Salvemos el centro histórico

En la actualidad los conceptos de patrimonio y turismo están íntimamente relacionado, pero no siempre es la solución per se a todos los problemas que se dan en las ciudades modernas. Por ello, cuando hablamos de desarrollo turístico en Jerez de la Frontera se debería entender el concepto en su acepción más amplia y sostenible, apostando por la conservación y puesta en valor del patrimonio. Por lo tanto, la importancia que tiene nuestro patrimonio (arquitectónico, etnográfico, cultural o natural) se fundamenta no sólo, como valor de futuro relacionándolo con el turismo, sino como un reflejo de nosotros mismos y de nuestra identidad, ya que nos define y nos identifica.

Por ello, no podemos entender cómo las administraciones locales que ostentan las competencias sobre la protección del patrimonio local no lo cuidan, lo miman y ponen las condiciones para su desarrollo.

El caso de Jerez de la Frontera y su centro histórico es muy significativo en este sentido. Día tras día, desde hace aproximadamente quince años, se observa una dejadez de nuestro centro histórico por parte de todas las administraciones locales que han pasado por este municipio. Esto demuestra una nula capacidad de gestión y de respuesta de estas administraciones a los problemas de la ciudad.

Se justifican argumentando siempre falta de recursos técnicos, humanos y económicos para hacer frente a los retos de la conservación y al fomento de nuestro centro histórico. Lo cual está provocando el actual estado de abandono y deterioro. Nuestros gobernantes deben ser conscientes que la Ley estatal de 1985 incide en la obligación que tienen los ayuntamientos de adoptar medidas para evitar la pérdida del patrimonio y en esta misma línea reincide la Ley autonómica de 1991. Por lo tanto, este argumentario no es excusa.

De hecho, se está permitiendo que nuestro centro histórico esté siendo expoliado, ya que los gobernantes se resignan a que se compren baratos inmuebles (casas palacio, conventos, bodegas y otros edificios de interés) una vez que se desmoronan. Esta realidad, a su vez, está provocando, por un lado, la inseguridad, el despoblamiento y la desarticulación de su tejido social, seguramente de manera intencionada, y por otro, en un futuro próximo, si no ya, la ocupación descontrolada por fondos buitre de estos edificios, que planificarán un desarrollo turístico poco armónico e insostenible tanto en el espacio como en el tiempo.

Estas circunstancias provocarán un modelo de desarrollo turístico de bajo coste que se implantará a la larga la en ciudad con todo lo que esto supone para la economía, para la marca Jerez, para la sociedad, para el modelo turístico y también para nuestro patrimonio.

Es cierto que si analizamos el estado actual en que se halla el centro histórico, podemos pensar que tiene difícil solución, pero, a día de hoy, creemos que aún se puede salvar. Por un lado, se tendría que realizar un plan integral de ciudad para hacer atractivo el centro, poder recuperar población y de esta manera conseguir que la ciudad crezca hacia dentro y no hacia la periferia. Facilitando en el centro histórico el desarrollo de una serie de servicios y espacios de esparcimientos. Además, se debería realizar y diseñar un plan de movilidad. Involucrar a los ciudadanos en las iniciativas de desarrollo local con medidas económicas auspiciadas por la administración pública que apoyen la creación de un tejido empresarial formado por pequeños comercios, hoteles, ludotecas, instalaciones deportivas, restaurantes, tabancos…, apostando por lugares verdes que sirvan, a su vez, para contrarrestar los rigores del calor de nuestra tierra y para el esparcimiento de los vecinos. Por cierto, y según mi modelo de ciudad ideal, todo lo contrario a lo realizado en la plaza Belén.