"Mientras estamos obsesionadas con bajar de peso, con nuestro aspecto, se nos va la vida, se nos pasa"

La filósofa hispano-uruguaya Magda Piñeyro protagoniza unas jornadas sobre violencia estética en Cádiz y recorre institutos de la provincia para divulgar un concepto que creó hace una década: la gordofobia

La filósofa y divulgadora Magda Piñeyro, en el hotel Soho de Jerez. "Mientras estamos obsesionadas con bajar de peso, con nuestro aspecto, se nos va la vida, se nos pasa".
La filósofa y divulgadora Magda Piñeyro, en el hotel Soho de Jerez. "Mientras estamos obsesionadas con bajar de peso, con nuestro aspecto, se nos va la vida, se nos pasa". MANU GARCÍA

La violencia tiene estética: "Siempre he sido gorda"

“Siempre he sido gorda”, dice varias veces en la entrevista. Al mencionar la palabra esencial pone el dolor por la discriminación en el centro de la conversación. Conecta directamente con los millones que son, fueron o serán “gordos” toda su vida.

La palabra tabú vive en mitad de muchas mentes en el mundo. Tiene consecuencias directas en la salud mental de tantos, incluso en discriminación laboral, social, económica. Pocos términos tan pegados al acoso escolar como "gorda" y "gordo" durante décadas, millones de casos en todo el mundo.

Magda Piñeyro (Montevideo, 1986) lleva 20 años afincada en Tenerife y desde allí escribe, habla, por toda España, por media Europa y casi toda América. Esta filósofa se ha convertido en experta y divulgadora de un término acuñado hace apenas una década y que los más jóvenes conocen de cerca: gordofobia.

Fue cofundadora de la plataforma digital Stop Gordofobia que reunió a decenas de miles de seguidores, durante años, en un foro digital reconvertido en terapia y esperanza colectiva. Es autora de los ensayos Stop Gordofobia, Las panzas subversas, 10 gritos contra la gordofobia y Guía básica sobre gordofobia. Un paso más hacia una vida libre de violencia.

El pasado 6 de noviembre presidió en Cádiz la jornada sobre violencia estética y en los días siguientes visitó institutos de Ubrique, Olvera, Trebujena, Tarifa y Guadalcacín. El objetivo era hablar con los alumnos de la marginación que sufren y ejercen, a veces al mismo tiempo, dos tercios de la humanidad.

¿Podría definir para los neófitos el concepto "violencia estética"?
Es una que se ejerce principalmente hacia las mujeres y funciona a través del establecimiento de determinados cánones estéticos cerrados. Implica violencia física, psicológica y una presión constante sobre los cuerpos de las mujeres. Esta temática la han abordado, sobre todo, dos teóricas. Una estadounidense que se llama Naomi Wolf, que no acuña este término, pero sí trata esta cuestión y una socióloga venezolana que se llama Esther Pineda, que acuñó el término.

¿Cómo son esos cánones, esas normas imaginarias, que provocan la violencia estética?
Además de ser machistas y misóginos, porque se dan específicamente contra las mujeres, tiene tres características importantes: son gordofóbicos porque el canon es ser delgado; son racistas porque el canon es ser blanco y son edadistas o gerontofóbicos porque el canon es ser joven. Estos cánones generan muchas desigualdades. Y una de ellas es que las mujeres no tenemos derecho a vivir en paz en nuestros cuerpos. Constantemente se nos está diciendo que tenemos celulitis, o que estamos viejas, o que estamos gordas, o que somos feas, o que no nos maquillamos bien o o que no vestimos bien… Tenemos que hacer un trabajo infinito en nuestros cuerpos para ser válidas. Sobre todo en una sociedad como la patriarcal que establece la belleza como la base de la identidad femenina. Parece que la única cualidad que la sociedad patriarcal permite a las mujeres es la belleza. Han de ser reconocidas a través de la belleza. Los hombres sí tiene otras características más allá de la belleza que le dan validez en esta sociedad.

