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No se debe mezclar los institucional-público-estado y lo religioso.

Sobre la relación entre la Semana Santa y el Ayuntamiento nos entendemos fácilmente siempre que no entremos en “modo” Sálvame Deluxe. El entendimiento y el debate sano se interrumpen siempre que los argumentos pasan a un segundo plano, se grita y se interrumpe, se buscan titulares antes que la verdad, se ocultan los verdaderos intereses y se fomenta la confrontación por sistema.

El otro día participé en una tertulia radiofónica sobre la Semana Santa junto con Gonzalo Rodríguez Alcántara, David Gallardo, Jaime Núñez, José Luis Fernández (cofrade de la Yedra), Gabriel Álvarez, jefe de informativos de Cope y delegado diocesano de Medios de Comunicación, y Eva Nicasio, que la moderaba. Tuvimos la habilidad de no entrar en “modo” Sálvame Deluxe

El Ayuntamiento tiene que relacionarse con las hermandades como con un colectivo más y con la Semana Santa como un hecho social y cultural global, en que la religiosidad es solo uno de sus elementos. No se debe mezclar los institucional-público-estado y lo religioso. La relación con un colectivo tan importante puede requerir de gestos de buena vecindad. Todos estábamos de acuerdo en que:

La entrega del Bastón de Mando al Cristo de la Viga está fuera de lugar.

Las autoridades, la alcaldesa, pueden ir al pregón de Semana Santa, no hay necesidad de que esté junto a la autoridad eclesial (el obispo), puede seguirlo desde el patio de butacas.

Las hermandades no tienen por qué interpretar que si no se las visita en el día en que procesionan es una falta de consideración y respeto. 

Unos no compartimos que las Autoridades Públicas participen en desfiles procesionales, otros no ven un problema en que asistan los concejales como tales. Todos coincidimos en que no tiene que ser un problema que no asistan.

Deben publicarse en el Portal de Transparencia Municipal los gastos de los servicios municipales con motivo de la Semana Santa (limpieza, seguridad, televisión, etc.) y de cualquier otro evento de esta naturaleza, incluido montaje de palcos, así como los ingresos que obtienen las hermandades de su explotación. Todos de acuerdo.

Hay demasiados palcos, es necesario garantizar la accesibilidad de todas las personas y la accesibilidad y movilidad en la ciudad en la “carrera oficial”. Todos de acuerdo. Sobre el modelo de montaje, hay opiniones, lo fundamental es la transparencia.

Hay demasiadas procesiones religiosas en el calendario fuera de la Semana Santa. Todos de acuerdo.

En mi opinión, estoy convencido de que podemos encontrar a cofrades y hermandades, u otras personas católicas, que no comparten en qué se ha convertido la Semana Santa, pero el debate no es ese.

El tema es qué papel debe cumplir la administración pública en un hecho que tiene dimensiones religiosas, culturales, patrimoniales, de ocupación del espacio público, económicas, etc. Es habitual deslizar el debate a una dimensión a otra según convenga. No debemos caer en eso.

Si las hermandades piensan, y el Ayuntamiento está de acuerdo, que las autoridades publicas deben tener algún gesto público con unas entidades religiosas que mueven a miles de personas como una forma de reconocimiento y buena vecindad, sin necesidad de potenciar dinámicas de “identificación confesional”, que se reúnan, acuerden esos gestos y los expliquen a la ciudadanía. Pero que se recuerde siempre que la Constitución recoge que “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”. (Art.16.3). El Ayuntamiento es “Estado”.

Si las hermandades quieren reivindicar su contribución al turismo y la economía como un valor y quieren que su "esfuerzo" se compense porque genera beneficios para toda la ciudad, y el Ayuntamiento así lo reconoce, lo propio es que se sienten con el Delegado de Economía, con los hosteleros, con los supermercados, con las empresas de servicios y hablen de esa dimensión, sin mezclarla con la cultura o la religión, que hagan cuentas, pero de verdad.

Si las hermandades quieren seguridad y que se respete su derecho a tener unos momentos de expresión pública de su fe sin contratiempos, entonces hablamos con  Seguridad y Movilidad, y con la Policía. Y si a la vez quieren invitar a toda la ciudadanía a sus desfiles procesionales y requieren de apoyo público para hacerlo, entonces hablamos de accesibilidad, de compatibilidad del uso del espacio con otros usos también públicos, de igualdad de oportunidades a observar el “espectáculo” en los mejores lugares, etc.

Si las hermandades quieren difundir y conservar un patrimonio, que siendo privado, tiene vocación de disfrute público hablamos con Cultura, y establecemos una relación como si se tratara del patrimonio privado de cualquier otra entidad.

Si lo que quieren es que se apoye y reconozca su labor labor social y asistencial, pues que se integren en las redes habituales con Cáritas y otras ONG y se relacionen con Bienestar Social durante todo el año.

Y si queremos analizar la relación política entre algunas, pocas, muchas (en eso hay opiniones) de las hermandades, el Ayuntamiento y los partidos que gobiernan, relación de conveniencia y de clientelismo que es absurdo negar, pues lo hacemos también, como lo hacemos con cualesquiera otras entidades asociativas importantes, ni más, ni menos. 

Sobre todos estos temas se puede hablar y definir una posición por parte del Ayuntamiento y de los grupos políticos, lo que no se puede hacer es ir a golpe de titular, de improvisación y tratando siempre de utilizar este tema para generar ruido.

En cuanto al papel de la mujer en la Semana Santa, que tanto ha dado que hablar este año, me parece bien que se debata, igual que se hace o debería hacer en cualquier otro ámbito, político, económico, laboral, social, en los que tanto queda por hablar y actuar. Hasta el Papa Francisco ha dicho: "Sufro cuando veo a las mujeres en la Iglesia sólo como servidumbre". En cualquier caso, es algo que corresponde afrontar a las hermandades en tanto que forman parte de la sociedad, creo que serían las más interesadas, pues si no avanzan en igualdad está claro que perderán interés social y cultural. Allá ellas.

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