El andalucismo, mi inquietud

La inquietud verdiblanca es la única bandera donde agarrarse para principiar en una primavera de oportunidades para todos y todas

Joaquín Francisco Castillo Eslava.

Doctor de Economía por la Universidad de Cádiz

La Torre del Oro iluminada con luces con la bandera de Andalucía, uno de los monumentos más significativos de Sevilla..
La Torre del Oro iluminada con luces con la bandera de Andalucía, uno de los monumentos más significativos de Sevilla..

Por ti inquietud mi locura desatada. La manera de vivir la vida originando interrogantes anárquicos, a diario, hace que presuma de una libertad revolucionaria en ese ansia por la juventud eterna. 

Nadie me besó como tu; nadie me acarició como tu; nadie me quiso como tu; nadie me entendió como tu; nadie me susurró como tu; nadie me conversó como tu; nadie me enamoró como tu; nadie me cautivó como tu; nadie me embriagó como tu; nadie me tuvo las noche en vela como tú. Tanto fue el amor que se inició entre tú y yo, que mi corazón acabó con forma de estrella tartésica. 

Mientras el orbe giraba debido una superficialidad societaria, que es el anuncio de una muerte cultural segura, mi semblante quedaba marginada en los libros para hacer de mí una persona libre. Asimismo, entendí que la pluma es el mejor disparo contra las desigualdades y, además, es una manera de manifestar lo que ocurre a nuestro alrededor. 

Anduve por tierras latinoamericanas, cerca del lustro, encontrando el amor perdido. Sin embargo, fuiste tú Andalucía al susurrar tus barrios, sentir tus penas y padecer tus miserias lo que me hizo estallar mi pasión contigo y convertirte así, en mi amor verdadero; es decir, en ser la mayor de mis inquietudes. 

Sin inquietud en el andalucismo, la sociedad andaluza naufraga en una tierra cuyo acento, historia, himno, cultura, economía y solidaridad siempre estarán vinculado al último escalón de la jerarquía societaria. En este sentido, la inquietud verdiblanca es la única bandera donde agarrarse para principiar en una primavera de oportunidades para todos y todas. De lo contrario, el único patrimonio que poseeremos será la indolencia siendo ésta tan peligrosa como aquellas épocas casposas del blanco y negro. 

Sin la inquietud del andalucismo, estaremos obligados a ser marionetas de un sistema centralista dominado por una élite socioeconómica que, sin ni siquiera preguntarnos, nos marca un rumbo extractivista donde levita limosnas para nosotras y nosotros en favor de la perpetuidad de sus privilegios. Por tanto, regaremos jardines de inequidades hasta el límite de ver decorada de dadivas cada adoquín callejero de nuestras ciudades, mutando la pobreza como en pasajes dignos en vez de indignos. 

Por ello, entendí que con satisfacer, únicamente, mis necesidades no me iba a acomodar, de ahí que, mi inquietud por Andalucía explosionará convirtiéndome en andalucista. Una persona que nace o vive en Andalucía no puede conformarse, exclusivamente, con ver su oportunidad como único objetivo personal ya que la oportunidad debe ser para todos y todas. De lo contrario, tu sensibilidad es tan triste como una barriga vacía. 

En esta línea, ante el conformismo centralista, nuestra esperanza es radiar en un rebelde andalucismo que navegue, desde lo occidental hasta lo oriental,  por todo el Guadalquivir en unos barcos de papel donde los cañones no contengan bombas de acero sino bombas de inquietudes andalucistas donde sus ondas expansivas penetren hasta las trimilenarias grietas de cada rincón de nuestros inefables pueblos. Asimismo, sí logramos que el andalucismo sea la mayor de nuestras aventuras al mundo andaluz, todavía, le queda una última oportunidad.   

La inquietud, esa mujer u hombre que un día me beso y, a partir de ahí, nada fue lo mismo.

De tanto pensar en ti; de tanto querer tu bienestar te has convertido en mi mayor inquietud y, caminando por los senderos de tus campos, playas y montañas, con un libro bajo el brazo, me he dado cuenta que eres lo más hermoso de resolver. 

Siempre me tildaron de iluso pero que hago inquietud mía si posees más incógnitas que lunares posee un vestido de flamenco. !Ay! no me mires, no me mires así que con tu mirada verde aceituna me sonrojas y me pones los cachetes color de fresa. Si quieres una flor para adornar tu cabello de sierra morena no te preocupes que yo te traigo una de las que habitan en las macetas de algún patio de la judería. Veo que te gustas pasear conmigo, pero claro con estos balcones que nos deja la bajamar, con sus eternos crepúsculos de cárdenos vencidos y estampa golfa del Atlántico, es imposible no querer dejar huella en sus mojadas y húmedas arenas. De tanto, platicar nos asoma el apetito, pero no te preocupes que te invito un espeto y así de paso saludamos a nuestra vecina África. 

Seguimos nuestro caminar, la noche acecha y aprovechamos una larga caña, que sirvió antes para espetar la sardina, para que con su fuego ésta nos proporcionase luz y calor puesto que el frio empezó a calumniar cada uno de nuestros sentidos. Y, sin darnos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, nos encontrábamos en el techo andaluz y pudimos divisar toda nuestra iridiscente y etérea frontera geográfica donde pude exclamar y palmear con certeza: ¡qué bonita eres Andalucía!. Los astros de la bóveda cada vez tiritaban con menor intensidad, las temperaturas empezó a caer hasta que la naturaleza te regalaba copos de nieve; así que fuimos al desierto, cerca del Mediterráneo, para apaciguar el frio de nuestro cuerpo.  

Una vez allí, ingenua, quería tocar un cactus y le dije que tuviera cuidado porque tiene espinas y ya bastante nos llevan pinchado, ayer, con la rosa; y, hoy, con la gaviota. Aunque, parece ser, que, también, la marea morada, se empeñan en punzar nuestra soberanía, debido que no entienden que, desde Despeñaperros hasta el beso interminable del mar con el océano, las decisiones se fraguan en Andalucía, y no en ninguna sede capitalina.

Dicen que pueblo inquieto, pueblo que mata las desigualdades. Por ello, La inquietud andalucista, es el ropaje que debemos de llevar con nosotros, en las carreteras de nuestras prerrogativas para que en nuestros bolsillos contengan, infinitamente, la lucha de nuestras injusticias y el apolíneo de la juventud. Sin embargo, si no logramos tal inquietud nuestro anuncio será un grillete, una esquela y un ataúd.  

Andalucía, la “matria” que me pario; el andalucismo, mi inquietud y el combate contra los dolores” que menciona Blas Infante, debe ser la mayor de nuestras victorias. 

El andalucismo, esa inquietud con rostro de mujer y hombre, que un día me beso y, a partir de ahí, nada fue lo mismo.

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