Si hay que ser blanca, joven y delgada para sortear la violencia estética, para ser validada, tres cuartas partes de la población mundial están invalidadas ¿Son muchas las consecuencias laborales, sociales?
La marginación laboral, por ejemplo, es muy amplia. Y cambiante. Pienso, por citar un caso al azar, en que existe un Matías Prats. Un periodista mayor, mucho, que presenta noticias. Pero no existe la versión femenina de la mujer con la misma edad que sea periodista, presentadora. Generalmente hay muy pocas mujeres mayores cara al público. Hace poco hubo una polémica con Tom Cruise, en la última película, porque salía junto a mujeres muy jóvenes. Él tiene como 60 años y sin embargo puede estar actualizado, sigue siendo el tipo atractivo. Protagoniza la película. Pero una señora de 60 años, no. La violencia estética habla de invisibilización y marginación de las mujeres con determinada edad, determinada raza o determinado peso.

Una de las discriminaciones más obvias es el conocido caso de las dependientas de tiendas de ropa. Ahí el canon manda hace décadas
En las tiendas exigen a las vendedoras que les entre la ropa que venden. Las vendedoras también ejercen de maniquí. Yo he sido gorda toda mi vida, así que nunca he tenido oportunidad de trabajar en una tienda ni cuando fui joven. Jamás me contratarían. Pero pasa en muchos más sectores: audiovisual, clínicas, gimnasios, farmacia.

"El negocio es que nadie esté conforme con su cuerpo. Nos roban la autoestima para luego vendérnosla en cómodas cuotas con la dentadura perfecta, la ropa perfecta, la cirugía, la dieta..."

¿Al final son muchas las puertas que los gordos tenemos cerradas?
Es un negocio internacional y multimillonario. El negocio es que nadie esté conforme con su cuerpo. Es ahí donde está el negocio final. Vivimos en un mundo que nos roba la autoestima para luego vendérnosla en pedacitos, en cómodas cuotas. Primero te la quitan y luego crees que la puedes comprar a través de la dentadura perfecta, la ropa perfecta, la cirugía estética, el maquillaje, el gimnasio, la dieta, el fármaco... Pero en realidad te han robado el amor propio. Y el amor propio no se compra.

"Amor propio", dice. Entramos en el impacto sobre la salud mental, más allá de marginaciones laborales, educativas y sociales
No se hace visible la diversidad corporal de las mujeres. Hay una presión que genera problemas de salud física y salud mental. La física por cómo intervenimos nuestro cuerpo a través de la cirugía estética, tratamientos, fármacos, dietas... Y en la salud mental por problemas de autoestima, depresión, aislamiento, ansiedad. Los trastornos de la conducta alimentaria, como anorexia, bulimia o atracón, parten de una mala relación con nuestro cuerpo, con nuestra imagen y con la comida. En gran parte provienen de la presión social sobre nuestros cuerpos, el de las mujeres. El 90% de las personas que sufren estos transtornos son mujeres. El efecto en la salud mental es el más grave de los que causa la violencia estética, más allá de la discriminación laboral.

Dietas, bulimia, anorexia, depresión, terreno léxico de gordofobia ¿Cómo se ha explicado este fenómeno, estos días, a los alumnos de Secundaria en la provincia de Cádiz?
Estuve con los de Primaria, también. Y con los de Formación Profesional. Les expongo que la gordofobia es una de las tres máximas expresiones de violencia estética. Se nos transmite, sobre todo a las mujeres, y se nos dice que es reversible, que depende de uno mismo, de cada persona. Es decir, si dejas de comer durante 50 días, además de morirte, vas a estar muy delgado. Vas a morir delgado. Nos dicen, desde pequeños, que se puede, que depende de ti. Esa es la trampa psicológica. La crueldad del mensaje radica ahí, en que todo está en ti, en tu mano.

