El próximo 23J yo votaré por el progreso

Votaré por mi madre, una mujer que, en un tiempo en el que a las mujeres no se les permitía siquiera pensar por sí mismas, se atrevió a desafiar ese precepto patriarcal, no sin pagar un alto precio por ello

Urna con papeletas, en unas pasadas elecciones.
Urna con papeletas, en unas pasadas elecciones. JUAN CARLOS TORO

El próximo domingo 23J yo voy a votar a favor del progreso. Como un acto de amor, como una muestra de rebeldía y en defensa propia. Votaré con esperanza y, tengo que reconocerlo, con mucho miedo de volver a un pasado gris de censura, intransigencia y odio. Votaré por el progreso como un deber moral, guiada, un poco, por egoísmo, otro poco, por solidaridad y mucho, por purito susto.

Votaré por mí, por los que me sucederán y por los que me precedieron, esos que lucharon para que yo hoy, limpia de rencores y guiada por una fe obstinada y, seguramente, infantil, sienta que tengo en mi mano un arma muy poderosa para luchar por el país que quiero: un país donde podamos acordar en el disenso; en el que la razón venza al insulto; donde la persuasión le gane la partida a la fuerza y la verdad, a la mentira. Un país en el que la gente de a pie tengamos derechos; un lugar solidario donde los que huyen del hambre o de la guerra puedan encontrar un puerto seguro —el que me gustaría encontrar a mí si estuviera en su situación—; donde las mujeres sigamos avanzando en el camino de la igualdad, ese que tanto ha costado y que la extrema derecha cuestiona, arrastrando a la derecha que empieza a justificar la violencia machista (fue un divorcio duro dijo Feijóo para minimizar las vejaciones a las que el candidato de Vox en Valencia sometió a su exmujer y por la que fue condenado a un año de prisión por violencia psíquica habitual contra ella). 

Votaré progreso porque soy mujer y no quiero que el actual techo de cristal que sigue existiendo, no me engaño pensando que vivimos en el país ideal, no se convierta en acero; porque soy trabajadora y no me resigno a volver a un tiempo en el que nos recortaron los derechos en una de las peores Reformas Laborales que hemos sufrido y nos impidieron la protesta con una Ley Mordaza que, para nuestra aflicción, las fuerzas de izquierda no fueron capaces de ponerse de acuerdo en derogar. Votaré porque me niego a que las relaciones laborales queden, definitivamente, escoradas hacia el empresario, o a que el estado del bienestar se adelgace tanto que muera de inanición —no se confundan, no quieren acabar solo con las subvenciones a organizaciones recogidas en la Constitución, como sindicatos u otras asociaciones, sino con el estado del bienestar, ese que nos protege a todos y costeamos entre todos y que, por primera vez, gracias al impuesto a eléctricas, bancos y a los más ricos, les ha salido un poquito más caro a estos. 

Votaré progreso en memoria de mi abuelo que estuvo en la cárcel por defender el régimen democráticamente elegido en las urnas en febrero del 36 y en agradecimiento a ti, abuela, y a Talola, dos mujeres analfabetas que luchasteis para que yo no lo fuera —vosotras sabíais lo que era la humillación, la miseria, la opresión y no la queríais para mí—. Votaré por mi madre, una mujer que, en un tiempo en el que a las mujeres no se les permitía siquiera pensar por sí mismas, se atrevió a desafiar ese precepto patriarcal, no sin pagar un alto precio por ello. Y votaré, también, por mi nieto Adrián y por el que o la que nacerá pronto, para que puedan ser lo que deseen en la vida, amar a quien quieran, pensar y decir lo que quieran, vivir como quieran y no como quieran los que mandan.

Cuando el próximo domingo entre por la puerta del Colegio Electoral, conmigo vendrán los cientos de miles de hombres y mujeres que dieron su vida y su libertad para que hoy los españoles podamos ejercer el derecho a elegir a nuestros gobernantes, algo que hasta hace poco menos de cincuenta años nos estaba negado. Se lo debo a ellos, me lo debo a mí y a los que me sucederán. Votaré con memoria, pero, también, con fe en el futuro y en la inteligencia de la ciudadanía. ¡Que ustedes lo voten bien! 

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