Reconozco que es un título poco original, acaso desalentador, para iniciar una colaboración en este medio. Pero es lo que hay: el verano fue azul, muy azul.
Primero lo de Pemán, que aún colea. Qué empacho de Pemán y sus pemanadas. Un documental dócil y bienqueda prolongó la verbena, dando una mano de almíbar fino a su figura. Devotos, catedráticos medievales y una larga parentela crean un envoltorio que oculta la verdadera identidad de Pemán. Columnistas calumnistas, cofradías y academias jurásicas completan el festejo. Y el Grupo Municipal del PP. Hasta ese centro del proletariado, Vista Hermosa Golf Club, se unió al aclarado. Pemán no contiene gluten…
Tras esto, la defensa de Pemán ya es sólo cosa del PP. Y todos invocando un espíritu de concordia. La concordia como la entiende la derecha: “Aquí no ha pasado ná. Y si pasó, pelillos a la mar”.
El verano siguió azul, muy azul. Los policías locales tiraban bombas de humo a los concejales, representación democrática del pueblo. Una imagen tan devastadora como indecente.
Y azul, más azul, con la visita de Olona, provocadora hasta el matonismo (“Si Gª Lorca viviera, votaría a Vox”). Difícil de saber porque al poeta lo mató precisamente su lucha contra esas ideas. Y ya es generoso llamar ideas a lo que sólo es pendencia, broza y burricie.
El verano siguió azul. Y Teófila salió de su dorado sarcófago portuario, sobreactuada y cabreada como casi siempre, reivindicando su segundo puente. Su puente. Porque lo hizo Ella, ¿no? Y de camino atizaba a Kichi.
Más: los obispos se sienten “sitiados”. Clama al cielo, su cielo. Traducido: quieren más pasta.
PP, Vox y Cs lanzarán una campaña para asear la imagen del Emérito y allanar así su posible regreso. Cuentan con eficaces palanganeros mediáticos. Pero el Emérito es como la soja: cuanto más se le conoce, más propiedades le encuentran.
El objetivo consiste en crear un pasado a su medida, un teatrillo que hacen pasar por la realidad, y donde el negocio no anda lejos.
Menos mal que ya es septiembre.
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