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Estudios La Bodega ha dado a luz Por nuestro bien, una nueva grabación del cante de Antonio Agujetas donde se han cuidado los detalles con ánimo de ofrecer un disco de culto a los buenos aficionados. El título lo toma del poema que le escribió Ramón Epifanio cuando las circunstancias llevaron al artista flamenco a dar con sus huesos en el Penal del Puerto. El poema se reproduce íntegramente en el estuche y a los versos finales del mismo les pone voz Paco de la Rosa: “Canta Manuel lo que fue, Antonio lo que está siendo:/ un puñaíto de carne aprisionada entre hierros./ Cuando Antonio Agujetas canta… las cárceles se levantan./ ¡Antonio! Canta tus males por nuestro bien”.

Tras este umbral poético sucede el cantaor por martinete, tientos, fandangos, seguiriyas, soleá por bulerías, romeras y bulerías. La guitarra es de Antonio Malena Hijo y las palmas y jaleos los ponen Alejandro Fernández, Javier Peña, Manué de Soleá y Migue Fernández el Agujetero. Ha sido un gran acierto incluir las letras de los cantes en un folleto ilustrado con impresionantes fotografías, donde se hace constar además que el disco se grabó el 29 de diciembre de 2015, cuatro días después de la muerte de su padre, Manuel Agujetas: Antonio tenía concertada la fecha y no quiso anularla, sino dejar este impactante trabajo para la posteridad. El esmerado diseño va en parangón con la limpieza del sonido.

Decir Agujetas es nombrar a un linaje de viva y ancestral leyenda. Tal vez sea Antonio el último exponente, no ya de una herencia de secular pureza, sino sobre todo de una casta de cantaores que saben llevar su tragedia vital a la supremacía de la belleza. Nadie sabe cantar la pena sino quien ha sufrido. Y nadie la expresa de un modo tan perfectamente sobrecogedor sino quien ha sido tocado por el misterio. Cantando sus fatigas, Antonio Agujetas nos eleva a las más emocionantes cimas del arte. Rítmicamente desgarrador, la liberación de su lamento nos sirve de catarsis. Su estremecedora voz conmueve las más recónditas fibras del sentimiento y en cada uno de sus quejidos late la humanidad herida. Verdad que encarna la pasión de ser frente al dolor y el tiempo.

En los duros años penitenciarios —ya afortunadamente lejos, aunque graves en la memoria—, Antonio supo sacar fuerzas de lo más hondo, como Jonás en la ballena. Dos décadas después, tras una vida marcada por el dolor, la enfermedad y las incomprensiones, este Agujetas de sentido corazón renace de sus cenizas, como un ave fénix que nos invita a volar.

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