Agrario se define como la unión de lo agrícola, ganadero y forestal, en el más amplio sentido de lo no urbano (definición de rural). Un interviniente en una mesa de información pública sobre reforestaciones, sentenció que el valor de una finca forestal era cero, desde el mismo momento que se plantaba en ella. Quizás a los 30 o 40 años, si se tuviera un encinar o alcornocal, si se podría aprovechar, finalizó. Así nos va, confundiendo valor y precio.
Si hubiese que enumerar fuentes de vida, oxígeno, agua, tierra, con el mismo rango, deberíamos incluir cualquiera de sus denominaciones, selva, bosque, monte o floresta, representando la tierra que se eleva, atraída por el cielo.
Las altas funcionalidades de nuestros montes los hacen esenciales, siendo primordial comunicarlo, enseñar su importancia desde la escuela, para no caer en errores que condicionen nuestra propia existencia. A saber, reservas de agua y oxígeno, fijación de CO₂, lucha contra la erosión y el desierto, reservorio de biodiversidad, paisaje, uso recreativo, educación ambiental, senderismo y romerías, productos forestales como madera, corcho, aromáticas, piñones, miel, setas, caza, pesca, espárragos, resinas, frutas silvestres, ...
Inundaciones, temperaturas extremas, garantía de abastecimiento urbano, desertificación, sequías, grandes incendios, regulación del clima, virus y plagas no se pueden abordar sin la floresta, acompañada de su gestión adecuada.
Sucesos históricos demuestran mucha mayor efectividad en vidas humanas, tiempo y coste plantando un árbol, una siembra de pastizales, ejecutando fajinadas, generando empleo rural en pastoreo y selvicultura que camiones de hormigón en muros o losas. Quizás en este mundo de billones, el problema sea que es demasiado económica la solución.