Ese término tan tramposo de la fuerza de voluntad, si quieres, puedes, no le eches la culpa al entorno, está en ti
Muchas veces me dicen que no puedo caer en el victimismo de señalar siempre el contexto, las circunstancias, el entorno, en vez de hablar de la responsabilidad individual de cada cual en su peso. Mi decisión individual es enfrentarme a la gordofobia. Hay un contexto que me violenta y por eso yo me tengo que enfrentar. Es como cuando la gente te dice “quiérete, todo es cuestión de actitud”. Pero es muy difícil quererte en un mundo que te odia. Y lo que recibo es odio hacia mi cuerpo constantemente. En las películas, en la tele, en la calle, en mi familia, en el colegio, en las tiendas de ropa o en las consultas médicas. Ahí está la trampa.

Pensamos que la raza de cada uno y la edad son irreversibles pero el sistema nos vende que la gordura es reversible. Y no lo es. Hace más de 20 años que las investigaciones científicas señalan que las dietas no funcionan, que no hay un método efectivo de adelgazamiento a largo plazo. Todo el mundo adelgaza un tiempito pero siempre recupera lo que ha perdido. Cuando se han investigado los resultados de las dietas a cinco o seis años, nunca funcionan. Exactamente. Entonces la gente está buscando constantemente bajar de peso, tanto gente gorda como delgada, porque parece que nunca es suficiente. La gente consume todo tipo de productos de la llamada industria de la dieta. Esto enriquece obviamente a determinadas personas mientras nos empobrece a nosotras y nos hace sentir mal con nosotras mismas. Porque además, cuando un determinado método no funciona, te echan la culpa. El sistema es bueno pero tú no lo has hecho bien. Es que no te controlas o eres una perezosa que no se esfuerza lo suficiente.

En esa industria multimillonaria de la dieta entran también los gimnasios, aunque de forma tangencial
Los gimnasios forman el tipo de empresa pequeña o mediana que más ha crecido en el mundo tras la pandemia.

La filósofa hispano-uruguaya, durante la entrevista.  MANU GARCÍA
La filósofa hispano-uruguaya que ha visitado institutos de la provincia, durante la entrevista.  MANU GARCÍA

Otro argumento del abogado del diablo sería que no es para tanto la gordofobia, que existió siempre ¿Existió siempre?
Pues no. Tiene su origen en la segunda mitad del siglo XVIII en Europa. Está relacionado con dos conceptos: con el surgimiento de la medicina como institución poderosa y con el sistema esclavista. Lo estudió una socióloga que se llama Sabrina Strings. Con el sistema esclavista europeo, muchas personas negras que fueron llevadas a Europa y África llamaron la atención por sus carnes prominentes y se convirtieron en un referente negativo de lo que no hay que ser. La gordofobia nace del pensamiento europeo que separa la razón del cuerpo. Cree que la razón puede controlar los apetitos del cuerpo y cuando no los controlas estás entregado a la animalidad. A la gente negra esclavizada se la consideraba animales. Si nos fijamos, cuando a las personas gordas se nos insulta siempre es con nombres de animales: ballena, vaca, foca. Significa que te has entregado a la animalidad, no eres un buen ser humano. El buen ser humano es el racional que controla sus instintos. Las gordas somos unas vagas, unas descontroladas o desmesuradas. Ese núcleo de la racionalidad europea está en el origen de la gordofobia.

"Si eres gorda significa que te has entregado a la animalidad, que no controlas tus instintos y se usan nombres de animales: vaca, ballena, foca"

