Los juicios paralelos de Netflix, HBO y tal y tal

Los juicios paralelos que se extraen de estos documentales deben considerarse como meras opiniones y no como enmiendas a la totalidad

Dolores Vázquez y el caso Wanninkhof, en una imagen de HBO.
Dolores Vázquez y el caso Wanninkhof, en una imagen de HBO.

La sociedad actual está marcada por el consumo de contenidos a la carta de la televisión o plataformas. En muchas ocasiones, las series y documentales fijan su mirada en grandes casos y escándalos que han marcado el pasado de nuestro país. ¿Quién no ha oído hablar de Rocío Wanninkhof, Marta del Castillo o el “Caso Malaya”?

En un principio, el viaje en el tiempo a estos casos que han marcado la actualidad del país es un ejercicio sano y necesario. La Justicia funciona a través de normas que permiten el mantenimiento del orden social. En concreto, uno de los problemas de la Justicia española es su excesivo formalismo y la falta de conexión con su receptor, la ciudadanía española. Las reflexiones críticas de los profesionales de diversas áreas de conocimiento deben servir de aprendizaje para no volver a cometer estos errores en el futuro.

Sin embargo, la intriga de la audiencia y el ego de algunos personajes de estos casos son capaces de ensombrecer la labor didáctica de estas series documentales. Por ejemplo, ¿Dolores Vázquez podrá solicitar que el Estado la indemnice por permanecer 513 días en prisión de forma injusta? ¿Julián Muñoz merece una libertad condicional por una grave enfermedad incurable pese esconder el destino de las bolsas de basura de dinero negro? Cuando surgen estos interrogantes, aparecen los juicios paralelos.

Incluso, en aquellas series que son televisadas, estos juicios paralelos se acrecientan. Con posterioridad, suelen celebrarse debates en los que las eminencias son sustituidas por personajes que creen tener la condición de Magistrados del Tribunal Constitucional con sus opiniones, y el debate cívico y sosegado deja paso a la mediocridad más vulgar. Sin duda alguna,  el principal peligro de un país es la falta de una cultura general y una memoria colectiva, pues la ignorancia es el triunfo del establishment. Afortunadamente, hay excepciones que rompen con esta regla general, respetando que sólo puede existir un procedimiento judicial y la posibilidad de presentar los recursos que se estimen oportunos.

En definitiva, los juicios paralelos que se extraen de estos documentales deben considerarse como meras opiniones y no como enmiendas a la totalidad. De lo contrario, la labor de jueces, fiscales y demás operadores jurídicos quedará en saco roto. Y otros aprovecharán la coyuntura para limpiar su imagen, como hiciera en su día un señor Alcalde todopoderoso a lomos de su caballo “Imperioso”, reduciendo toda la realidad al terreno de la anécdota: “ los juicios paralelos y tal y tal”.

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