La historia de Guillermo Gutiérrez Macias, Guille, un joven malagueño de 16 años, es una historia real de lucha, superación y esperanza. Con cinco años le diagnosticaron un cáncer óseo (sarcoma de Ewing) que, entre las consecuencias, le llevó a sufrir la amputación de una pierna. Pero, a su corta edad, su batalla no finalizó derrotando a la enfermedad. Y es que Guille también se tuvo que enfrentar durante años a la violencia escolar. Ahora, un documental, Diario de un viaje, recoge en forma de homenaje su valentía, sus sueños –como el de ser chef–, el poder transformador del amor y la fuerza del apoyo incondicional.
Nunca dejó de creer
Un documental dirigido por Antonio Martín y producido por Essential Films Productions+ que recoge la impresionante historia de resiliencia de este joven. En este mundo de influencers que no aportan absolutamente nada, de youtubers que gritan desesperadamente en busca de likes, el relato de supervivencia de Guille es todo un ejemplo para la sociedad.
"Ahora valoro el tiempo que paso con mis amigos, con mis familiares, el esfuerzo que hago para echarle ganas a la vida, el esfuerzo que hago para sacar adelante algo que quiero hacer. En el futuro me gustaría que me recordaran como alguien que nunca dejó de creer, de confiar y esforzarse, ni de luchar por lo que estaba pasando", comenta Guille al inicio del referido documental.
Su padre también ha hablado sobre la historia de su hijo y de la familia: "La vida se ve muy cómoda desde el sofá sentado, hasta que no te pasa a ti. Cuando te pasa a ti, tienes que reaccionar, levantarte del sofá y ver la vida desde otra perspectiva. Quienes piensan que la vida de Guille es fácil, tenemos que luchar contra las barreras arquitectónicas y contra gente que no ve bien que pongamos reclamaciones por algo que corresponde. A todos los que piensan que nos gusta hablar, lo hacemos por Guille y por los niños que al fin y al cabo sufren problemas, bullying, y tienen que luchar su día a día contra muchas cosas".
Más dolor que el cáncer
Por si no fuera poco con haberse entrenado a un cáncer infantil, Guille tuvo que combatir contra compañeros que le insultaban y acosaban. Su madre reconoce que el bullying fue más difícil de asimilar y superar que el propio cáncer: "Me rompí. El cáncer fue duro, la amputación fue dura, todos los momentos, las operaciones de dolor, fueron duros, pero ahí no era lo que había tocado”.
Su padre, al respecto, añade: "Te sientes impotente. ¿Cómo le ayudas? La única forma de ayudarlo es cambiarlo de centro, mudarte, irte, que no lo vean. Es algo que no puedes evitar. Van por la calle, viven en el mismo barrio, entonces es algo que no puedes evitar. Te encuentras de manos atadas porque no puedes hacer nada tal y como está la ley”.
A su madre le dolió mucho que Guille no hubiera contado antes en casa el problema que tenía en el colegio: "Estuvo sufriendo tanto tiempo, cuando podíamos haberle ayudado mucho antes y haberle sacado de ese infierno". Sobre esto, Guille afirma que "no es tan fácil contarlo, ya que tienes ese miedo a estar solo”.








