Una escena del documental 'La Chana'.
Una escena del documental 'La Chana'.

Para Antonio Canales es su bailaora, su maestra, su genio, a la que todos rinden pleitesía. “Nuestra reina del flamenco es la Chana”. Antonia Santiago Amador se crió en un barrio pobre y humilde de Hospitalet de Llobregat. Hija de un almeriense y una cartegenera, fue su tío quien la introdujo al mundo del baile. De él tomó hasta su nombre: “la Chana”, de chanelar, en caló “entender”. La Chana chanelaba y sigue chanelando. Aunque su padre no quería que chanelara... ya que para él, bailar profesionalmente era “insano para una mujer”. No fue el único hombre que se interpuso en la brillante carrera de la Chana. “Tú a callar y a obedecer, porque el hombre así lo mandaba”, recuerda de su expareja.

La Chana, con objeto de abandonar el hogar familiar y de continuar con su carrera artística, se casa a los 16 años con un guitarrista gitano de Santander. “A una persona que solamente está por bailar no le tienes que robar el alma”, se sincera. Para Lucija Stojevic, directora de este vibrante film, “la mujer poderosa en el escenario se yuxtapone a una mujer con las alas cortadas detrás del telón”. La Chana llegó a recorrer el mundo entero, bajo la admiración de figuras como Peters Sellers, que llegó a trabajar con ella, o Salvador Dalí. En Barcelona participó en el tablao Los Tarantos y en Madrid, en Los Canasteros, siendo la favorita de Manolo Caracol. Durante los últimos años de los 60 y durante los 70, su proyección se consolidó en el plano internacional. Sin embargo, el padre de su hija, como ella le denomina, “le robó el alma” en el punto más álgido de su carrera artística, llegando a estar siete años sin bailar y dejándolas a ella y a su hija en la estacada.

“Era el único sitio donde yo me podía sentir libre, porque sabía que en ese sitio, la dueña era yo. Mientras que yo estaba bailando, decía: ‘esta soy yo’”. La Chana, que en los años anteriores aparecía en las carteleras bajo La Chana presenta, regresó a los escenarios a los 38 años con La cumbre flamenca en la segunda mitad de los 80, dirigida por Paco Sánchez, y compartiendo cartel con Antonio Canales, Carmen Cortés, Cristóbal Reyes y Juana Maya. “Yo tiro pa’lante”, se dijo. Su historia nos habla de fuerza, de espíritu de lucha, de vitalidad. Sobreponerse con el baile como vía de escape. Félix, su esposo, un pescadero payo con quien se casó en los 90, sobre el flamenco “algo sabe”. Ella con él sabe lo que es paz.

Stojevic construye un relato de la Chana en base a sus experiencias artísticas y emociones personales más íntimas. La Chana, que durante un tiempo “se escondió bajo el telón de los escenarios”, se desnuda ahora ante el espectador. La película, sensible, delicada y elegante, no solo habla de su carrera, de su obra y de lo que la Chana tuvo que pasar, sino que habla sobre lo que ella es hoy con un tono cercano y en un ambiente familiar que llena y conmueve. “Félix, me han llamado del teatro y me han pedido si puedo intervenir...”. “Yo en eso no mando, el ‘sí’ ya lo tienes...”. La Chana cumple esta nochebuena 71 años. Su artritis le impide bailar como antes. Sin embargo, ella sigue apareciendo por los escenarios (y con buenas críticas). “Chanelarse” con el baile pese a todo.

La Chana, dirigida por Lucija Stojevic puede verse el viernes 17, el sábado 18, el domingo 19 y el miércoles 22 en la sesión de las 20:00 horas en Yelmos Cine Área Sur, Jerez. La película está nominada a los Premios del Cine Europeo.

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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