'Familiadores'

Un chapó para Juan, César y todos los voluntarios y colaboradores que forman parte de Afasode, quienes han demostrado que los jóvenes con ganas, si tienen un mínimo de apoyo, salen adelante. ¿Los vamos a dejar solos?

Voluntarios de Afasode con jóvenes migrantes acogidos.
Voluntarios de Afasode con jóvenes migrantes acogidos.

Hoy me gustaría hacer una reflexión en torno a un tema que, no sin razones objetivas, genera mucha controversia y disparidad de opiniones. Por ello, quiero mostrar una cara de la moneda de la que poco se sabe y presentar una experiencia positiva que nos va a dejar cavilando. Se trata de los jóvenes tutelados por la Junta de Andalucía, la mayoría de ellos inmigrantes, más popularmente conocidos como Menas (menores extranjeros no acompañados).

Estos menores, españoles y extranjeros, de todas las edades, están a cargo de la administración autonómica hasta que cumplen la mayoría de edad. Y la cuestión es la siguiente: qué pasa con esos jóvenes, criados con cargo a la administración autonómica, el mismo día que cumplen 18 años. Pues por muy contradictorio que pueda parecer, que lo es, se van derechitos a la calle. Se acaba la tutela y se acaba la atención, la alimentación, la educación, la formación… todo. Se quedan literalmente sin techo, porque los pocos recursos para que emprendan esta nueva etapa son realmente exiguos, testimoniales, casi inexistentes.

Y no estamos hablando de unos pocos, sino que aproximadamente un 10% de los jóvenes que permanecen en los centros de protección de menores salen cada año como extutelados. Es decir, se invierten recursos públicos en acoger a estos niños sin familia pero se entiende que a los 18 años, de la noche a la mañana, deben salir al mundo, solos, a buscarse la vida. ¿Dónde queda todo ese esfuerzo, subvencionado por todos, para que esos niños y jóvenes se integren adecuadamente en nuestra sociedad? La respuesta es simple además de dura: queda en la nada más absoluta.

Y lo que es más grave aún: ¿cómo hacen esos jóvenes para sobrevivir? ¿Tiene sentido tutelar a unos menores sin familia para luego dejarlos en una situación de alegalidad, en el caso de los extranjeros, y abandonados? Los caminos que cogen muchos de ellos son los que luego se nos vuelven en contra, ya que se convierten en carne de cañón para la marginalidad, así como generan conflictos sociales.

Esto está pasando todos los días, pero pocos nos enteramos de esta fea realidad, de la que fui consciente gracias a Juan Molina y a César Muñoz, de la Asociación de Familias Solidarias para el Desarrollo (Afasode), quienes junto a los demás miembros de la asociación, de una calidad humana sobresaliente, han puesto en marcha a base de mucho esfuerzo personal y, sobre todo, de mucho corazón, un piso de acogida para jóvenes extutelados de la Junta de Andalucía.

Porque a los 18 se quedaron sin tutela y, por lo tanto, sin contención ni ayuda. Qué mínimo, como ya ha solicitado Afasode en el Parlamento andaluz, que estos jóvenes, los que por supuesto quieran estudiar, formarse y labrarse un futuro, estén tutelados hasta los 25 años.

Es significativo, y a esta reflexión es a la que quería llegar, que los jóvenes del piso de acogida de Familias Solidarias están saliendo adelante con sus estudios, algunos de ellos ya han encontrado trabajo y, como consecuencia de ello, han empezado a caminar solos, a ser independientes. Con tan sólo facilitarles un poco las cosas, han respondido.

Actualmente, son ocho los extutelados que conviven en la vivienda que dirige de esta asociación y que está ubicada en Chiclana. Y digo dirige, porque los voluntarios de Afasode actúan como lo haría cualquier familia, guiando los pasos de sus hijos, estableciendo normas, enseñándoles a ser autónomos y responsables, motivándoles a tener proyectos de futuro y a luchar por alcanzarlos, dándoles apoyo y cariño, acompañándoles al médico, celebrando sus cumpleaños o escuchándolos cuando lo necesitan. En definitiva, dando familia, algo que para estos jóvenes, es un privilegio.

Este proyecto, llamado Emprendiendo el vuelo, les facilita básicamente, un alojamiento, prácticas en empresa y la búsqueda de un trabajo. ¿Subvenciones públicas? Ninguna. Todo se logra a base de ayudas, colaboraciones y mucha solidaridad de particulares y empresas de la provincia de Cádiz. Lo que empezó siendo un proyecto difícil, pero con mucha ilusión, se hace realidad y toma dimensión.

Desde aquí, un chapó para Juan, César y todos los voluntarios y colaboradores que forman parte de Afasode, quienes han demostrado que los jóvenes con ganas, si tienen un mínimo de apoyo, salen adelante. ¿Los vamos a dejar solos?

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