Balao: "Me despierto con música en la cabeza"

Apenas una pequeña paga y lo poco que ingresa legando sus abundantes conocimientos musicales le llegan para vivir. Vida y obra de uno de los grandes maestros del toque, al que Paco de Lucía apodó como "el guitarrista científico"

El maestro José Luis Balao, en su casa de calle Conocedores en Jerez. "Me despierto con música en la cabeza", declaró en una entrevista con lavozdelsur.es.
El maestro José Luis Balao, en su casa de calle Conocedores en Jerez. "Me despierto con música en la cabeza", declaró en una entrevista con lavozdelsur.es. JUAN CARLOS TORO

El 10 de septiembre de 1976, el mismo año que lo partía todo con la rumba universal Entre dos aguas y recibía una paliza de una pandilla de exaltados ultraderechistas por aquella frase suya de “la izquierda crea y la derecha ejecuta”, Paco de Lucía escribía una dedicatoria muy especial durante una estancia en Roma. Sobre un retrato suyo, abrazado a su sonanta y con pinta de hippy, puede leerse: Para mi amigo el científico de la guitarra José Luis Balao con afecto y admiración”. Con más de 200 creaciones a sus espaldas (flamenco, música clásica, árabe, latinoamericana, oriental…), el incansable compositor, concertista y maestro jerezano todavía no era la institución que significa hoy para muchos grandes guitarristas profesionales y cientos de aficionados de todo el mundo.

Hoy el maestro Balao (Jerez, 1938), que conserva aquella dedicatoria en un espacio privilegiado de las paredes desconchadas de su modesta academia, vive después de 65 años dedicado al arte en una injusta precariedad no exenta de ese olvido colectivo tan nuestro. Apenas una pequeña paga y lo poco que ingresa legando sus abundantes conocimientos musicales le llegan para vivir. "Yo no voy a trabajar ahora en un escenario por cuatro gordas. No debo, ¿no? Sigo aquí porque no tengo más remedio, no tengo otro medio de vida".

Un momento de una clase del maestro Balao en su academia de la calle Gaspar Fernández. FOTO: JUAN CARLOS TORO.
Un momento de una clase del maestro Balao en su academia de la calle Gaspar Fernández.   JUAN CARLOS TORO

A sus 77 años, superado un cáncer de colon hace apenas año y medio, va y viene un par de veces cada día en bicicleta desde su casa del humilde barrio del polígono de San Benito a su escuela en la calle Gaspar Fernández. A la vuelta, una parada en el tabanco del Guitarrón: “Nunca me he emborrachado, ni me he tirado a esas cosas que tanto se ven entre los artistas”. Presume de buen estado de salud y de haberse vuelto “menos conservador” con los años. Solo hay que ver su facha: un auténtico outsider inclasificable cuya imagen es la del que vive a su aire y a años luz de las convenciones. Dos zarcillos en cada oreja, una gorra, una camiseta multicolor con una especie de diosa hindú estampada y unos pantalones cortos rematados por unas zapatillas de Pull & Bear. Apenas un par de habitaciones de esa casa familiar desvencijada de La Albarizuela –“hace falta mucho dinero para tirarla entera abajo y volver a levantarla”- le sirven de academia. No necesita mucho más.

"La primera vez que toqué una guitarra fue con 12 años. Era de mi hermano Manolo"

Mientras enseña unos apuntes por sevillanas a un pequeño de 8 años, el gran maestro jerezano dice que ha llegado a tener alumnos de todas las edades y nacionalidades. “He tenido de todas las edades, hasta una señora de 78 años; más varones que mujeres, eso sí; y han llegado a venir de Corea del Sur, Australia, China, Brasil, Marruecos… para que les dé clases”. En 1979, una vez que nació la primera de sus dos hijas, Balao reescribió su carrera para dedicarse fundamentalmente a la enseñanza.

“Cuando volví la gente no se acordaba de mí, me había ido a Madrid cuando acabé el servicio militar en el año 59, figúrate. Como eres mayor, ya todo el mundo te dice maestro, pero fui mucho tiempo José Luis”. Aquella época empezó en el tablao de Las Brujas de la capital y duró dos décadas hasta que el músico organizó su vuelta a Jerez. Entre medias, casinos, fiestas, auditorios de toda España y Portugal, y prestigiosos reconocimientos como el Bordón Minero en La Unión, la Copa Jerez de la Cátedra y el primer premio de guitarra de la Bienal de Sevilla. 

