"Ya sólo quedamos dos, ese de allí y nosotros", señala Charo sin apenas moverse de su silla. Es miércoles, Cádiz está invadida de turistas, navegantes de grandes cruceros atracados en el puerto como cada día, de dos en dos.
Esos caminantes de colores llenan la terraza contigua, La Marina, hacen cola en la freiduría Las Flores. Curiosean en Decathlon y las tiendas de recuerdos. Sacan fotos de la neomudéjar sede de Correos, del mismo color que el Gran Teatro Falla.
El ambiente pasa de largo por las floristerías abiertas. Sólo quedan dos activas entre los siete puestos de estructura metálica instalados en la célebre, legendaria y popular plaza de Las Flores (Topete, en realidad).
Cuando se le pregunta a una de las últimas mujeres que atiende, ya septuagenaria, se encoge levemente de hombros y da una razón basada en la experiencia: "No pasa nada. Lo de siempre. Los que tenían los puestos se jubilaron y nadie quiso cogerlos. Los convierten en trasteros", dice con la calma de la que ha visto lo mismo varias veces.
Con la falta de relevo generacional como primera causa, a falta de conocer otras posibles, la realidad es que un enclave cantado cada carnaval y transitado a diario, instalado en la memoria de todos los vecinos, languidece en su apartado floral pese a ser uno de los enclaves fundamentales del Cádiz más turístico y tradicional.
A falta de saber si es una pena o simple fruto de los tiempos, la plaza Topete se marchita en su función como floristería, la que le dio sobrenombre. Ni la cuarta parte de los establecimientos instalados, y concedidos, cumple ya con esa función.
El resto, cinco de siete, aparecen cerrados. En algunos casos, como dice la superviviente de la floristería, son utilizados como trasteros y almacenes de los negocios de hostelería circundantes.
A través de las cristaleras sucias, donde antes había claveles, rosas y gladiolos, ahora se ven sillas apiladas y sombrillas cerradas, todas con marcas y logos publicitarios. La realidad dice que para eso han quedado, algunos, de los viejos puestos de flores. El resto, simplemente, está vacío.
Plan urgente en dos fases
La situación no es nueva. Es progresiva. Hace más de diez años que las floristerías comenzaron a cerrar pero la imagen que producen ahora, teóricamente triste y decadente, ha llegado hasta el pleno municipal.
El grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Cádiz presenta una moción para su debate en el próximo pleno en la que se pide al equipo de gobierno un plan de actuación urgente para "mejorar y embellecer" la plaza de Las Flores.
"Es deber del Ayuntamiento velar por el correcto mantenimiento. Esto va más allá de un simple lavado de cara, exigimos una gestión que recupere su dinamismo y vitalidad"
"El estado de la plaza no se corresponde con su relevancia. Los quioscos cerrados dan una imagen de abandono y dejadez que desluce el conjunto. Es especialmente grave por tratarse de uno de los espacios más emblemáticos y de mayor afluencia del centro, un punto neurálgico para la vida social, comercial y turística de Cádiz, un lugar de tránsito continuo".
La propuesta socialista elevada al próximo pleno reclama dos acuerdos concretos. El primero sería el diseño de ese plan de actuación integral urgente. Y, segundo, que dicho plan contemple como medida prioritaria la recuperación de los quioscos ahora cerrados o convertidos en trasteros y almacenes.
El portavoz socialista Óscar Torres pide al gobierno municipal "las gestiones administrativas oportunas para asegurar su reapertura y funcionamiento".
"Es deber del Ayuntamiento velar por el correcto mantenimiento y el máximo aprovechamiento de sus espacios públicos. Esto va más allá de un simple lavado de cara; exigimos una gestión activa para que la plaza recupere su dinamismo social y su vitalidad económica".