“Yo aquí he venido a hablar de mi libro”, frase que se hizo arquetípica en boca del fallecido Francisco Umbral. Pues yo, lo mismo.
Llevo décadas editando libros maravillosos de otros y ahora acaba de tocarme la vez. Un libro sobre mi trayectoria profesional como actor. Este no lo edito yo, no. Shorty Week, un joven y ágil festival de cine en el Puerto de Santa María ha tenido la feliz ocurrencia, y a mi me hace ilusión. El protagonismo de un secundario es el título.
El noventa y nueve por ciento de los actores somos habitualmente de reparto, secundarios en auxilio de un protagonista y con la intención de la obra coral.
Pocas profesiones tienden a la cadena de apoyos mutuos en el puesto de trabajo como la mía. En cine, en series o en teatro, si lanzas un texto, alguien lo recoge y te lo devuelve. ¿Se imaginan un partido de tenis donde la pelota nunca pisase el suelo hasta el final?. Esa misma extenuación emocionada es la que siente el actor.
Soy un privilegiado, llevo toda mi vida haciendo lo que me gusta y viviendo de ello. Pese a Montoros y Werts de turno.
Un grupo de chavales con furia, los “Shortys de El Puerto” se han puesto a buscar en mi pasado, a hablar con directores y productores con los que he trabajado para conseguir poner en pie un libro más que digno donde once personas del mundo de la cultura y el arte hablan de alguien con el que han trabajado y compartido ilusiones.
A esto le llamo yo: baño de multitudes a la española. Llevo unos días con el ego por las nubes. Luego llegará la calma chicha, la inacción y el olvido, pero ahora disfruto del momento.
Hace unos días pude ver a José Sacristán en un arriesgado monólogo con Antonio Machado como fondo. Valiente, solo o casi, con un violonchelo como compañero de viaje, haciendo disfrutar al espectador con su presencia y su voz, yo le recordaba en aquellos papelitos del “landismo” de los 60 y 70 donde se abría hueco en el cine de la época hasta que le llegó su momento protagónico en Asignatura Pendiente de Garci y su Flor de Otoño de Pedro Olea, y su vida empezó a cambiar. O uno recuerda a José Bódalo, genio de la escena y los Estudios 1 de TVE donde su trabajo encarnando secundarios situaba al espectador en el éxtasis.
No me comparo, por favor, ni mucho menos, pero uno está ahí disfrutando de su pulso frente al tiempo y a la vida.
Entre tanto, gentes generosas, te sacan un libro sobre ti y lo agradeces.
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