De talante tranquilo. Así se define a sí mismo Carlos Quevedo Rojas (Prado del Rey, Cádiz, 1980). Este reconocido profesor y arquitecto salió a la palestra mediática hace unos años por la consolidación del castillo de Matrera, una fortificación de origen andalusí ubicada en Villamartín que estaba a punto de desprenderse. Quevedo, que reside en Cádiz, lleva el estudio de arquitectura Carquero y participa en el grupo de investigación de la Universidad de Sevilla Acción Patrimonial: Arquitectura, Lugares, Turismo y Género (HUM1050), es un reconocido profesional en el ámbito de la arquitectura, con premios nacionales e internacionales.
"La polémica fue algo superficial, no sé qué la desató... lo que depende de mí era el proyecto y lo redactamos de la mejor forma posible. Con el tiempo ha calado en la sociedad y hay más aceptación del castillo", explica durante un paseo con lavozdelsur.es por el centro histórico de Jerez, donde ha participado en las XXVII Jornadas de Historia, dedicadas a las torres medievales del entorno de la ciudad. "Sabíamos lo que hacíamos y habíamos puesto mucha ilusión. No suelo ver las redes sociales, me preocupaba mi trabajo pero no lo que se dijera allí ni la repercusión mediática", aclara el arquitecto, que ha ofrecido en el museo arqueológico una ponencia sobre la metodología y procedimiento de intervención en el patrimonio histórico.
"Es algo complejo. Quería centrarme en los criterios de intervención en patrimonio arqueológico y la metodología proyectual basándome en la arquitectura defensiva de Jerez. Para ello hablo de los criterios de restauración en las cartas internacionales, la normativa autonómica y dos casos de referencia", comenta. Los casos de estudio son la restauración del ámbito de las torres Sant Francesc y Pardala del castillo de Morella, en Castellón, y la consolidación de la torre del homenaje del castillo de Matrera.
Para la mayor parte de la opinión pública, es difícil acceder a los pormenores de a la arquitectura y la conservación del patrimonio histórico-artístico. Y tal vez, apunta Quevedo, sea el motivo por el cual hubo una polémica mediática alrededor de la fortificación de Villamartín. "El resultado podrá parecer contemporáneo pero no lo es. Realmente es una consolidación estructural masiva para evitar un riesgo de colapso que prácticamente era evidente. El acabado es el que tenía originalmente el castillo", explica sobre una intervención con la que ganó el International Architecture Award de Nueva York y el International American Architecture Prize de 2016, entre otros. Un año antes, Quevedo se llevó el Premio Nacional de Urbanismo por su trabajo de investigación sobre Las poblaciones de colonización del s. XVIII y su caso específico en el municipio de Prado del Rey (Cádiz).
El arquitecto hace referencia al concepto de la doble polaridad de la restauración de Cesare Brandi: la estética y la histórica. "La estética es algo subjetivo y la histórica es objetiva. En el resultado hay un antes y un después, pero siempre hay un porqué de cómo se hace en ese momento y edificio concreto y de esa forma", explica, haciendo hincapié en el patrimonio como "palimpsesto". "Un resultado puede chocar estéticamente porque el patrimonio entendido desde un punto de vista superficial se presenta como tal en el momento en el que nos lo encontramos. Sin embargo, un edificio histórico siempre sufe cambios. Hay una serie de elementos que están condicionados por el tiempo", añade, en virtud de otra idea, la del mínimo intervento —la teoría de intervención en el patrimonio—.
Doctor Internacional por la Universidad de Sevilla, Quevedo Rojas pasea por la calle Cordobeses camino de la calle Muro en un entorno por el que parece —en este caso por desgracia— no haber pasado el tiempo. "No me atrevo a valorar una intervención en un entorno como este, no conozco el caso concreto pero tendrá que haber un estudio profundo para ver cómo se aprovecha ese trozo de la muralla a la ciudad en detrimento de cualquier problema urbanístico", responde al ser preguntado por lavozdelsur.es sobre la posible recuperación de 100 metros de la muralla medieval en esta zona. Eso sí, para el arquitecto una de las prioridades es poner el "gran valor etnológico" de intramuros en el centro. "A las ciudades les sucede como a los edificios, se puede respetar el patrimonio pero hay que dotarlas de vida para que no acaben abandonadas ni en declive", explica.
Sin embargo, los usos cambian, como la historia nos ha demostrado a lo largo del tiempo. Con el horizonte del propio Brandi, Quevedo apuesta más por una "acertada postura conservacionista". "Estructuralmente una ciudad tiene que mantener su fisonomía, pero sabiendo que pueden cambiar. Gestionar una imagen, un uso y una vida de los edificios y de las ciudades no deja de ser sensible a los cambios de vida. Por eso es importante la historia de los edificios y las ciudades", dice. La historia pasada y el desarrollo presente y futuro, como atestigua su propio trabajo.
De la Andalucía de frontera a la visita a Torremelgarejo y Gibalbín
El Centro de Estudios Históricos Jerezanos ha celebrado del 30 de mayo al 4 de junio las XXVII Jornadas de Historia de Jerez bajo el título Jerez y las torres medievales de su entorno: historia, arqueología y patrimonio. En el encuentro, el doctor en Arqueología Medieval por la Universidad de Sevilla Luis Iglesias García habló del fenómeno de la fortificación andalusí en Andalucía Occidental —30 de mayo—, mientras que el arquitecto Juan Francisco Molina Rozalem hizo lo propio sobre la estructura territorial de las fortificaciones en la frontera entre Castilla y el Reino de Granada en la Baja Andalucía —31 de mayo—.
Por su parte, los miembros del CEHJ José María Gutiérrez López, director del Museo de Villamartín y Laureano Aguilar Moya, arqueólogo del Museo Arqueológico Municipal de Jerez, abordaron la articulación defensiva de la medina al alfoz de la Sharish almohade —1 de mayo—. El profesor jubilado Agustín García Lázaro visitó las torres del sur de Jerez (Torrecera, Berroquejo y San Cristóbal) junto al resto de compañeros —2 de mayo—, mientras que Francisco Barrionuevo, jefe de unidad del Museo Arqueólogico de Jerez, visitó las torres del norte (Torremelgarejo y Gibalbín) —4 de mayo—.
Las Jornadas, que se desarrollaron en la Sala Julián Cuadra del Museo Arqueológico de Jerez con la colaboración del Ayuntamiento de la ciudad, han cumplido 27 años. En esta edición, el CEHJ ha retomado su formato presencial con objeto de promover la difusión e investigación sobre el patrimonio histórico de la localidad.
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