Pepe Baena, el gaditano que retrata la cotidianidad: "Mis niños se pican por ver a quién pinto más"

El pintor, en el cénit de su carrera artística con numerosas exposiciones, premios y reconocimientos, descubrió su estilo pictórico haciendo bodegones costumbristas contemporáneos, con caballas frescas, tapas de pescaíto frito y tortas de Inés Rosales con colacao

Pepe Baena posa con sus dos últimos cuadros para lavozdelsur.es tras la entrevista con este medio.
Pepe Baena posa con sus dos últimos cuadros para lavozdelsur.es tras la entrevista con este medio. MANU GARCÍA

Enumerar los premios de Pepe Baena (Cádiz, 1979) es casi imposible, pero también innecesario. Este pintor gaditano, que estudió Imagen y ejerce como cámara en el servicio de vídeo de la Diputación de Cádiz, quiere huir de la etiqueta "autodidacta" porque reconoce no "haberse instruido por sí mismo", tal y como recoge la RAE sobre este término. Sin embargo, su meteórica carrera hace pensar a cualquiera que algo de autoinstrucción debe tener.

"Si es por no ir a la Facultad, sí. Hice Imagen y Sonido en La Granja —IES de Jerez—, pero al final das clases con un pintor y otro y vas aprendiendo. Lo que empezó como un hobby, ahora es mi segundo trabajo", explica a lavozdelsur.es en su estudio de la calle Cobos de Cádiz. El espacio sorprende nada más pasar por delante. Unas grandes cristaleras dejan entrever todas sus obras y la propia creación del artista haciendo de su estudio mitad lugar de trabajo mitad galería. "Ahora estoy preparando una exposición que voy a hacer en la Sala Rivadavia en noviembre", cuenta mientras señala algunas de las escenas familiares que retrata con tres claros protagonistas: sus hijos Sara, Pepe y Mateo. 

La 'bisnonna' italiana con sus niños, detrás del pintor gaditano.
La 'bisnonna' italiana con sus niños, detrás del pintor gaditano.     MANU GARCÍA
El pintor Pepe Baena señala un detalle de una de sus obras.
El pintor Pepe Baena señala un detalle de una de sus obras.     MANU GARCÍA

La sorpresa, tanto para colegas pintores como para quienes no lo son, reside en su corta carrera y su amplia proyección. Pepe empezó a pintar más o menos cuando nació su hija Sara, que ya tiene 12 años. Cuando nació Pepito —ahora con 8 años— ya ocupaba un hueco entre las nuevas promesas del arte gaditano, y cuando Mateo hizo lo propio —hoy tiene 5 años—, ya acumulaba bastantes premios.

"Empecé a pintar cuando tenía 31 y ahora tengo 44. Sí que comencé, más o menos tarde... De pequeño siempre te gusta el arte, la pintura. En mi familia nadie pintaba y a mí lo que más me gusta es retratar a la familia, lo que me rodea, los bodegones de las cosas que veo", explica.

A su lado, posa con un retrato familiar en el que pinta a la abuela de su mujer, de nacionalidad italiana. "Es la bisnonna de los niños. Cada vez que vamos a Údine —su ciudad natal—, me encanta. Hay escenas también allí, en Italia hay algo que me gusta mucho", dice. Tal vez se refiera a esa cotidianidad que refleja maravillosamente en su obra y que no es exclusiva de su entorno más inmediato en Cádiz.

Así, Pepe lo mismo puede pasar de pintar el carnaval callejero entre las calles del barrio de La Viña a retratar a sus suegros en Italia, o a un cubano en La Habana algo pasado de ron. "Fui con un amigo mío a Cuba en marzo. Ese que pinté se estaba cayendo, luego tengo ahí su frigorífico, los gatos y a él en un retrato", señala. Tres escenas cubanas, a modo de tríptico separado que en vez de contener pintura flamenca, recoge la realidad de un momento único por el autor que lo presencia. "La gente se creía que era un bar de La Viña". He ahí el secreto.

