Un animalista llamado Blas Infante

Últimas investigaciones sobre su figura han puesto en valor facetas que complementan su primera vocación con otras, no menos importante, que acompañan su visión del Ideal Andaluz

Busto de Blas Infante en el Parlamento.
Busto de Blas Infante en el Parlamento. MAURI BUHIGAS

Sabida es la proyección social y política de quien el Parlamento de Andalucía (1983) y el Congreso de los Diputados (2002) nominan como Padre de la Patria Andaluza. Sin embargo, últimas investigaciones sobre su figura han puesto en valor facetas que complementan su primera vocación con otras, no menos importante, que acompañan su visión del Ideal Andaluz. Todas representan la heterodoxia, profundidad y coherencia de  un proyecto de vida que pone a Andalucía en el centro de una propuesta integral armonizando la evolución personal con la social.

Si hasta ahora el periodo de Infante en Isla Cristina (1922-1931) se había interpretado como un mero paréntesis en su labor pública, lo cual es cierto por mor de la dictadura militar primorriverista, despunta ahora percibir ese clásico “exilio interior” como nueve años donde el retiro isleño es prolijo en viajes pero también en experiencias -familiares (sus dos primeros hijos) y vitales- para la construcción de su discurso. A su conocido viaje a Agmat del que brota su teoría del flamenco como “felahmengu”, su homenaje al rey poeta Motamid en Silves, pasando por los contactos en Madrid con las élites andaluzas políticas y artísticas hasta su visita a la Costa de la Muerte donde toma contacto con el galleguismo… conviene ahora sumar una dimensión animalista cuya narrativa pedagógica ya había iniciado el notario con Cuentos de animales (1921). Proyección ésta, no menos importante por cuanto coherentemente encajada en una causa que complementa su ideal social y político con la espiritualidad en la persona.

Hasta el presente sabíamos que los círculos andalucistas en sus publicaciones se manifestaban muy sensibles en la defensa de las aves y árboles, criticando las carreras de galgos, peleas de gallos, caza de zorros, tiro de pichón… así como en sus duras críticas a la tauromaquia. La revista Córdoba analizada por Manolo Hijano es un buen ejemplo de ello. Muy especialmente en el último de los ejemplos citados, aquel espectáculo de masas no sólo significaba una supuesta tradición cruel y sin sentido, sino que convertida por esos años en un alienante vicio social, implicaba dejar tierras sin cultivar para dedicarlas a la cría de reses.

Texto de Blas Infante.
Texto de Blas Infante.

Apelando a la limitación de la pretendida superioridad de los seres humanos dentro del reino animal, el andalucismo infantiano dibujaba ya una inédita mentalidad por delante de su época. Otra más. Sensibilidad ante otros animales sintientes, reconociéndoles derechos dentro de una nueva ética entre especies como incipiente reto moral y colectivo. Bajo un espíritu de unidad entre todo lo creado y desde el respeto a los derechos de todo ser vivo, se rechaza la mofa, crueldad o vejación hacia ellos. El médico Antonio Ariza, íntimo de Infante, fue cómplice en esta avanzada interpretación hacia animales y naturaleza, como una realidad que supera la simple emoción protectora para alcanzar un plano elevado más vital y filosófico.

Infante nos ha legado de su periodo isleño un manuscrito —recientemente transcrito e interpretado (en prensa) — a partir de sus presumibles vivencias con un zorro al que domestica una vez matan a la madre para cobrar recompensa. Resultado de aquella complicidad entre ideólogo y animal, es el cuento animalista e intimista: “Don Dimas. (Historia de zorros y de hombres)”, texto que nos abre las puertas para acceder al misticismo que rodea la espiritualidad y en sentido pleno de la vida y la verdad en la utopía infantiana. Entiéndase ésta como una hoja de ruta destinada a un cambio activo e interior donde la existencia de hombres y mujeres, no sea un primario tránsito adaptativo, ya sea reproductivo o bien de mera subsistencia.

Un cuento animalista donde se descubre el sugerente mundo interior del casareño, motivado por las vivencias y dudas que le despierta aquel zorro cómplice. La historia de Dimas, con seguridad su texto más emotivo, se convierte así en algo más que una simple ficción, divertimento literario o parábola animalista: es una fábula llena de valores trascendentes para este siglo XXI que cotizan al alza el humanismo del andalucista. Dicho esto, cabe interpretar sus conocidos textos sobre la Plegaria del pájaro o Los mandamientos de Dios en favor de los animales, como su particular síntesis de valores morales y consejos prácticos; los cuales guardan, con la misma intensidad que sus cuentos, reflexiones didácticas dirigidas, sobre todo, a los más pequeños. 

Por otra parte, gracias a la labor del investigador local isleño, Vicente López Márquez, se ha logrado recuperar para la vida y obra de quien fue su vecino ilustre, dos textos inéditos que avanzan en la dimensión que da sentido a este artículo. Publicada en la casi desaparecida revista local Argos, el estudioso López Márquez, ha logrado a través de sus copiosos estudios sobre la localidad onubense rescatar una inédita Plegaria del perro realizada bajo el mismo espíritu que la dirigida a las aves: aforismos para reflexionar, tomar conciencia y cambiar mentalidades.

De otra parte y también gracias a López Márquez, ha sido posible poner en valor un importante documento histórico del que el próximo año se celebra su primer centenario y esperemos que el Cabildo isleño lo sepa conmemorar y recordar a sus paisanos y andaluces en general. Infante, de la mano su amigo el Alcalde Pérez Romeu, redactan la primera normativa existente en España donde se prohíben espectáculos y juegos que maltraten a los animales. La valiente iniciativa es aprobada por la permanente municipal el 1 de noviembre de 1924.

Esta pionera medida de la corporación isleña no sólo considera el respeto al animal bajo una exclusiva dimensión festiva o pública, sino que traslada su protección al ámbito doméstico-privado y laboral, reclamando un trato lo más “humanamente” posible. El acuerdo ampara discreción y honra para el momento del sacrificio animal a la vez que previene, anticipándose al futuro y a vacíos normativos, sobre la posible visita de espectáculos ajenos al municipio donde tengan lugar malos tratos. La señalización recogida en tal sentido, alertaría a visitantes explícitamente sobre estas intrépidas medidas. Incluso, dado el caso, derivaba hacia padres o tutores la responsabilidad que hubiese, describiendo la norma un conjunto de medidas disciplinarias como nuevas funciones para la guardia local.

Sin duda estamos ante un nuevo enfoque interpretativo de la personalidad y vida de Infante y su andalucismo, del que algunos apuntes ya fueron avanzados por la profesora Leonor de Bock en este mismo medio digital, esta vez como visionario y adelantado en la defensa de los derechos para todo ser vivo. Paradójicamente, una constante preocupación personal del casareño hacia la plenitud y el equilibrio para con todo lo creado, que finaliza cruelmente en 1936 de manos de quienes quisieron acabar con todo ideal que no fuera el suyo.

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