Nikki es un pequeño Yorkshire que llegó a nuestras vidas hace aproximadamente siete años. Nos cambió la vida, sin duda nos hizo más felices con su amor incondicional y con su lealtad.
En muchas ocasiones, escucho decir la típica frase de “solo son animales”, reconociendo que por el hecho de ser un animal, el valor de su existencia es menor, pero Nikki me enseñó a desmentir esta afirmación. Más adelante, acogimos en nuestro hogar a mi gran Nicolas, un perro que para ojos de la sociedad no merecía una oportunidad, siendo despojado desde su nacimiento. Ellos, día a día nos demuestran lo que significa ser una familia, ya sea con sus gestos de cariño, el recibimiento al llegar a casa, la unión entre ellos mismos y la preocupación cuando falta por llegar algún miembro de la familia.
Con estas fechas navideñas impregnadas por el consumismo in extremis, muchas mascotas llegan a los hogares, pero del mismo modo que llegan, rápido desaparecen. Las mascotas no funcionan a pilas, ni lo acompaña un manual de instrucciones, necesitan cuidados, atención y responsabilidad. Los perros, por ejemplo, sufren una humanización en sus hábitos, y transformar su propio instinto natural, implica un proceso de educación basado en la repetición, un proceso que implica tiempo y paciencia.
Al no cumplir las expectativas con brevedad, se opta por abandonarlos en una cuneta dentro de una caja de cartón, dejando atrás sus sollozos, sus pelos, su historia, su amor. Es cierto, se ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de las mascotas, pero ¿Por qué sigue sucediendo? Porque “solo son animales”.
Tener redes sociales nos hace estar informados de prácticamente todos los acontecimientos que suceden en nuestro entorno. Esto puede ser positivo, aunque en ocasiones, puede resultar doloroso. Vagando por Instagram o la plataforma de moda, Tik Tok, he encontrado innumerables videos de mascotas, todas ellas muy bien atendidas y aceptadas en su hogar. Sin embargo, en contraposición he podido ver las consecuencias del odio y despotismo humano con perros bañados en cemento, encadenados en árboles o tirados en lagunas. Seres vivos y emocionales torturados porqué “solo son animales”.
Diferentes movimientos animalistas se están alzando contra del Gobierno del PSOE por no amparar a los perros de caza en la Ley de Bienestar Animal, perros que son utilizados como un medio, siendo sustituibles en cualquier momento y explotados para realizar su función. Parece que una vez más “solo son animales”, y las cadenas, las jaulas y las heridas son indiferentes en una piel peluda.
Para concluir, este texto va para vosotros, para tí, Nikki y para ti, Nico. ¡Reconozcamos el derecho de tener derechos!, ¡compartamos nuestra vida!, ¡llenemos de pelos nuestra ropa!, ¡sigamos dando paseos con paradas!, ¡brindemos con ellos y por ellos!
Feliz Navidad. Gracias por tanto.
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