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La calle. Ah. La calle esa gran desconocida que se quedó en la calle cuando su señoría se sentó en el escaño.

Una vez fui con un amigo ajeno a la política a la sede local del PSOE de Jerez. Cuando entró me dijo asombrado: ¿Y esto es el partido? Digo: sí, claro. ¡Pues parece una oficina! me comentó.

Fue como el niño de El traje nuevo del Emperador, de H.C. Andersen. Me abrió los ojos. Pues sí, parecía una oficina. De hecho, supongo que debe seguir siéndolo.

¿Y qué te creías tú que era la sede de un partido? le pregunté.

Pues un bar o un sitio donde viene la gente a charlar, yo que sé, me respondió.

Me hizo pensar.

En las asambleas, cuando los militantes de base que son esos militantes que dicen las verdades del barquero y que nunca llegan a ocupar un puesto institucional y terminan aburriéndose o yéndose salvo algún mártir, mucho antes del 15M, sus argumentos eran: ‘La calle, la calle, tenemos que recuperar la calle, salir a la calle’. Eran intervenciones no tan bonitas ni elaboradas ni pasadas a la última versión de Word, pero muy claras. Pues sí. Eso de la calle, no lo inventó el 15M. Ya había militantes socialistas – de base de la buena, repito – con la garganta seca de repetirlo.

Hoy, como uno ya no es capaz de distinguir, la Gran Coalición donde se incluyen los dirigentes socialistas se quejan de que haya diputados/as que quieran participar de las manifestaciones que hay en la calle. Se quejan incluso de que haya partidos que llamen a la gente para que salga a la calle.

La calle. Ah. La calle esa gran desconocida que se quedó en la calle cuando su señoría se sentó en el escaño.

Por eso hoy andan con cara de espanto y medio escondidos. Con voz de gatito pequeño diciendo ‘xxxxxxengo’ ¿Perdone? ¿Qué ha dicho usted?‘Que me abstengo’. Ah. Apunte ahí, que se abstiene.  No entienden lo de la calle. Pero lo que menos entienden es que los de la calle se han metido dentro. Se les han colado en el hemiciclo. Como decía Serrat: Disculpe el señor si le interrumpo, pero en el recibidor hay unos pobres que preguntan insistentemente por usted.

La calle se coló en el Congreso. Saltó las  vallas con las fuerzas de los votos. Y muchos se tuvieron que abstener de respirar para que no saltaran al Gobierno.

Lo único que me preocupa es que los que se han colado de la calle se queden iluminados con eso que llaman las Instituciones y el Sentido de Estado y cierren la puerta por donde entraron. Aunque no me extrañaría. La carne es débil. Una vez grité ‘No nos falles‘. Y me fallaron. Tampoco es que ya espere uno mucho. Serán los años.

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