Jornalero Artículo
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Andalucía es ese lugar donde un 37,3% de la población está en riesgo de pobreza o exclusión social. No se está descubriendo nada nuevo, esta región es una de las más pobres de toda la Unión Europea. Ante ello, la nueva izquierda transversal, moderna y sonriente decidió plantear la campaña electoral para esta comunidad desde un panorama más innovador. Para lograrlo recurrieron a una serie de ficción donde aparecen animales mitológicos que escupen fuego por la boca. Llegaron a pensar que era buena idea, por ello,  al día siguiente a las elecciones se sorprendieron de que no les votaran ni los tres dragones.

Para entender la situación de Andalucía hay que analizar la economía que tiene la comunidad. La ganadería, agricultura y pesca suponen un 9% del empleo según el Instituto Nacional de Estadística, haciendo que sea la tercera ocupación donde más trabajadores hay después del comercio y la hostelería. La media de trabajadores del campo en España es del 4%

Como respuesta a este hecho, Felipe González crea en 1986 el Plan de Empleo Rural o PER. Este plan trata de ayudar a los trabajadores de las zonas rurales de la comunidad, para ello, a todo el jornalero que tenga 35 peonadas trabajadas, se le da una subvención de 426€ durante los seis meses siguientes al trabajo realizado. Hasta aquí todo bien, lo que pasa es que esas 35 peonadas son sagradas, el hecho de hacer una más, hace que te quedes sin subvención, y quedarte sin subvención puede ser estar medio año sin que entren ingresos a tu casa. Como consecuencia, el jornalero tiene que mostrarse y ser pobre, para así poder sobrevivir en un sistema donde lo máximo que puede lograr es trabajar en negro, y de este modo mendigarle a las instituciones la mitad del salario mínimo.

Por esto, la Andalucía que no sale en los anuncios se hace diferente del resto del país. El neoliberalismo, con tal de negativizar a la clase obrera, ha logrado que si alguien tiene problemas económicos deba guardárselos para él, ya que puede entenderse como un síntoma de no estar adaptado. Sin embargo, en Andalucía, debes enseñar tu pobreza, no por gusto, sino porque eso te hará cobrar esos miseros 426€ al mes, que salvan a familias.

Es innegable que Andalucía se viste, y es tratada como pobre. Y desde España, eso gusta. Por ello, el acento sólo le va bien a alguien que friega, o el anuncio para publicitar la comunidad está hecho por alguien que pronuncia todas las vocales y consonantes perfectamente, vaya que a los ricos les dé repelús de venir.

Ante esta situación, Adelante Andalucía presenta una candidatura a las elecciones autonómicas con un programa similar al que podrían presentar en Madrid. Basado en la diversidad, es decir, ya que no pueden hacer mejoras materiales para la clase trabajadora, buscan mejoras simbólicas para todo colectivo que se sienta oprimido. Pensaron que si en Madrid y Barcelona les funcionaba, podrían hacerlo también en Andalucía. Puede que Andalucía esté un poco “atrasada”, sin embargo, la clase obrera y jornalera tiene claro que no le da su voto a quien trata de buscar un nuevo colectivo para sumarlo a sus listas, sino a quien le puede dar de comer. Y como ve que nadie le da, se abstiene.

De este modo, un 42% de los ciudadanos se quedó en casa el pasado día 2 de diciembre. Y el problema no acaba aquí, vienen nuevas elecciones y la izquierda sigue con su idea neoliberal y posmoderna de agrupar a todo el que venga, aunque poco a poco agrupan menos a los pobres. Será que los niños pijos se están cansando de jugar a las revoluciones.

Del modo que sea, en Andalucía no hay una izquierda que entienda que en los territorios rurales no vale con el simbolismo que contenta a colectivos. Un simbolismo que de forma indirecta llega a señalar al jornalero como reaccionario cuando se sale de lo políticamente correcto. De forma contraria a la socialdemocracia, la extrema derecha liberal, desde su conservadurismo, rompe con la moda de lo políticamente correcto, siendo de forma paradójica, entendidos como rebeldes y transgresores. Ante esto, el jornalero se puede ver en la tesitura de creer que la derecha está articulando su discurso para él. Quien seguro tampoco lo articula para él son los partidos denominados como de izquierdas, quienes están tan sumidos en el neoliberalismo, que tienen la idea de convencer del veganismo al que con 900 euros al mes tiene que darle de comer a una familia entera.

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