Reinventarse ante las dificultades para seguir navegando. Una lucha constante digna de admirar que siguen personas como José Antonio Torralva Camacho, un jerezano de 45 años que decidió dar un giro a su vida. Nunca había emprendido, pero las circunstancias le han llevado a hacerlo en una pequeña librería y papelería de barrio, de esas que guardan un encanto especial. Un espacio que rinde homenaje a la lectura, a las conversaciones y al gusto por las letras abrió sus puertas hace un mes en la avenida de las Mandarinas.
El dibujo, la música y los libros siempre habían sido su afición mientras trabajaba como auxiliar de seguridad en el parking de la pasarela, en El Puerto. “Cuando salimos de viaje nos gusta visitar papelerías”, confiesa el jerezano que ha realizado un acto de amor.
Su mujer, Ana, lleva tres años luchando contra una fibromialgia de grado severo que desde mayo del año pasado comenzó a empeorar. No puede pasar la noche sola y las crisis son cada vez más fuertes. Además, ella, que también sufre depresión, necesita ayuda para ducharse, lavarse el pelo o subir las escaleras.
En su mente ya rondaba cambiar de aires, así que José Antonio se ha dedicado a buscar proveedores durante esas largas noches de turno hasta que fue despedido. “El Ayuntamiento de El Puerto ha quitado muchas plazas de aparcamiento”, lamenta. “Había veces que hacía turnos dobles y pasaba mucho tiempo fuera de casa, viendo que tenía que acompañarme, decidió emprender en un mundo que siempre le ha llamado la atención”, cuenta Ana a lavozdelsur.es.
De la cabina de seguridad dio un salto a la librería adentrándose en un proyecto nuevo que le permite cuidar a su mujer y continuar al pie del cañón. Así ha nacido La Fridita, un nombre que también refleja su amor por Ana. “Siempre nos ha llamado la atención la cultura de México, allí hay mucha cultura papelera en la decoración de las celebraciones. Y ella es una amante de Frida Kahlo, México y Frida van de la mano”, explica José Antonio mientras coloca unos libros.
El local echó a andar poco a poco, con esfuerzo y con la participación de los primeros curiosos que se acercan. Según cuenta, el 80% de los artículos que ha llevado a la tienda son pedidos demandados por ellos. “La Fridita la están construyendo los clientes”, dice.
José Antonio estaba en contra de crean una papelería convencional, la típica que tiene las estanterías abarrotadas de material, así que ha distribuido el espacio por categorías. En sus rincones hay ejemplares dedicados a la música, accesorios escolares o los últimos best sellers. “Ana es profesora de educación especial y me ha orientado para traer material didáctico con el que pueden trabajar familias que tienen hijos con dificultades de atención, hiperactividad o dislexia”, explica.
Esta opción recién incorporada al comercio local jerezano, también es tienda “con alma”, es decir, es la única de la provincia gaditana que distribuye productos de la fundación Yosiquesé, diseñados y elaborados por personas con discapacidad.
Y no solo se dedica a la venta sino también a despertar esa pasión por la lectura desde un espacio con mesa y silla para que los lectores puedan pasar un rato, y a promover actividades culturales. “Le damos espacio a los jóvenes para que vengan a tocar música en directo aquí. También tenemos bastantes amigos que se mueven en el mundo del arte y nos han ofrecido dar talleres de pintura, de cuentacuentos, de juegos”, sostiene el jerezano, agradecido por el apoyo que recibe desde el minuto uno.
La Fridita quiere ser “un espacio de intercambio” que se aleje de la dinámica de las grandes superficies y apuesta por la recomendación de libros en función de los gustos. Su filosofía es brindar a quien entre por la puerta una experiencia personalizada y, de momento, todo va viento en popa.
“Tenía mucho miedo porque hay un bazar chino cerca, pero es verdad que la gente valora los consejos y que busque alternativas. La acogida ha sido brutal”, dice con entusiasmo. Pese a la dureza de su rutina, el emprendedor saca fuerzas y no pierde la sonrisa. Él no se rinde aunque la vida se lo ponga difícil.
Cada noche, llega a casa “súper emocionado” porque el negocio “económicamente va bien y se van cubriendo los gastos”. Además, recibe comentarios positivos que le animan a seguir adelante. Algunos vecinos le han expresado su alegría por haber abierto en esta zona donde no había nada similar.
El matrimonio sabe que hay mucho trabajo detrás, muchas horas de entrega que le llevan a estar hasta altas horas de madrugada buscando artículos. “Estoy aprendiendo todo sobre la marcha”, confiesa este aventurero que apuesta por el negocio de proximidad y el contacto directo con el público. El amor mueve montañas. José Antonio ha querido tener este gesto de cariño hacia Ana, adaptarse y mantener la cabeza bien alta para continuar haciendo más llevadera la lucha por esta enfermedad.
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