¿Dónde queda el sagrado argumento de la salud? ¿Estar en un peso cercano al ideal, sin kilos de más, no es saludable?
La excusa de la salud para estar delgada se puede perder si no hay aceptación corporal previa. Muchas personas gordas, de tanta violencia que recibimos, desconectamos de nuestro cuerpo. Tú vives constantemente soñando con ser otra persona, con tener otro cuerpo. Y este cuerpo que tienes parece un tránsito, está de paso. En ese caso, tu relación con ese cuerpo no es de cuidado porque el cuidado requiere afecto. Tú cuidas a alguien o algo que te importa. Si lo odias, no tienes ese vínculo de autocuidado, sino de rechazo, de intentar cambiarlo a toda costa. Parte del proceso de reconciliación corporal genera que mires tu cuerpo con amor y que lo puedas cuidar mejor. Los que investigamos sobre gordofobia lo que nos encontramos es a personas destrozadas, que no se atreven a hacer deporte. Algunos, ni a salir de sus casas. Según la Unesco, la primera causa de acoso escolar en el mundo es el aspecto físico. La segunda, el racismo.

¿Hay más gordofobia que hace algunos años? ¿Vamos a peor? ¿Hay esperanza?
Bueno, soy una persona muy utópica. Veo el horizonte en la ventana. Aunque como decía Galeano, si das dos pasos hacia él, se aleja dos pasos. Pero tengo fe. Hace diez años logré armar una página de Facebook, con un amigo, que se llamaba Stop Gordofobia. Mi primer libro fue el primero sobre Gordofobia de España. El segundo de habla hispana, porque había otro escrito en Chile. Cuando nosotros empezamos, la palabra no existía, la inventamos. Nadie nos creía, la gente se reía de nosotros, decía que estábamos locas, que la gordofobia era una mentira, una excusa para no bajar de peso, que lo que nosotros denunciábamos no sucedía de verdad. Y la página fue creciendo y llegamos a 100.000 seguidores. Quiero decir con esto que hace diez años la palabra ni existía, que empezamos a difundirla, a hablar de esto por primera vez. Las personas gordas, y vuelvo a citar a Galeano, hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez. Muchos años callando lo que nos pasa y, de repente, esta semana estoy dando charlas en centros educativos traída por la Diputación de Cádiz.

¿Cómo es la reacción de los adolescentes cuando va a hablar con ellos?
Muy buena. La verdad. Siempre hay alguna excepción, lo normal. Aún más a edades de reafirmación. Siempre hay alguien así pero me quedo con la mayoría, con mucha gente gorda que se ha atrevido a hablar en grupo al ver que una gorda como yo les estaba hablando de esto. Hay muchos que, al verme, se atreven a decir que les insultaron o les pasó esto o aquello. Y eso permite que la clase entienda que está mal. Es una de las discriminaciones más normalizadas. Me quedo con que se crean espacios de diálogo, donde las personas puedan expresarse. También gente delgada ha podido hablar de su historia, de cuestiones relacionadas con su cuerpo, porque también las mujeres delgadas también sufren violencia estética. También están los ataques por el tamaño del pecho, del culo, por la altura, la nariz…

Piñeyro estableció su residencia en Tenerife hace 25 años.
Piñeyro reside en Tenerife hace 25 años y ha publicado dos ensayos y dos guías educativas sobre la violencia estética.  MANU GARCÍA

Volvemos a hablar de una discriminación contra las mujeres, sobre todo, haya o no gordura
La mayoría de las chicas me dicen que notan una presión, de algún tipo. Incluso los chicos reconocen que la presión estética es mucho mayor entre las mujeres. Casi todas la sufren. Unas dicen que no tienen mucho pecho o mucho culo. Otras, que demasiado. Otras, que son muy bajitas. Las altas, jirafas. Los cánones son inalcanzables, estúpidos. A una con poco pecho le dicen tabla. Si tiene mucho, gorda. Si no tienes curvas, mal. Si tienes, también mal. No te maquilles mucho porque vas como una puerta pero no vayas sin maquillar porque eres una sosa. Yo siempre les pongo al final, para cerrar un poco la conversación, la imagen del conejito con la zanahoria atada delante de la nariz. Por más que corra… Una puede intentar e intentar pero nunca va a alcanzar. Y mientras que lo intentas y lo intentas vas perdiendo tu vida. Mientras estamos obsesionadas con nuestra ropa, nuestro maquillaje, nuestro pelo, nuestro aspecto, con bajar de peso, se nos va la vida, se nos pasa. El sistema patriarcal nos roba tiempo que podríamos utilizar en muchas más cosas. Para estudiar, para aprender, para luchar por nuestros derechos. Alguien dijo una vez que una mujer a dieta, hambrienta, no puede enfrentarse a un maltratador, agarrar un megáfono, no tiene fuerza para organizarse. Nos quieren débiles. El estereotipo femenino para el patriarcado es una mujer chiquita, delicada, delgada, frágil. Sumisa. Que necesita de un hombre grande y fuerte para defenderse. En la jornada celebrada en Cádiz cerré mi charla diciendo: luchar contra la violencia estética es luchar por recuperar la autonomía sobre nuestros cuerpos y por recuperar el tiempo para nosotras, no detrás de esos amores y esos cánones imposibles.

