'Fly me to the urnas'

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Soy de esa generación a la que denominaron del boom económico español, del desarrollismo opusdeista de los López Bravo y López Rodó; vamos otro nacido al calorcito de unos padres de provincia que se conocieron y se amaron en la capital. Del 58. Fui de esa gente que se crió atento a la televisión única y mi vocación periodística se impulsó al amparo de Lou Grant, serie norteamericana mítica para algunos, donde un grupo de periodistas luchaban por la libertad de expresión, capitaneados por un redactor jefe íntegro. Todo aquello lo ponía en acción uno de esos hombres que deberían tener calle con su nombre en todas nuestras conciencias: James L. Brooks, hoy mas conocido por ser productor de Los Simpsons.

Algo antes, entre Guardianes del Espacio, La Conquista del Espacio, Los Invasores y Locomotoro, se dejaba ver un periodista que llamaba la atención, voz bien colocada, maneras elegantes, ritmo verbal muy personal. No era otro que Jesús Hermida, que nos abría la ventana de una cierta realidad mediática con un aire kennediano, que aún siendo un crío,-yo-, te teletransportaba a una América deseable y deseada.

Me recuerdo ese mes de julio del 69, en Las Rozas, a las afueras de Madrid, en un chalet prestado a mis tíos, exterior noche, calor con brisa mesetaria, jugando con mis primos, mientras los mayores permanecían inusualmente atentos al televisor, ya muy, muy tarde, vacaciones de verano para mi, cual estribillo y unas imágenes borrosas con unos astronautas menos dinámicos y divertidos que mi vulkaniano favorito, y una voz, su voz, llevándonos a esa Luna soñada, a ese -Fly me to the Moon- que tan acertadamente titulaba hace unos días mi compañero Gallardo del Diario de Cádiz, dando la noticia del fallecimiento del maestro Hermida.

Hermida, resultó ser un comunicador nato, un showman en la televisión de Franco, en la televisión de los comienzos massmediaticos de España, y ahora va y nos deja con tan solo 77 años, veinte más que yo, que como ustedes saben, veinte años no es nada y ya me veo, espero, con su edad y en la confianza de alcanzar al menos la edad gloriosa de otro andaluz ilustre: Andrés Vázquez de Sola, que rozando los noventa está sanote como el bebé de mi amiga Aroa.

Y esta cita me recuerda que yo les quería hablar de otro octogenario famoso: Álvaro Lapuerta, o mejor dicho de su compañero de fatigas el señor Bárcenas. Al primero tuve la ocasión de tratarle siendo yo gacetillero en prácticas en el Logroño de la Transición donde ya se sabía que su amistad con Don Manuel Fraga le llevaría lejos, pero no a la Luna como a Jesús Hermida. Al segundo, al señor Bárcenas no tengo el placer, salvo por los papeles, como todos ustedes. Bueno, por los papeles y por una obra de teatro que les quiero recomendar: Ruz-Bárcenas, dirigida por Alberto San Juan e interpretada magistralmente por Pedro Casablanc y Manolo Solo. Me quedé impactado de la verdad interpretativa de ambos actores. Como imaginarán, la obra versa sobre, mejor dicho es, la transcripción de la declaración de Bárcenas al juez Ruz cuando se decidió a "cantar" y no precisamente a Sinatra.

Lo que yo estaba viendo, en esa hora que dura la obra es netamente historia de este país, y donde los Naseiro, Lapuerta  y todos los Bárcenas, -curiosamente su apellido acaba en s del plural-, pasan ante el espectador como sombras de la supuesta corrupción que ha campado en nuestra piel de toro cual pitón de Miura frente al corazón del españolito observador.

Tuve la suerte de compartir velada con Mario Vargas Llosa, sentado junto a mí, por azar del destino e imagino que por amistad a Casablanc, actor tan feo como buen intérprete, en este caso del delator Bárcenas. Esto de coincidir con famoseo es algo que nos apasiona a los de provincias cuando vamos al foro. Por cierto, el Escribidor creo que tiene doble nacionalidad, y si mal no recuerdo es amigo de Aznar.

¿A quién votará después de ver la pieza teatral?

¿Habrá pinzas de la ropa para la nariz a la entrada de los colegios electorales?

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