Feijóo o Ayuso, esa es la cuestión

La guerra en el PP ha estallado, un partido de naturaleza corrupta, con condenas firmes como la de Gürtel o la de las obras con dinero negro en la sede de Génova. La guerra es por el poder.

Mario Ortega

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

El presidente gallego Núñez Feijóo con el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, en una imagen de archivo.
El presidente gallego Núñez Feijóo con el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, en una imagen de archivo.

Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia ha asumido ya que Pablo Casado, presidente del PP español, tiene abierto un procedimiento de desahucio iniciado por el trumpismo madrileño.

Las huestes de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, iniciaron el jueves el asedio a la sede de la calle Génova con un momento dominguero insurreccional. El archivo del expediente que investigaba el nepotismo familiar de Ayuso, anunciado el viernes tras una reunión entre ésta y Casado, no es fruto de un acuerdo de paz, es una derrota del presidente del PP que ya solo, si acaso, puede negociar con escaso margen las condiciones de la rendición.

La guerra en el PP ha estallado, un partido de naturaleza corrupta, con condenas firmes como la de Gürtel o la de las obras con dinero negro en la sede de Génova. La guerra es por el poder. Todo interés en la dirigencia del PP está en el dinero. Pablo Casado no ha parado de ir a Europa para obstaculizar el reparto a España de los fondos Next Generation. En el PP desean que estén en sus manos para trincar a sus anchas. El patriotismo de Ayuso es del mismo calibre, sin escrúpulos para contratar con amiguetes y empresas con vínculos familiares. Su patria es la pasta, ha admitido que su hermano recibe comisiones. Su madre es socia, como ha desvelado Público, de una empresa que ha contratado por 925.000 euros con la Comunidad de Madrid.

Una parte importante de los fondos de inversión, del capital del Ibex 35, de la gran banca, de los intereses industriales, de los lobbies del turismo y la construcción, que necesitan vínculos nutricios con Europa, estarán ya viendo a ver qué apuesta hacen para recomponer el liderazgo de la derecha española con opciones de triunfo. Díaz Ayuso no es su ideal. Ese capitalismo pragmático tiene un problema muy gordo, más que cuando se le reveló su primera creación para frenar a Podemos, Albert Rivera. El problema es la autonomía de la política, de la extrema derecha trumpista radicada en la capital de España. Como decía Pablo Iglesias en la campaña electoral de Madrid, Isabel Díaz Ayuso es la candidata de Vox. Los resultados electorales lo demostraron.

El capital que necesita el cordón umbilical europeo está pensando en Feijóo. No puede permitirse una Orbán madrileña. El presidente gallego necesita dos condiciones para liderar el PP. La primera controlar una gran parte de los grupos mediáticos que la alientan, aúpan y corean, para que viren y le garanticen apoyo por tierra, mar y aire. La segunda, bloquear a Ayuso desáctivándola junto a su Rasputín, Miguel Ángel Rodríguez, para que pase a un segundo plano. Sin eso Feijóo no puede desembarcar en Madrid, una región políticamente independizada del resto de España donde el trumpismo ya es hegmónico.

La alternativa para limitar el poder de Ayuso a la estrategia del capital pro Feijóo, está en la justicia, también con sede central en Madrid, si actúa como es debido, e investigua lo evidente, las comisiones en los contratos de la comunidad, el disparo del coste las obras del hospital Zendal, y las muertes en las residencias con instrucciones de no efectuar traslados a los hospitales. Raro será que esto último ocurra.

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