¿Hay gordos que ejercen la gordofobia?
Todos hemos sido educados para señalar a los gordos, para señalarnos. Estos días, en un centro educativo, me encontré con una chica que era gorda y había adelgazado. Me dijo que había bajado de peso gracias a los insultos que había recibido, que la habían incentivado “para ser su mejor versión”, me dijo. Y eso para mí fue muy doloroso. No puede ser que convirtamos la discriminación en un incentivo. Ella estaba convencida de que estaba bien que le hubieran discriminado, que le había venido bien. El problema de esto es que cuando recupere el peso, porque la gente que se mata de hambre recupera el peso ¿qué va a hacer? ¿y si conoce a personas gordas, discriminarlos también? ¿para que adelgacen? ¿y si tiene una madre gorda, le estará diciendo que si yo pude tú puedes? Ese es el germen del odio que hace que hasta los gordos ejerzan la gordofobia.

¿Existe una gordofobia inversa, esa de la gente que con buena intención y cortesía que dice “verte bien” o “mejor” o te felicita cuando bajas de peso?
Socialmente está muy aceptado, incluso como una cortesía. Parte de las ganas de agradar a la gente a la que quieres, que te cae bien. El cuerpo gordo es considerado un fracaso en nuestra sociedad. La delgadez, un éxito. Entonces, si tú pasas del cuerpo fracasado al cuerpo exitoso, la gente te felicita. No saben lo humillante que es. El que recibe el comentario asocia que antes estaba mal pero no se lo decían, que lo tenían guardadito. Hay que tener cuidado con felicitar por adelgazar. Algunas personas pierden mucho peso por disfunciones hormonales, por depresión, por otras enfermedades. En el Instituto de Igualdad de Canarias hace unos años sacamos una camiseta que decía “mi cuerpo no quiere tu opinión” y yo creo que el avance va por ahí.

Sobre el autor:

Afot

José Landi

Nacido en Cádiz, en 1968. Inicia su trayectoria en 1990. Columnista, editorialista, redactor, colaborador, corresponsal o jefe de área en 'El Periódico de la Bahía de Cádiz', 'Cádiz Información', 'Marca', 'El Mundo' y 'La Voz de Cádiz'. Ha colaborado en magacines o integrado tertulias de Canal Sur Radio, Cadena SER, Canal Sur Televisión, Onda Cero y COPE. Premio Paco Navarro de la Asociación de la Prensa de Cádiz en 1997 y 2012 (a título colectivo). Premio Andalucía 2008 a la mejor labor en internet (colectivo). Ganador del I Premio de Relatos Café de Levante. Autor de la obra de autoficción ("no sabía que existiera ese género", dice) 'Ya vendrán tiempos peores' (Editorial Cazador, 2016). Puso en marcha el proyecto de periodismo gastronómico 'Gurmé Cádiz' y mantuvo durante diez años blog como 'El Obélix de San Félix' y 'L'Obeli'. Forma parte del equipo que realiza el 'podcast' de divagación cinematográfica 'A mitad de sala'.

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