Andalucía existe

El poder es imprescindible, no existe poder andaluz si ese poder no es capaz, a través de las instituciones, de mejorar las condiciones de vida de las mayorías sociales de Andalucía

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Premio Rafael Viso 2022 y miembro de Marea Verde.

Teresa Rodríguez y Pilar González, frente al Congreso.
Teresa Rodríguez y Pilar González, frente al Congreso.

Envidia sana es escuchar a vascos, catalanes, gallegos, canarios o valencianos hablar con su acento y alzar la voz por sus reclamaciones, tan legítimas como las del resto del Estado. Es envidia sana que un diputado catalán sea el único que puede gritar, sin ataduras, ¡Viva Andalucía Libre! desde la Tribuna del Congreso. En esa Tribuna histórica se levantan los pilares del Estado democrático, social y de Derecho que proclama la naturaleza constitucional de España, refrendada el 6 de diciembre de 1978.

El próximo 23 de julio estamos llamados a votar y elegir las Cortes Generales de España. Haremos uso del mayor ejercicio que como ciudadanos del Estado español poseemos, el de la democracia. La soberanía reside en el Pueblo Español, dicta nuestra norma jurídica suprema en su artículo primero, y de ella depende el futuro inmediato de nuestro país. Es nuestra responsabilidad, legítima, acudir ese domingo, previsiblemente caluroso, a nuestro colegio electoral para depositar las dos papeletas donde se jugará el partido más importante de los próximos cuatro años.

Como en todos los partidos hay dos equipos, o no, de fútbol profesional, que se enfrentan con una pelota que va de área a área para ser introducida en el marcador del equipo contrario. Siempre se ha hablado que España es un país bipartidista, con el paréntesis del 15M y la aparición en el espectro político de partidos resucitadores de un supuesto “centro” e “izquierda alternativa”. De los errores a veces no se aprende y ahora se vuelve a hablar que hemos vuelto al bipartidismo, en su máxima representación con el turnismo entre las dos grandes fuerzas políticas que se reparten, tales caciques o sistema canovista, el aparato institucional que nos gobierna a todos los ciudadanos.

En este contexto, Andalucía, nuestro Pueblo, juega un papel imprescindible en la lucha política por el poder. Andalucía es, como decía Pilar González en una de sus más famosas y reconocidas intervenciones en el Senado, una nacionalidad histórica, tiene un patrimonio constitucional, constituido por el pueblo andaluz en el periodo democrático, durante la Transición, votado en referéndum más veces que nadie, votado en dos Estatutos” y esto nos sujeta con la responsabilidad innegable de construir el mañana que las clases andaluzas necesitan.

El Congreso de los Diputados está formado por 350 diputados, repartidos por la Fórmula D’Hont, recogida en la LOREG, y configurado con un reparto legal y otro en base a la población, que hace que un voto de Huesca o Lleida valga más que uno de Sevilla o Málaga. Será injusto o legítimo, pero la realidad científica y técnica reside en que este sistema favorece a los partidos más votados (bipartidismo) y perjudica al voto joven de otras provincias. Andalucía es, en base a este reparto, la Comunidad Autónoma más importante, donde se juegan 61 diputados que conforman alrededor del 17% de la Cámara Baja, el Parlamento de España. Andalucía es el campo y el césped donde se juega el partido.

Este dato entra en contraste con el poder político andaluz. Importancia no es lo mismo que relevancia. Participación no es lo mismo que presencia. ¿Cuántas veces se habla de Andalucía en el Congreso de los Diputados? Ninguna, y si se habla es para referirse a los EREs. ¿Cuántas veces se habla del paro andaluz, de la emigración andaluza o la calidad de vida de los andaluces? Ninguna. En otras palabras, Andalucía tiene un nulo poder político, ni relevancia ni participación, a pesar de estar configurada como la Comunidad Autónoma más importante en el sistema institucional español. 

¡Poder Turolense! Gritan los amantes en las montañas del Sistema Ibérico. Teruel representa un 0,28% de la población española (Andalucía más del 17%). El Campo de Gibraltar, con una población mayor a 260.000 habitantes (mucho por encima que la provincia aragonesa) y con una de las mayores tasas de paro de España y la peor calidad de vida, no tiene representación (y Teruel sí). Teruel habla en las Cortes Generales, con 3 representantes turolenses, más que los 102 representantes de Andalucía (entre ellos Marlaska, cabeza de lista del PSOE por la provincia de Cádiz, a pesar de ser vasco, y responsable, como Ministro del Interior, de la tanqueta que recorrió las calles de Puerto Real contra el pueblo trabajador y asustando a familias y niños). Teruel Existe, ¿Y Andalucía?. 

La ejecutiva de la agrupación de electores contra la despoblación en tierras aragonesas ha presentado recientemente un documento con más de 8 páginas donde resume todo lo que ha conseguido hacer en una legislatura, a través de la negociación y el chantaje político (legítimo y necesario). Medidas, inversiones, planes de empleo y ayudas destinadas a mejorar la vida de quienes resisten en las aldeas y pueblos de la provincia.

El poder es imprescindible, no existe poder andaluz si ese poder no es capaz, a través de las instituciones, de mejorar las condiciones de vida de las mayorías sociales de Andalucía. No existe poder andaluz si ese poder no es capaz de verse reflejado con una voz andaluza que grite contra las injusticias que nos azotan. Este poder andaluz va más allá del que reclamaba Blas Infante. Es un poder conectado con el que ya exigía en 1979 el PSA (Partido Socialista de Andalucía) y que permitió llevar a cinco diputados andalucistas de izquierda al Congreso de los Diputados ¡Y hasta conseguir representación en la Generalitat catalana, con el voto de los andaluces emigrantes en la Novena Provincia! Poder andaluz ya reclamado, como nos permite saber el historiador D. José Luis Villar, con la ASA y los Grupos de Base de CEPASA (Compromiso Político). 

Rojas-Marcos, en un artículo publicado en 1977, promulgaba al PSA con un objetivo: “la liberación del pueblo andaluz. Y dos Instrumentos: el socialismo (la sociedad sin clases) y el nacionalismo (el poder andaluz). Frente a la opresión: la liberación. Contra el capitalismo: el socialismo. Contra el colonialismo: el nacionalismo. Estos son nuestros tres mandamientos”.

Poder andaluz contra la emigración que provoca que miles de jóvenes andaluces se vean destinados a abandonar sus pueblos y ciudades. Poder andaluz contra el paro y las brechas sociales. Poder contra el abandono sistemático. Poder contra la despoblación de nuestros pueblos. Poder por una Andalucía más justa, más libre, más social y democrática.

Y la democracia va mucho más allá de meter una papeleta, de vez en cuando, en una urna. La democracia traspasa conceptos y teorías, implica, per se, un poder de decisión inalienable y de naturaleza humana. Los andaluces tenemos la responsabilidad, el próximo 23J, de exigir un cambio institucional, la capacidad de hacer llevar una voz propia que represente y defienda válidamente a los ocho millones de andaluces. Canarias, Teruel, Navarra, Galicia, País Vasco, Cataluña, Valencia, Mallorca… existen, ¿y Andalucía?

No es preciso crearla. Decía Blas Infante, “Andalucía existe: no es preciso crearla. Hemos encontrado su genio vivo, aunque debilitado”. Defendamos, pues, su genio, y llevémoslo a lo más alto de las dignidades, a la equiparación con el resto de pueblos del Estado, Andalucía ¡Como la que más!

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