La teniente de alcaldesa Carmen Collado se metió hace unos días en un berenjenal al hacer unas declaraciones críticas sobre el papel que desarrollan las mujeres en las cofradías de Semana Santa. En principio, Collado, que hay que recordar que fue parlamentaria andaluza, es una de las políticas más experimentadas del gobierno municipal, por lo que resulta un tanto sorprendente que su falta de tablas, conocimiento del medio (las cofradías) o picardía, a elegir, le haya jugado esta mala pasada.
Al final, parece que lo que quería decir, sin decirlo del todo, es que echa en falta que haya mujeres al frente de las hermandades -hermanas mayores, en definitiva- y no tanto si las mujeres cargan pasos o no, declaraciones que son las que resultaron más llamativas para (parte de) la prensa. Lo que podríamos definir como un calentón de género –tema en el que se ha ido especializando esta concejala, enfermera de profesión- mezclado con un ejemplo sinuoso (el mundo cofrade) en la presentación de los actos relacionados con el Día de la Mujer es lo que ha llevado a Collado al exceso verbal. Y digo exceso verbal no tanto por lo que dijo sobre el papel de las mujeres en el mundo de las cofradías, sino por las posteriores aclaraciones que hizo con afán de matizar.
Resulta chocante, por no decir hiriente, escuchar de una política socialista la habitual confusión entre justicia, solidaridad y caridad loando la labor social de las hermandades para intentar congraciarse con ellas sobre el toque de campana. Independientemente de los peros que se pueden poner a dicha labor social (no aguanta la comparación con el oropel que tanto gusta exhibir), Collado reconoce así de manera implícita que las hermandades llegan donde no llegan y deberían llegar tanto su Ayuntamiento como la Junta, sobre todo la Junta, tras treinta y cinco años de gobierno socialista en Andalucía…
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