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Un grupo de surfistas isleños viaja a las Maldivas a cumplir el sueño que albergaban desde hace décadas cuando empezaron a practicar surf entre proyectiles en la playa de Camposoto.

Vienen del paraíso. De un destino que enamora a cualquiera pero que, en su caso, es el sueño de cualquier surfista. Hasta las Islas Maldivas se han ido durante dos semanas ocho surfistas de La Isla, de San Fernando, en busca de la ola perfecta.

Y la han encontrado porque, en ese entorno, no ha sido difícil. “Surfear allí es espectacular porque el agua es cristalina, estás viendo una de las mayores faunas marinas bajo tus pies y la ola, al partir sobre la laja de coral, parte perfecta”. Para que todo aún mejor “te metes en bañador porque el agua está caliente”. El que lo explica es Suso Picardo, el presidente del Club Deportivo Campoloco Surf 1987 que en último día de su viaje ya rememora con nostalgia lo que acaban de vivir.

Practicando surf desde hace más de veinte años, estos surferos isleños saben moverse bien por la provincia, por España y Portugal en busca de esa adrenalina que sólo se siente encima de una tabla. “En Cádiz tenemos olas prácticamente desde octubre hasta febrero”. A partir de primavera, suelen viajar al norte de España –País Vasco, Galicia, Cantabria y Asturias- y a Portugal pero “la llegada del euro abrió la posibilidad de poder viajar a otros países como Indonesia, Bali, Maldivas, Costa Rica o Perú. Es mucho más caro pero son olas mucho mejores que las cogemos en Portugal y en España”, aclara.

Ellos en Maldivas, en la isla de Malé (la capital) tenían un pico “a cinco minutos andando que parte una ola perfecta”. Pero el sueño hecho realidad es que “teníamos un barco que nos iba llevando a los diferentes picos que hay en esta isla: sultans, jails, honkeys”. Así que “es imposible elegir un día o un momento porque cada baño es único”.

Surfear entre proyectiles

Llegar hasta allí tiene mucho mérito para unos surfistas que se jugaron la vida por practicar este deporte. Y es que hasta hace unas décadas, los isleños sólo podían disfrutar de su playa dos meses en verano. A partir de septiembre se cerraba para que los militares hicieran sus prácticas de tiro pero ni Suso ni los suyos querían dejar de coger olas en su playa y no dudaron en bañarse entre proyectiles y con el peligro de las denuncias de la Guardia Civil.  

“Yo comencé a hacer surf en 1986 pero en La Isla se empezó antes”. Concretamente, “en la playa militar de Torregorda porque muchos de los hijos de los militares podían ir a esa playa, que sólo era para ellos, y durante todo el año”. “Nosotros empezamos un poco después de ellos porque nuestra playa era la de Camposoto pero se cerraba a cal y canto una vez que terminara el verano”.

Pero con una pasión con esa intensidad y dieciséis años, Suso y su hermano Caito se saltaban las restricciones y volvían a su playa a surfear. “En aquella época no había puentes que cruzaran la playa sino que estaba el caño y solamente había una entrada por la última pista (la que es ahora la número 8 que nosotros le decíamos la primera pista). Hay había una cancela grande de hierro que los militares cerraban y nosotros la saltábamos para poder surfear en la playa de Camposoto. Allí se hacían maniobras militares, prácticas de tiro y nosotros a cien metros veíamos caer los proyectiles en el agua”.

“Entrábamos en invierno porque aunque no se podía, era nuestra playa y también queríamos reivindicar que no teníamos que irnos a las playas de Cádiz o de otro sitio”, recuerda orgulloso. “Los militares venían a echarnos pero nosotros estábamos dentro del agua…qué vinieran a cogernos”. No se iban de rositas en todo caso. “Avisaban a la Guardia Civil y tomaban como excusa nuestras motos para multarnos por las luces, algún papel…cualquier cosa para evitar que volviéramos a ir”.

Al año siguiente, en 1987, “nos juntamos una peña de unos diez amigos y empezamos a practicar el surf en Camposoto”. Hasta los más de 300 que se congregan en la playa isleña. Treinta años después, ahí siguen en la cresta de la ola y con las mismas ganas. Este domingo tienen uno de sus acontecimientos más importantes: la sexta edición del Surfing Day. Es un cita lúdico-deportiva que organiza el Club Campoloco y comienza con una recogida de basuras por la mañana temprano para concienciar sobre el medioambiente y la limpieza de las playas y continúa con las clases de la Escuela de Surf de San Fernando. Al evento también están invitadas otras escuelas de Cádiz para que vengan a dar clases de surf a los niños. “Hacemos una paella, sorteos de tablas de surf y los niños se lo pasan muy bien y conseguimos concienciar sobre la limpieza de las playa”.

Suso se despide y nos invita a este evento el próximo domingo en San Fernando. Es su última noche en Maldivas y “hay que recuperar fuerzas….el primer baño es a las seis de la mañana y será el último”.

 

Sobre el autor:

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Vanessa Perondi

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