Puedo ver el miedo en tus ojos. El miedo, ese sentimiento tan fuerte que a veces parece que pueda olerse, cortarse con un cuchillo. Es pavor, auténtico pánico. Y siempre esa pregunta inevitable: ¿Por qué a mí? ¿Por qué otra vez? ¿Por qué hoy?... Porque la verdad es que sabes a lo que vas: de ahí precisamente ese miedo, esa sensación tan fuerte que sale de todos y cada uno de los poros de tu piel. Pero no vas solo. Hay gente delante, detrás, al otro lado, aunque sabes perfectamente que a la hora de la verdad estás solo, el único que cuenta eres tú. Porque ellos están igual de aterrorizados.
Los que lo sabían porque han ido como tú, los que no porque se han dado cuenta demasiado tarde y saben que han cometido un error y lo van a pagar… Porque salir de allí no es cuestión de suerte ni de fuerza. Puede que los reflejos sean importantes, pero tampoco te van a salvar. Es como una ruleta rusa. Puedo ver el miedo en tus ojos, esa sensación… tan humana. Pero sabes que tienes que hacerlo. Tienes que ir. No importa que veas a gente santiguándose, besando a sus parejas, abrazando a la primera persona que pasa… sí, es eso, es como una despedida. Es tan, tan fuerte…
Puedo ver el miedo en tus ojos cada vez que tienes que andar por la calle Santa María un día de lluvia…
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