Una mañana en el Zoo, entre un flamenco herido y mil tareas: "Aquí no se viene a divertirse con los animales"

El Zoobotánico de Jerez destina buena parte de sus recursos a la conservación de fauna amenazada y a la recuperación de animales enfermos, lisiados o accidentados, situándose a la vanguardia de los principales zoos europeos. lavozdelsur.es pasa un día con Íñigo Sánchez y Mariano Cuadrado, dos de sus biólogos conservadores

Una mañana en el Zoo, entre un flamenco herido y mil tareas: "Aquí no se viene a divertirse con los animales"
Una mañana en el Zoo, entre un flamenco herido y mil tareas: "Aquí no se viene a divertirse con los animales" MANU GARCÍA

Íñigo Sánchez ha dedicado gran parte de su vida a las labores de conservación del Zoobotánico de Jerez. Después de 24 años trabajando en la institución, este biólogo conoce a la perfección las especies que habitan en él, así como los proyectos de reproducción, recuperación, reintroducción y conservación que se llevan a cabo en sus instalaciones. Para él, este lugar es mucho más que un centro de exhibición.

“Hay que desterrar la idea de zoo como lugar donde uno va a divertirse con los animales”, explica. “Ya no tiene sentido la antigua filosofía de mantener animales para que la gente se entretenga”, asegura convencido. En sus palabras se aprecia el grado de implicación de este biólogo con la labor que realiza. “La gente que tiene ese concepto de nosotros, es porque nos mira desde el desconocimiento. Está claro que no todos los zoos no son iguales, desde luego, pero en general existe esta tendencia a ser centros de recuperación y conservación”. 

Íñigo Sánchez, en el Zoobotánico de Jérez.
Íñigo Sánchez, en el Zoobotánico de Jérez. MANU GARCÍA

Hasta el zoo de Jerez llegan ejemplares de todo tipo decomisados (es decir, requisados por las autoridades por tenencia ilegal) o rescatados por técnicos del Seprona o de otras unidades de la Guardia Civil, que, sin la ayuda inestimable de los biólogos y los veterinarios de esta institución, no lograrían sobrevivir. Así sucedió hace apenas unas semanas con un buitre rescatado en el mar que estuvo a punto de morir y que consiguió recuperarse gracias a las atenciones recibidas en el zoo.

“La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, que es la principal autoridad mundial que hay en la materia, dice que los zoos son claros aliados de la conservación de las especies, y eso es lo que tratamos de hacer aquí, dentro de nuestras posibilidades. De hecho, somos uno de los zoos de España con más programas europeos de conservación”, asegura Íñigo.

Una nutria europea en el zoo.
Una nutria europea en el zoo. MANU GARCÍA

La singularidad e importancia de la colección del Zoobotánico de Jerez radica en el gran número de especies amenazadas que alberga. En este sentido desarrolla una serie de proyectos de reproducción en coordinación con los principales zoos de Europa. Estos proyectos, denominados EEPs, basan sus actuaciones en conseguir poblaciones viables de cara a su futura reintroducción en sus hábitats naturales. Actualmente, el Zoo participa en casi 40 proyectos EEPs.

Ínigo, que además de un biólogo apasionado es un excelente divulgador, enumera con orgullo algunos de los proyectos de reproducción y cría que ha llevado a cabo la institución, entre ellos, el de especies como el buitre negro, el alimoche, la nutria europea, el caballo de Przewalsk, el ibis eremita, el tapir terrestre, la gacela dorcas o el avestruz del Sahara. 

Un lince ibérico, especie que conserva el zoo.
Un lince ibérico, especie que conserva el zoo. MANU GARCÍA

A pesar de trabajar con tantos animales y con tantas especies distintas, este biólogo recuerda con precisión las historias particulares de cada uno de ellos: “Por ejemplo, hubo un alimoche, nacido aquí en el zoo, que soltamos en Italia con su transmisor. Durante la migración, cruzó bien el Mediterráneo y estuvo varios meses en Níger. Luego, en Navidad, perdimos la señal y dedujimos que había muerto. Nos dió mucha pena, porque son una especie muy difícil de criar y, aunque nunca los tratamos como a una mascota y, por tanto, no trazamos con ellos ese vínculo tan personal, siempre tenemos la ilusión de saber que están por ahí, en su hábitat, y que les va bien”.