En plena Transición, su esposa Ana María ya había colgado los zapatos y Balao también acabó por abandonar las giras y su trayectoria sobre los escenarios para centrarse en su familia. De aquel tránsito aún recuerda su encuentro con Charles Aznavour y conserva una foto saludando a los Reyes en Bagdad tras su recital en el hotel Ambassador de la capital iraquí. Desde entonces, ha pasado más de 35 años formando a algunas de las mejores guitarras flamencas del concierto actual. Solo hay que ver las paredes de su escuela y las dedicatorias que, como Paco, le han profesado muchos de los que enseñó: Alfredo Lagos, Santiago Lara, Juan Diego Mateos, Javier Patino, José Quevedo Bola, Manuel Valencia… Y tantos y tantos otros.

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Las manos del maestro Balao.   JUAN CARLOS TORO

Mucho antes de todo eso, Balao se crio en el seno de una familia acomodada. Su padre era jefe de una harinera y alimentaba sin demasiados problemas a su esposa y a sus cinco hijos. Si José Luis asegura que desde los cuatro años ya tarareaba música, no sería hasta los doce cuando se fundió con las seis cuerdas.

“La primera vez que toqué una guitarra fue con 12 años. Era de mi hermano Manolo, que vive todavía. Él entonces se reunía con unos amigotes de su edad y uno de ellos tocaba la guitarra, lo que hizo que la tocara él. Se compró una guitarra de segunda mano que hoy en día vale un dinero. Era de José Ramírez, de 1906, han pasado ya 109 años. Se la llevaba a mi casa y tocaba chaparrón chaparrón. Entonces la guitarra era para acompañar al cante, era secundaria. Pero yo de verle ran ran ran empecé a fijarme en las manos, aprendí tres falsetitas (canta me casé con un enano salerito pa’ jartarme de reír) hasta que me quedé con esa guitarra, que fue la primera que tuve sin que pensara dedicarme a esto ni nada”.

Javier Molina y Rafael del Águila

Primero, Javier Molina, pero sobre todo, a los pocos meses, Rafael del Águila, ese místico maestro del Cerrillo que le descubrió otro mundo. “Rafael fue verdaderamente el que me inició porque con Javier estuve poco tiempo. Él leía música, sabía leer partituras, tenía ya un toque más moderno, de lo que se hacía en aquel tiempo: Ramón Montoya, Niño Ricardo… La primera obra clásica que me puso fue Serenata andaluza de Joaquim Malats. Y luego me puso a Tárrega, Albéniz… Yo escuchaba a Bach, a Wagner... Me abría a la música, no solo al flamenco, porque aquí al final era tocar por bulerías y pare usted de contar: echa un vaso, primo. Aquí nadie ha tocado por guajira, colombiana, peteneras, serranas… La gente me considera músico porque yo lo mismo puedo tocar por bulerías que puedo tocar música de Los Beatles.

O componer mi música propia". "He sido muy emprendedor, siempre he estado componiendo, ideando. Ayer mismo hice una bulería nueva, con unos tonos rarísimos, inéditos…", asegura, y agrega: "A las seis de la mañana me despierto con música en la cabeza, y la escribo para que no se me olvide porque a los diez minutos ya no me acuerdo. Me levanto y cojo la guitarra, y lo mismo compongo un vals que una mazurca o hago música china metida por bulerías".

"He sido muy emprendedor, siempre he estado componiendo, ideando. Ayer mismo hice una bulería nueva, con unos tonos rarísimos, inéditos…"

Con las paredes de la academia a rebosar de recuerdos y fotos de músicos como Bach o Schubert, las enseñanzas de Balao empiezan por algo primordial: "Lo primero es tener cultura musical. Y falta mucha, hay mucha ignorancia en el mundo del flamenco, la mayoría toca de oídas y no sabe leer música. No se preocupan y cada vez hay menos cultura en general". Y luego está el sentimiento: "Hay que tener técnica, desarrollar los dedos y tocar limpio, pero si eso es una carrera, correr más que nadie... hay que correr cuando hay que correr y saber pararse cuando hay que pararse. En un Stop hay que pararse aunque no vengan coches. Y sobre todo tener sentimiento. Hay que tocar con dulzura, con arte. Sin corazón la técnica no vale nada. Hay que tener esto (se señala el corazón) y si encima eres creativo, puedes pasar a la posteridad. Intérpretes hay muchos, y buenos, pero lo más importante es la composición. A la posteridad ha pasado Paco de Lucía como Juan Sebastian Bach".

Hace ahora año y medio que Balao volvió a la vida: "Cuando me desperté en el hospital el año pasado compuse un tema que llamé Sobreviví". ¿Vio esa luz blanca de la que hablan? "No se ve nada, ves un cable por aquí, otro por allí, medio dormido y ya está. La gente que me vio pensaba que no iba a salir de esa". ¿Y se cree en Dios en ese momento? "¿Dios quién es? ¿De dónde vino? Cuando uno se muere se va de aquí y punto, igual que un caballo, una flor, un perro o un gato. Miles de millones han muerto y ninguno ha vuelto para decirnos que ha conocido otra vida". "No soy creyente para nada, mi familia tampoco. Hace un año y medio estuve a punto de morir pero no soy creyente porque veo que la religión, como el nacionalismo, solo intentan adoctrinar para llevar a la gente al terreno de alguien".

