Túnicas sagradas. Un sol envuelto en sus tormentas. Kanji carbonizado. Son algunas de las numerosas reliquias que observo en los lienzos de Patricio Hidalgo.
Una cabeza decapitada por un bordón, abarrotada de cante y linaje, inunda con vida cada uno de los confines de la tela. Este lienzo, sumergido en un rosa palo tan melancólico como lo fue en su día el capote de Paula, revela los entresijos del jipío andaluz. El grito universal. La queja brota incontenible, sin ánimo de salvación, porque entiendo yo que el alma donde no tiene cabida la maldad, es un alma que tampoco espera lo peor del mundo. Hijo, que no se te olvíe nunca el viví.
En un extraño abecedario jondo se encuentra, en cada golpe de voz, el rostro taciturno de Manuel Torre porque él, por sí solo, se bastó para ser 39 hombres tristes. Treinta y nueve bestias indómitas de ojos cerrados. Manué. me sobra tanto mundo dentro que el de afuera ya no puedo ni verlo.
Mairena echándose las manos al pecho. Más de una vez se le cayó al fondo de las tumbas abiertas de los cementerios. Dejadme viví, os pío llorando resuena todavía en los muros de la Macarena. Y un garabato mágico tapándose con las manos su boca. Sangre negra sobre horizonte en llamas. Es el paisaje de la guerra y el escarnio. Todos los artistas, de alguna forma, somos hijos de la infamia. Menese es un fantasma blanco con alarido de cal. Pero si los espíritus no existen, ¿de qué está hecho José que escapa del tiempo? En cambio, La Paquera está construida de galaxias muy oscuras en perenne colisión. La Perseida de Jerez digo yo.
Los retratados no saben qué son en las manos del Hidalgo pero tienen la certeza de que existen. Qué me importa lo que cuente de mí la gente. Sé que existo. A veces soy tinta china sobre mar blanco, como llamaban los árabes al mediterráneo. Otras, una silla vacía. Una cruz con los brazos de La Moreno. Una hoja en negro como invitando a que comience de nuevo este dichoso mundo.
Dedicado a Patricio Hidalgo por sus Figuras flamencas. Edit. por Libros de la Herida y Entorno Gráfico.
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