Una de las pancartas del acto celebrado en Jerez por el Día Internacional del Migrante. FOTO: MANU GARCÍA
Una de las pancartas del acto celebrado en Jerez por el Día Internacional del Migrante. FOTO: MANU GARCÍA

El año 2000 la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió proclamar el 18 de Diciembre como Día Internacional del Migrante "teniendo en cuenta el número elevado y cada vez mayor de emigrantes que existe en el mundo, alentada por el creciente interés de la comunidad internacional en proteger efectiva y plenamente los derechos humanos de todos los migrantes”. Desde entonces, entidades de inmigrantes, de derechos humanos, sindicales, etc. celebran este día para resaltar el valor de la acogida a las personas que migran y sacan a la palestra pública las demandas y necesidades de la población extranjera en nuestro entorno.

En nuestro contexto, lamentablemente, la experiencia de la mayoría de los inmigrantes es muy dura y dramática. Las legislaciones española y europea son especialmente restrictivas, y condenan a miles de personas a arriesgarse a morir en su tránsito migratorio porque no hay vías legales y seguras. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informa de que en lo que va de año, un total de 945 migrantes han muerto o desaparecido en las aguas del Mediterráneo en su camino hacia Europa. A nivel mundial, más 30.000 personas han perdido la vida al intentar migrar de forma irregular desde el 2014 hasta hoy, en las distintas rutas migratorias. Un auténtico genocidio al que les condenan los Estados, el Capital y el modo de vida rico y egoísta de una parte de la humanidad. Esta “necropolítica” (como la denomina el filósofo camerunés Achille Mbembe) lamentablemente, se ve aplaudida y auspiciada por sectores de la población que exigen a sus gobiernos el bloqueo fronterizo y leyes y condiciones inhumanas para l@s hambrientos del Sur, que seguramente no querrían para sí mism@s.

El dramatismo en el que viven quienes llegan de otro país es ignorado por grupos sociales abiertamente xenófobos, que creen firmemente que hay “paguitas” para inmigrantes que se les niegan a los nacionales, que se les regala un móvil al llegar, que se les aloja en hoteles de lujo, y que vienen en masa a violar a las mujeres de aquí y a robar. Tales disparates sólo pueden hacerse creer por un potente aparato mediático que lanza bulos continuamente, y que convierte en “verdad” algo a fuerza de repetir la misma mentira muchas veces.

Este 18 de diciembre nos duele mucho cuán lejos está la integración social de nuestros hermanos del Sur. Nos duelen las contínuas muertes de quienes vienen en patera, nos duelen las muertes del incendio en Badalona de un bloque ocupado porque nadie les dio a esta gente una opción de alojamiento, nos duele la cruel muerte de Fátima, jornalera marroquí fallecida en soledad en el Hospital de Huelva después de que el patrón la echase a la calle al enterarse de que tenía cáncer. Nos duele la insensibilidad de las administraciones públicas, y, por qué no decirlo, su racismo institucional.

Nos duele que el Gobierno central, supuestamente progresista, mantenga una Ley de Extranjería que condena al inmigrante a un eterno proceso de regularización que le mantiene durante años en una “muerte legal” que le puede suponer en cualquier momento una orden de expulsión. Nos duele este gobierno de Madrid que reabre los CIEs (y construye aún más, como el nuevo de Algeciras) para meter en siniestras cárceles ilegales a personas que lo único que han hecho es viajar sin papeles.

Nos duele que la Junta de Andalucía siga tratando como escoria a menores extranjeros y a ex – tutelados, con escasos recursos y una gran dejadez, subcontratando a entidades de dudosa trato hacia est@s niñ@s, y expulsando con una patada en el culo a much@s chic@s cuando cumplen los 18 años, condenándolos al frío del suelo de nuestras calles.

Nos duele también que el Ayunta-miento de Jerez diga que nuestra localidad es una “Ciudad Refugio” y no tenga casi recursos específicos para la inmigración que llega aquí, y que desatiende notablemente sus necesidades de alojamiento y de integración. La reciente negativa de la Delegación de Igualdad a nuestra propuesta de reservar un cupo de viviendas para migrantes sin recursos muestra cómo el municipio está aún a años luz de auténticas políticas de acción positiva con minorías (que sí se desarrollan en países como Bélgica o Alemania)

Nos duelen también las posiciones de una parte de la Justicia cuando archiva casos criminales como el de las muertes del Tarajal. Nos duele la actitud abiertamente racista de buena parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado con organizaciones de extrema derecha como Jusapol que elige a presidentes con discursos abiertamente violentos contra los Menores extranjeros.

Nos duele la manipulación de la información que realizan casi a diario medios de comunicación que dudosamente podrían denominarse así si se les aplicara los más elementales principios de la ética periodística. En Jerez, tenemos a medios como Mas Jerez, Mira Jerez y Diario de Jerez que manipulan tendenciosamente informaciones para crear la sensación de “invasión” de inmigrantes y para criminalizarlos continuamente, que ya han supuesto varias denuncias y quejas ante el Colegio de Periodistas. Con su desinformación están alentando el discurso del odio de la extrema derecha, y están creando y asentando en la mentalidad colectiva la creencia de que se discrimina a los españoles frente a los extranjeros.

Pero ante tanto dolor por la tragedia que están viviendo las personas que migran, nos queda una esperanza: la solidaridad. El apoyo directo de las redes sociales de la población de acogida, que más allá del egoísmo de quienes cierran sus puertas, tienden sus manos al extranjero porque lo consideran un hermano.

Andalucía lleva en sus genes la cultura de la acogida, de la hospitalidad, de las puertas abiertas, del mestizaje y del calor que la gente humilde ha sabido dar a la gente venida de otros lugares. Ese “cuchará y paso atrá” que siempre ha dado su sitio al que llega de fuera, para que pueda comer del mismo perol o lebrillo de sus hermanos/as trabajadores/as.

Nuestros valores de apoyo, empatía y fraternidad son una fortaleza enorme frente a los muros de la intolerancia. Valores de acogida que también conectan con la tradición del apoyo mutuo de culturas como la africana. Nos despedimos con unas palabras de un gran escritor de Malí, Ahmadou Hampâté Ba: "Cuando las corrientes os arrastren, recordad nuestros viejos valores de comunidad, de solidaridad y de saber compartir. Y si tenéis la suerte de disponer de un plato de arroz, ¡no lo comáis vosotros solos!".

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