"Hay mucha ignorancia en el mundo del flamenco, la mayoría toca de oídas y no sabe leer música. No se preocupan y cada vez hay menos cultura en general"

En los últimos años se han ido algunos de los más grandes guitarristas flamencos de todos los tiempos, Parrilla, Enrique de Melchor, Moraíto, Paco... "Yo estoy batiendo el récord", mantiene socarrón Balao, que admite que piensa a menudo en la muerte: "Todo el mundo pensamos en la muerte, en cuando pasen los años y la memoria se vaya deteriorando, que hasta ahora estás viendo que no se me ha deteriorado... Sigo bien de salud". Hablando de Paco, el que lo apodó como el guitarrista científico, recuerda que era "humilde, sencillo, para nada era creído, coincidimos muchas veces y era muy simpático aunque era un hombre serio, como yo".

¿Usted como él también piensa que la derecha ejecuta...? "Mi mujer es muy política, no se pierde un programa, pero yo la política... Yo de izquierdas no soy. Ningún gobierno, y me remito a las pruebas, siendo comunista ha ido hacia arriba. La Rusia de Stalin; Cuba, que ahora está abriéndose, es miseria; Antonio Ledesma, opositor que era alcalde de Caracas, está en la cárcel en Venezuela... Tampoco quiero esa extrema derecha de Hitler y Pinochet, y hay cosas de la derecha con las que tampoco estoy de acuerdo. Ni soy creyente ni soy monárquico. Respeto a todos, apuesto por la libertad, la fraternidad y la igualdad. Hay que indignarse pero siendo civilizados. Hay que tener sentido común y conocimiento de causa para ver las cosas con objetividad".

"Hay que tocar con dulzura, con arte. Sin corazón la técnica no vale nada"

¿Qué verdad creerse, maestro? "En la vida cambiamos muchas cosas, la manera de vestir, la comida, de pensar... La vida te va haciendo ver las cosas de manera más objetiva. No ves igual la vida con 77 años que con 30. Sigo cogiendo la bicicleta con 40 grados, pero también sigo preguntándome siempre el porqué de las cosas. Solo sé que no sé nada, como decía Platón. Y añado: pero ustedes tampoco. Todo es un misterio. El big-bang está muy bien, ¿pero de dónde salió esa materia comprimida?"

Al final, concluye, todo se reduce a poder y a dinero. "El poder es dinero y eso es lo único que prima. La inmensa mayoría es pobre, la riqueza la tienen cuatro, y lo que hacen es lavar el coco para coger el poder con los votos de la gran mayoría. No hay partidos de obreros, es coger el poder, colocarnos todos y el pueblo... Me indigna que con las necesidades que hay se le dé millones de euros a un analfabeto por darle patadas a una pelota. La culpa no es de ellos sino del público que llena los estadios y se gasta el dinero y a lo mejor no tiene ni para comer. La gran mayoría son borregos, en la religión, en la política y en el fútbol. No se cómo se permite eso".¿Separatismo catalán? "¿Con quién va a jugar el Barcelona tanto que gusta allí el fútbol, con el Tarrasa?".

"En Jerez hay mucho racismo en el flamenco. Me ha costado muchos años que me reconocieran y me han reconocido sobre todo a través de los alumnos que han salido de aquí"

A su edad, no niega tener todavía cierto miedo al fracaso: "Se tiene siempre pero la vida hay que vivirla". "Si lo piensas, coges depresión. Hay que pensar en la música, en mis buenos amigos y buenos alumnos. Nunca he sido una persona prepotente, me considero muy sensible, romántico, cariñoso, respetuoso, culto... para mi eso es lo más importante de una persona. En Jerez hay mucho racismo en el flamenco. Me ha costado muchos años que me reconocieran y me han reconocido sobre todo a través de los alumnos que han salido de aquí". 

Casi olvidado en su vetusto refugio, esperando ese homenaje que rara vez llega en vida, y entregado a su pasión, este genio infatigable volverá a subirse a su bicicleta de montaña para aparcar las clases y descansar en la sobremesa. Y luego volverá a su academia. Y volverá a tomarse un vaso en el Guitarrón y a levantarse a la mañana siguiente con algo nuevo rondándole la cabeza que quizá olvide o no llegue a nada. Porque en el crepúsculo de su vida, Balao sabe que la existencia es continuo ensayo y error. Y sabe que tiene todo el tiempo del mundo para ser eterno. Ya dijo alguien que los científicos son gente con suerte, pueden jugar a lo que quieran durante toda la vida. Y recuerda: “No toca mejor el que más corre ni canta mejor el que más chilla".

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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