Ante las elecciones (y II)

Dudo que superen el 1% los medios de comunicación de masas: (libros, internet, revistas, películas, periódicos, radio, grabaciones y televisión) que sean libres

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Gestor cultural.

Papeletas en las elecciones andaluzas de 2022.
Papeletas en las elecciones andaluzas de 2022. MANU GARCÍA

Nos encontramos en una situación de colapso informativo y educativo. Los medios informativos del país, digan ellos lo que quieran, están en su abrumadora mayoría apoyando a la derecha pura y dura o a la descafeinada con siglas y personas muy contradictorias. Algunos de ellos de forma abierta, otros  disfrazados de neutrales libres e independientes,  pero “la verdad es la que es, aunque se mire al revés” (A. Machado) y es solo leer con calma o pensar un poco en lo que dicen o insinúan para llegar a conclusiones.

Puesto que la actual no es considerada época de revoluciones ni por los “revolucionarios”, en estos momentos creo que la única posibilidad de un pequeño o minúsculo cambio, solo se puede obtener mediante el voto, algo que también creen los detentores del poder y por eso toda clase obstáculos legales o ilegales para dar el mínimo acceso posible a los medios informativos a las fuerzas políticas algo más rebeldes (Ver campaña actual TVE).  Por eso mi insistencia en pensar, y ver la realidad al margen de bellos cuadros y promesas y actuar en consecuencia.

Los medios de comunicación de masas son esenciales y su influencia supera, ampliamente, la de los hechos y los de la razón. Contra la represión legal (legal no es sinónimo de justo) negando a ciertos partidos el derechos a exponer sus ideas en los medios públicos solo cabe denunciar y actuar. 

Dudo que superen el 1%  los medios de comunicación de masas: (libros, internet, revistas, películas, periódicos, radio, grabaciones y televisión) que sean libres. Si los medios en cuestión no lo son, resulta absurdo buscar a la persona que pueda manifestarse libremente a través de ellos. 

Pero siempre existe el 1% o la excepción.

Los periodistas, escritores, guionistas… que se proclaman y se jactan de ser “libres” y de que nadie les ha dicho nunca como escribir o manifestarse en un medio no independiente, o son ilusos o embusteros, cuando no ambas cosas. Alardear sin necesidad de algo falso es una forma de anularse a sí mismo al no ser capaz de autocriticarse y  no entender la situación en que se encuentra: al servicio de unos medios de comunicación que son el ala propagandística  primordial de un sistema planetario de destrucción de los valores morales, como paso esencial para la explotación económica. Esto no excluye, que circunstancialmente, haya algunas personas libres ejerciendo en esos medios, pero son pocas y muchas veces como “modelo/ejemplo” de que el citado medio es libre e independiente. 

La situación para los periodistas también es muy complicada y hay que subsistir a veces de forma desagradable, y dentro de esta forma buscar la menos desagradable posible, pero es muy grave no verlo ni entender que se está encadenado, a veces mentalmente, a un sistema estructural concreto del que son “servidores” involuntarios y rebeldes en los que “confía” el poder (mientras le interesa), pues dan al exterior, la apariencia libre y neutral que ese poder quiere vender. En el mejor de los casos, esos periodistas e intelectuales “libres” merodean por los bordes del abismo de ignorancia (no artificial), en que se encuentra la humanidad. 

Hoy es muy común oír a periodistas y tertulianos conocidos decir: “Lo que más me gusta (de tal medio) es que no me dice ni qué,  ni de qué tengo que escribir” 'Nunca me han dado órdenes; Soy libre de hacer lo que quiera” (1). Es la estupidez mayor que puede decir un periodista con sentido común.

El famoso y conocido periodista y escritor norteamericano Michael Parent dijo a otro en una ocasión: Tú dices lo que te gusta, porque a ellos les gusta lo que dices…. no sabes que llevas una correa si la llevas puesta todo el día. (1).   

También es bueno recordar lo que Noam Chomsky  dijo a un joven y después famoso Andrew Marr:

No digo que te autocensures. Estoy seguro de que crees todo lo que dices. Pero lo que estoy diciendo es que si creyeras algo diferente, no estarías sentado donde estás sentado.(1).

O sea, más claro agua, la casi totalidad los medios de comunicación masiva están en manos de las élites capitalistas. Los periodistas y por consiguiente sus escritos son analizados y  filtrados  a través de los sistema de propaganda  establecidos por esas élites, de tal modo, que cada día es más difícil para los periodistas “incendiarios” o simplemente “incómodos” pasar los filtros establecidos. Desde el principio, son fácilmente identificables para el sistema controlados y vigilados, y bien, o se ajustan y aprenden a “comportarse” dentro de las normas, o son despedidos, o situados de tal forma, que imposibilita su desarrollo profesional.

En España, las pocas personas que decían la verdad, en los llamados medios “principales” han sido desterradas. Hoy algunas continúan con sus columnas semanales y da pena o tristeza leerlos, pues escriben, muy bien por supuesto, y nada dicen. Quizás como ejemplo  nos sirva lo que dijo en 2018 el famoso periodista, John Pilger en una entrevista radial: "Mi periodismo escrito ya no es bienvenido en The Guardian que, hace tres años [2015], se deshizo de gente como yo en una especie de purga de aquellos que realmente decían lo que The Guardian ya no dice".(1).

No se trata aquí de profundizar sobre los problemas que trae a la sociedad la situación en que se encuentran los medios de información. Se trata de que la sociedad tome conciencia de en qué terreno se informa y de quienes está jugando en ese terreno. Algunos periodistas e intelectuales (pocos en España) ya están denunciando y luchando por cambiar la complicada situación. Parenti y otros ya explicaron y apuntaron soluciones. Se trata de, pese a las dificultades, intentar desarrollar “la peligrosa novedad de discurrir” y, a través de ello, con protestas públicas a gran escala y la insistencia en forzar un cambio de bases, contenidos, no de imagen, siendo: “Cada vez está más claro que la única forma de hacer que los gobiernos y los líderes mundiales actúen como deben es a través de la presión popular que los obligue a hacerlo”. (1).  

Esto solo sucederá con protestas públicas a gran escala: La democracia, si es que existe, está rota.  Depende de nosotros la solución.

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