Pepe, que empezó con paisajes —"lo típico"—, evolucionó hacia los retratos pasando por los bodegones, lugar donde empezó a explorar su propio estilo. "Me salían cosas diferentes, empecé a reconocerme con temas como los de los pescados. Luego, retrato figuras y escenas, que es lo que más me gusta y también es lo más difícil. En un niño una pincelada de más se nota, pero en una caballa se te va el pincel y no pasa nada", cuenta. Algo similar sucede con los colores, como el de la piel y la carne, más complicados de conseguir.

Una escena cotidiana de La Habana, que bien pudiera ser en el barrio de La Viña.
Una escena cotidiana de La Habana, que bien pudiera ser en el barrio de La Viña.     MANU GARCÍA
Escenas cotidianas y el 'Selu', entre los retratos del carnaval.
Escenas cotidianas y el 'Selu', entre los retratos del carnaval.     MANU GARCÍA

Hay quien lo enmarca en el realismo o el costumbrismo, colocándole el añadido "del siglo XXI". En sus propias palabras, se define como pintor figurativo y realista con un predilección por la pintura antigua de genios como Velázquez y Goya, pero también de contemporáneos como el manchego Antonio López, cuyo certamen ganó hace unos años y quien le dedicó un cuadro que dice "pintas muy bien".

"A él lo que le gusta más son los retratos de mis niños", dice. Unos retratos que a diferencia de otros encargos hace despreocupado y con mucho gusto. "Eso es como todo en el trabajo, ¿no? Cuando pintas un encargo, te cuesta. A mí me gusta pintar lo que me gusta, hay veces que me enseñan una foto y digo que no lo hago porque no voy a poder hacerlo", responde. Luego, está la propia libertad del artista, que puede verse cohibida cuando no es para sí mismo sino para otro.

"¿Ves ese (cuadro) grande de la barbacoa? Es mi padre. Tú lo ves desde aquí y parece que lo es, pero te acercas y no tiene ni ojos. A él no le gusta su cara, pero a mí me da igual y así se lo dije. Es lo bueno que tiene queno sea un encargo, a mí me encanta", ríe. Caso aparte es el de sus propios niños, que van creciendo y se preguntan entre ellos las preferencias de su propio padre: "Se pican entre ellos por ver a quién pinto más".

Tortas de Inés Rosales con colacao

En redes sociales, la pintura de Pepe Baena traspasó hace unos años las fronteras de artistas y aficionados a la pintura. Unos bodegones contemporáneos en los que retrataba los avíos del puchero tras comprarlos en un supermercado, o escenas cotidianas en bares y su propia casa, como caballas frescas, pescaíto frito, cañas, tapas gaditanas o meriendas de chocolate con churros. "Las he vendido todas", dice. 

Uno de los cuadros 'estrella' de Pepe Baena hecho postal.
Uno de los cuadros 'estrella' de Pepe Baena hecho postal.    MANU GARCÍA
Visitantes en la galería-estudio de Pepe Baena contemplando la obra de su padre cocinando en una barbacoa.
Visitantes en la galería-estudio de Pepe Baena contemplando la obra de su padre cocinando en una barbacoa.    MANU GARCÍA

La viralidad fue tal que por uno de los cuadros le llamó la dueña de Inés Rosales, que se lo compró y ahora lo expone en la fábrica de tortas que tienen en Huévar del Aljarafe. Tampoco le dejó indiferente la llamada de una editorial de libros de texto —SM— para incluir la obra del colacao en un libro escolar de 4º de ESO. "No tengo ni idea de cómo lo utilizarán... me pondrán como ejemplo de bodegón contemporáneo. Lo único que espero es que me envíen una copia", ríe con humildad ante el éxito que ha tenido en los últimos años. 

En el estudio que comparte con su pareja —restauradora de profesión, que da clases a niños en este mismo espacio—, pasa la mayor parte de las tardes y los sábados, días en los que aprovecha que no trabaja para levantarse temprano y ponerse manos a la obra. "Por las mañanas estoy en Diputación trabajando y por las tardes vengo. Cada día viene gente distinta; la semana pasada vino una inglesa y se llevó un retrato de Sara... en agosto he estado de vacaciones y pasaba todo el tiempo entre los cuadros", reconoce. Nosotros nos vamos y él seguirá aquí, esperando a quien quiera hacerle una visita, bien sea para comprarle una de sus obras o para ver cómo las crea sin filtro alguno... como su pintura. Pepe al descubierto, ante su obra y ante su público. 

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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