvenes que aman los animales y la naturaleza, pero que odian ir al campo y recoger los excrementos de sus perros, o en jóvenes que fabrican desde sus cuentas en redes sociales una izquierda de laboratorio y que ponen en práctica jugando a ser revolucionarios. Es una generalización, pero las generalizaciones no fallan, sólo dan un primer espectro de la realidad. Viendo como son los prototipos de jóvenes de izquierda, queda claro que estos sólo pueden ser de ciudad. Así, el resto de mortales que no son tan guapos como ellos, quedan reducidos a ignorantes provincianos.

[caption id="" align="alignnone" width="706"] Resultado elecciones 10N en Dos hermanas y Loja. Fuente: El País.[/caption]

Un ejemplo de cómo la izquierda ya no representa a las clases más trabajadoras queda reflejado en el resultado electoral en Dos Hermanas y Loja. Localidades donde la agricultura tiene gran importancia, y donde los trabajadores se han sentido señalados por la izquierda. La izquierda transgresora y moderna, tacha a los habitantes de estas ciudades como reaccionarios. El no tener mascota, hacer la matanza o no hablar de forma inclusiva te coloca en una situación incomprensible para alguien que vive en Malasaña haciendo perchas de cuero financiadas por sus padres. Y aún así, el ejemplo de izquierda es el de Malasaña, por ser ecofriendly.

El fin de la clase media

Al comienzo del artículo se comentaba que la sociedad española había adelantado a la clase política. No es un adelantamiento que le coloque en una mejor posición, sino que la sociedad ya ha llegado al nivel de Europa y Norteamérica, mientras que clase política sigue instaurada en los coletazos de la crisis.

En todo el eje capitalista, y con el fin de vencer a la URSS, se desarrolló el concepto de “Clase media”. Un lugar social que te hace ser pobre pero pensando que estás más dentro del grupo de los ricos. La idea resultó brutal, pero fue Margaret Thatcher quien la remató. La dama de hierro dió la oportunidad a los obreros afectados por la desindustrialización de tener una vivienda propia, estas eran de bajo coste y a las afueras de las ciudades. Esta medida hacía al trabajador pensar que ya estaba en un escalón superior, de este modo la clase media avanzaba hacía ser la gran mayoría social. La realidad llegó en la crisis de 2008, la clase media bajo el nivel adquisitivo y la izquierda no supo responder a esto.

De esto modo, el eje izquierda-derecha quedaba anticuado, dando paso al eje globalización-nacionalismo. Este eje comenzó en EEUU, Reino Unido, Francia, Italia y en 2019 comienza a verse en España. La gente trabajadora ya no es de izquierdas, sino que está a favor de lo suyo. Y Vox ha sabido darse cuenta de ello. Por el contrario, las clases medias altas ya no siempre son de derechas, ahora pueden ser modernas y transgresoras, como en el caso de Más País.

De esta manera, la división entre habitantes de la capital y provincianos se sigue acentuando, y más en un país donde todo está en Cataluña, Madrid o País Vasco.

Una clase media cansada de los más ricos y harta de que le roben su dinero. Ante esto, es necesario alertar que con la salida de Reino Unido de la Unión europea, España deberá ingresar más dinero, y recibirá menos ayudas y subvenciones para el campo. Un campo perfecto para que entren a jugar los populismos

Los nacionalismo periféricos, otro balón dividido donde la izquierda no mete el pie

Aunque el punto diferenciador de España y el resto de países de la Unión europea es su problemática con los nacionalismo periféricos. Las regiones más ricas quieren separarse de las pobres, pero para ello usan palabras progresistas como democracia o cultura lingüística.

Este juego de ser progresistas ha dado votos a muchos partidos, entre ellos los considerados como de izquierdas, que sin vergüenza alguna dejaron de lado el internacionalismo y la igualdad para lograr un puñado de votos de hijos de papá con camisetas biodegradables del Che Guevara. El resultado era de esperar, parte de la izquierda catalana se ha sumado al juego del lazo, mientras que una importante parte de los charnegos se ha tenido que ir al lado de la derecha. Sin ser de derechas, sólo por no estar en el lado de los que llaman a sus abuelos andaluces o extremeños una raza ignorante.

Sin embargo, la batalla no se vive sólo en Cataluña. El resto de España ve colas en el paro y en la sanidad, barracones en la educación. Y la respuesta de la izquierda es un lazo y una superioridad moral donde dicen que no sabemos votar, y que por gente como la andaluza se está volviendo a 1936. Como respuesta inmediata y lógica, desde el sur, se genera odio, y los populistas saben captar el odio como nadie.

El PSOE, una y otra vez

A pesar del resto de partidos, el ganador de las elecciones ha sido el PSOE. Ha ganado votos en las regiones más pobres a costa de ver avanzar a la ultraderecha. Estos votos de las regiones más pobres son la lacra que será estudiada en los libros de historia del siglo XXII. Un caciquismo basado en convertir en pobres a sus ciudadanos a través del PER. Un caciquismo que hace que Andalucía sea la región con un nivel cultural y educacional más bajo de España. Con una educación pública basada en clases de 40 alumnos, paredes que se caen, frío en invierno, calor en verano y el mayor paro de España junto con Extremadura. Y la izquierda mirando al norte.

Recuerden que cuando los otomanos toman el magnífico imperio romano de oriente, estos estaban decidiendo el sexo de los ángeles y los turcos entrando con espadas. Esperemos que no haya madrugada electoral en marzo de 2020, porque más de uno se vería sorprendido con una bandera en su burbujita eco-friendly.

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