Un alimoche recuperado por el zoo.
Un buitre recuperado. MANU GARCÍA

Mientras atiende a la vozdelsur.es, íñigo aprovecha para visitar a un flamenco herido que fue rescatado en la salina de Cetina en un estado muy delicado de salud: se había roto el ala al chocar contra un cable de la luz. “El flamenquito parece que está un poquito mejor”, le cuenta, más tarde, sutilmente emocionado, Íñigo a su compañero del departamento de Conservación, Mariano Cuadrado. 

Entre los dos, llevan el control de todas las especies que pasan por el zoo: “Aquí [señala su ordenador] nosotros tenemos un registro de quién nace, quién muere, quién es hijo de quién… Además del historial de cada animal, para poder atender sus necesidades particulares”, explica Íñigo. “Somos los conservadores, como en una pinacoteca o una hemeroteca: nuestra labor es cuidar la colección de animales y plantas, ponerla en valor y estar pendiente de ella”, precisa Mariano.

Íñigo y Mariano en el departamento de Conservación.
Íñigo y Mariano en el departamento de Conservación. MANU GARCÍA

Además de los proyectos llevados a cabo dentro de la propia institución, el zoo de Jerez, como muchos otros centros europeos, realiza labores de conservación “in situ”, es decir, en espacios naturales externos. “Muchas veces, los zoos aportan dinero y recursos para que se llevan a cabo proyectos en los propios espacios naturales, donde los animales viven en libertad, pero necesitan de una labor de conservación”, subraya Íñigo. “Nosotros hemos realizado proyectos de este tipo en los montes de Cádiz, por ejemplo, conservando el agua de las charcas para que puedan seguir viviendo en ellas las distintas especies de anfibios”.

Mariano asiente: ”Ahora tendemos más al zoo como un centro de conservación, pero con una patita fuera de él, o sea en la naturaleza; y todas nuestras acciones van enfocadas en ese sentido: en conservar lo poco que nos queda, y en educar en ese punto de vista, en instruir a la gente para que comprenda lo importante que es cuidar de los espacio naturales y de las especies que en ellos habitan”.

El flamenco herido en proceso de recuperación.
El flamenco herido en proceso de recuperación. MANU GARCÍA

Sin embargo, hay proyectos de conservación que necesitan mantener en cautiverio a distintas especies para favorecer su reproducción y evitar su desaparición. Es ahí donde también juegan un papel importante instituciones como estas. Íñigo y Mariano defienden que los animales del zoo que, por distintas razones, permanecen en cautiviero, tienen también una vida digna.

“Nosotros hemos hecho estudios para medir el estrés en nuestros animales a través del cortisol, que es la hormona que producimos cuando sufrimos, y es muy curioso: durante el programa de cría de linces, por ejemplo, se midió el estrés de los que estaban en cautividad y después de otros que estaban en Doñana en libertad, y los del campo estaban mucho más estresados, porque tenían que enfrentar muchos factores de riesgo para sobrevivir. Ojo, eso no es una justificación: no hay que coger los animales de su medio natural y mantenerlos en cautiverio para que estén menos estresados, pero sí hay que ser conscientes de que si los animales están en cautiverio con una misión, como es un programa de recuperación para conservar la especie, no están sufriendo, ni lo están pasando mal”, concluye Íñigo.

Niños recibiendo una charla educativa en el zoo.
Niños recibiendo una charla educativa en el zoo. MANU GARCÍA

Gracias a la labor de estos biólogos y del resto de su equipo, el Zoobotánico de Jerez contribuye así a la conservación y protección de multitud de especies animales que se encuentran amenazadas o en peligro de extinción, convirtiéndose en una institución que va mucho más allá de la simple exhibición de sus ejemplares.

Sobre el autor:

Marta Sánchez Gento.

Marta Sánchez Gento

Titulada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Granada. Empecé escribiendo en varias revistas de flamenco y en suplementos culturales, y fui becaria en el Instituto Cervantes de Madrid y de Toulouse. Recibí una beca Iberoamérica para estudiar durante un semestre en la Universidad de Buenos Aires y allí conocí otras formas de hacer periodismo. He formado parte del equipo de Contenidos de Bodeboca y de su Magazine Vignerons, y también he puesto voz al programa 'Entre tu orilla y la mía' de Radio Corazón Tropical.

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