28F: Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos

La arbonaida es el símbolo más representativo para los andaluces. El 89,9% de los andaluces, según encuesta del Centra, se sienten identificados con ella

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Premio Rafael Viso 2022 y miembro de Marea Verde.

28F: Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos. En la imagen, banderas de Andalucía el pasado 4D en el Palacio de San Telmo, en Sevilla, sede del Gobierno de la Junta.
28F: Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos. En la imagen, banderas de Andalucía el pasado 4D en el Palacio de San Telmo, en Sevilla, sede del Gobierno de la Junta.

En el transcurso de la historia, del pasado al presente y con el horizonte en el mañana, Andalucía debe tener la vista y el sentimiento en el 4 de diciembre y el 28 de febrero. En esta jornada de reflexión debemos volver a ser lo que fuimos, esa conquista soberana del pueblo andaluz y lo que siempre hemos sido: hombres y mujeres de luz.

Fue en 1918, en Ronda, cuando se celebró la Asamblea Regional convocada por los Centros Andaluces donde se adopta la bandera andaluza, el símbolo andaluz, el mensaje del ayer y el mañana de Andalucía.

La arbonaida es el símbolo más representativo para los andaluces. El 89,9% de los andaluces, según encuesta del Centra, se sienten identificados con ella. Este dato resulta más sorprendente cuando son más los andaluces que se sienten identificados con la bandera verdiblanca que con la rojigualda. Nueve de cada diez andaluces se sienten orgullosos de serlo. Nuestra bandera es el mejor ejemplo, la mayor representación de Andalucía, por su mensaje, su pasado, presente y futuro.

Es el pasado, porque dignifica la historia de nuestro pueblo, los amaneceres fríos de invierno y las tardes calurosas que agotan al jornalero andaluz. Representa la esperanza de un mañana libre, con una juventud honrada y decidida a permanecer en sus ciudades, sin padecer la necesidad de marcharse de su tierra en busca de pan y libertad. 

Fue en Alacena, según sabemos gracias a la investigaciones del historiador Manuel Ruiz, cuando por primera vez se iza la arbonaida, el 6 de noviembre de 1932, y la última (durante la República) será en Cádiz el 12 de julio del 36, apenas cinco días antes del golpe y semanas previas al asesinato de Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza, declarado así por el Parlamento democrático en 1983. 

La bandera, durante el periodo republicano, fue asumiéndose por el Pueblo andaluz, izada en numerosos ayuntamientos y lugares simbólicos. Y es que la arbonaida tiene una gran trayectoria histórica, caracterizada por ser una de las más antiguas del continente europeo. En la Alcazaba de Almería fue retratada por el poeta Ibn Arqam en el siglo XI, más tarde con el Motín del Pendón Verde en Sevilla o en época coetánea a Infante con la reivindicación de las mujeres de Casares.

La bandera de Andalucía, que hoy se alza en todos los municipios de nuestra comunidad, de nada sirve levantarla, siguiendo las palabras del propio Blas Infante, si cada uno de los andaluces no la sienten como propia, y por tales sus valores de paz y esperanza. Paz en un presente lleno de guerras, como en Ucrania, Somalia, Siria o Birmania. Esperanza para el futuro andaluz, nuestros niños y jóvenes. 

De nada se entiende el sentimiento e identidad andaluza sin el humanismo intrínseco de la defensa del ideal andaluz. Nuestros propios lemas y símbolos lo reflejan, de Andalucía para el mundo. Son valores inherentes. 

Por eso, llenar los balcones, plazas y manifestaciones de banderas de Andalucía es inútil si no están llenas de contenido, pero de un contenido social e histórico que sepa rescatar los valores de paz y esperanza del pueblo andaluz. Andalucía es mucho más que un símbolo, que una bandera, es una síntesis humana capaz de crear sentimiento y pertenencia, humanismo y cultura.

Frente a quienes niegan la conquista de la autonomía andaluza y nos venden al paro y la emigración, la respuesta nos lleva a reivindicar la identidad social de nuestra gente y crear conciencia de clase y pueblo, como diría Pepe Aumente. Así, es absurdo entrar en polémica sobre si el 28F se debe celebrar o no.

Hoy tenemos el reto de seguir luchando por los mismos motivos que hace 43 años, cuando los andaluces votaron en referéndum “la iniciativa prevista en el artículo 151 de la Constitución a efectos de su tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo”. Andalucía sigue en paradigmas similares a los ochenta, sigue liderando las tasas de paro, exclusión social, precariedad, índices de calidad de vida, mayor número de emigración, peores datos de abandono escolar, mayor número de ciudades y barrios pobres… 

En ese sentido, somos los andaluces quienes tenemos la responsabilidad de decidir sobre nuestro futuro, plantearnos qué queremos seguir siendo, la España vieja y abandonada o la Andalucía de vanguardia y progreso. Es nuestra responsabilidad desempolvar la arbonaida, sacarla al balcón y abarrotar las calles del verde y del blanco, de arbonaidas rebeldes y con ganas de comerse el mundo. 

Decía Blas Infante que tuviéramos “cuidado, no vaya a venir el huracán y se lleve no sólo el símbolo, sino a nosotros”. Y este es el mayor reto al que nos enfrentamos. Está muy bien comer mollete con aceite en los colegios o cantar el himno de Andalucía, pero es en vano si no somos capaces de llenarlas de lucha y contenido andaluz, en defensa de los servicios públicos, la dignidad humana, los trabajadores o la igualdad.

En estos tiempos frágiles e inestables, cada vez son más usuales las tormentas eléctricas que se desplazan sobre aguas tartésicas. Levantémonos, pues, en una revolución del espíritu y las conciencias, reivindicarnos con dignidad y orgullo, poniendo freno al huracán destructor de la identidad andaluza. 

¡Viva Andalucía Libre! Feliz 28 de febrero.

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