Los días de confinamiento en 2020 sirvieron como germen de un buen puñado de proyectos artísticos y creativos, de personas que ante la falta de ‘experiencias reales’ generaron alternativas. Si Pepe Gómez en Proyecto Lázaro se imaginó mediante el collage una nueva Semana Santa; Alfredo Rodríguez comenzó a dibujar dos de los elementos que más se echaron de menos en aquella época: los paseos y los bares. De esta manera, empezó una serie de paseos a través del dibujo, en los que empezó a pintar fachadas de bares.
Muchas personas comenzaron a mirar la ciudad de otra manera desde aquel marzo de 2020, levantando la mirada y fijándose en detalles que habían pasado inadvertidos hasta entonces, bien por las prisas del día a día o bien por la enorme cantidad de estímulos visuales.
Alfredo Rodríguez, sevillano y dibujante por vocación, inició un recorrido por las calles de Sevilla, prestando especial atención a los bares: “Siempre me ha gustado mucho dibujar y empecé cosas de temática cofrade a raíz de unas fotografías de mi hermano publicadas en la revista Nazarenos. Durante la pandemia, se me vino a la cabeza los edificios que no estábamos viendo”, explica Alfredo.
“Me dio por fijarme en las fachadas de los bares, que todo el mundo echaba de menos”, continúa. Desde este momento, empezó a hacer fachadas originales por encargo, con el objetivo de conservar en papel las fachadas históricas de Sevilla, muchas de ellas en peligro de perderse para siempre. “La idea es seguir dibujando rinconcitos de Sevilla”, relata.
Esta colección cuenta en la actualidad con 47 fachadas, entre las que destacan bares como El Vizcaíno, El Tremendo, Casa Eme, La Fresquita, El Rinconcillo o la Antigua Bodeguita El Salvador. También ha dibujado algunas otras fachadas de monumentos o teatros, como La Maestranza o El Falla de Cádiz.
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