Antiguamente la calle Corredera fue una de las vías que daban camino para la vecina Medina vía Angustias. Su existencia parece remontarse al siglo XIV, perteneciendo a la parroquia de San Miguel. Su nombre se debe al propio uso de esta vía, que utilizaban los caballeros para sus correrías, juegos de manejos, cañas, escaramuzas y alcancías. Así lo relató nuestro historiador municipal Agustín Muñoz.
Sin embargo, Corredera ha recibido otros nombres de carácter menos popular. El último nada más y nada menos que General Franco. En otros tiempos, recibió el nombre de políticos vinculados a la Restauración, como es el caso de Cánovas del Castillo, y Blasco Ibáñez. En el primero de los casos, el de Cánovas del Castillo, la rotulación data de 1910, más de una década después del asesinato de este, mientras que en el caso del escritor valenciano el tiempo que duró su rotulación fue bastante menor, dándose en la Segunda República como homenaje al político republicano ya fallecido por aquel entonces y quitándose con la llegada de los sublevados al poder, sustituyéndose por General Franco.
Antes de ser Cánovas del Castillo, la calle también recibió el nombre de Doctor Revueltas y Montiel, dada en 1887 a un insigne doctor jerezano y alcalde de la ciudad en 1873, al que se le atribuyen otros méritos como la inauguración de la biblioteca sita en el Cabildo Viejo o la primera piedra de la Plaza de Abastos. El doctor Revueltas y Montiel curiosamente también dio nombre de la plaza de la Asunción (o de Escribanos) tras dejar de dar nombre a Corredera. Con respecto a Corredera parece ser, de todas formas, que no fue calle Doctor Revueltas y Montiel para toda la vía sino solo para una parte, "un trozo de la de San Pablo", tal y como comenta el archivero municipal Agustín Muñoz en su obra de 1903.
En la fotografía vemos a una Corredera de postal que pese a los vaivenes de los tiempos, conserva gran parte de su identidad señorial. Hace poco hablábamos en Antes todo esto era bodega de Caballeros y de Pedro Alonso. En esta manzana, a la que aún podemos dar la vuelta hoy recreándonos en el ayer, el paseo sigue siendo agradable para los sentidos, que ya es decir.
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