Melones y berenjenas al sol. En una finca de unas dos hectáreas aproximadamente, crecen verduras “sin rigor mortis” de una tierra que se mima sin plásticos y a base de prácticas sostenibles. En el barrio Jarana (Puerto Real) una pareja apuesta por la agricultura local y ecológica desde hace diez años. Los contaminantes en el campo no tienen cabida en La Jaranita, un terreno donde Joaquín Hidalgo, jerezano de 52 años, organiza y planifica a diario las cosechas de una producción que nace en armonía con la biodiversidad.
Él y su pareja, Berta Alonso, son licenciandos en Ciencias del Mar, pero los senderos de la vida le han llevado a sumergirse en la agricultura, mundo que el jerezano ya conoce desde hace 25 años. “El día a día en el campo no tiene mucho misterio”, dice este productor ecológico que, cuando terminó sus estudios en la Universidad de Cádiz, se mudó a Valencia. Allí estuvo trabajando junto a un agricultor biodinámico, es decir, con un enfoque holístico basado en la naturaleza como un conjunto más allá de las necesidades materiales.
“Llevo emprendiendo toda la vida, he trabajado para otros, para mí, en grupos... la verdad es que he dado muchas vueltas”, comenta Joaquín a lavozdelsur.es mientras pasea entre el cultivo. Tras doce años en tierras valencianas, regresó al sur, donde arrendó una finca. Después fue contratado en un cortijo para aplicar dinámicas de agricultura ecológica durante ocho años. Cuando acabó, decidió iniciar un nuevo proyecto, esta vez, de la mano de Berta, que había estado trabajando como técnica municipal.
Ya llevan una década viviendo de este negocio familiar en el que también está implicada su hija, Julieta, de 11 años, siempre dispuesta a ayudar. Juntos se encargan de sembrar y recolectar verduras de temporada. “Lo que el campo da, aquí no tenemos invernaderos ni nada de cultivo forzado”, dice rodeado de pimientos, tomates y sandías.
La familia tiene muy presente los valores de la agroecología para producir hortalizas auténticas, de las de verdad. “No utilizamos químicos de síntesis, hacemos productos de calidad que no enferman a la gente, tenemos un mínimo de respeto al medio ambiente”, explica Joaquín.
Las verduras recolectadas van a parar a las mesas de 80 familias de la Bahía de Cádiz que forman parte de la asociación Verdura Revolución, un grupo de consumidores ecológicos que comparten las mismas inquietudes, comer sano y local.
"Aquí no tenemos invernaderos ni nada de cultivo forzado"
“Cada semana hacemos una caja con nuestros productos y la completamos con productos de cercanía, fruta, aceite, vinagre, para hacerla más atractiva”, cuenta el jerezano. Así, las familias asociadas, que mantienen también una amistad, se acercan a la finca para recoger las verduras que disfrutarán en sus casas.
“Es bastante complicado asociar a tantas personas en Cádiz para un proyecto sostenible y respetuoso con el medio ambiente que no es de Semana Santa ni Carnaval”, dice el agricultor, que explica que estos grupos de consumo son muy comunes en cualquier parte de Europa. En la provincia, hay algunas iniciativas similares y, cada vez, está más extendido en Andalucía.
En Francia o Alemania, es habitual que las familias se unan para poder adquirir estos productos ecológicos de una forma más barata. Pero, según Joaquín, en la provincia de Cádiz “es complicado por cómo está distribuida la tierra, hay grandes cortijos de propietarios que no dan pie a este tipo de proyectos e históricamente, en Conil o Chipiona hay pequeños propietarios, pero es difícil arrendar tierras por el turismo tan agresivo, los precios son disparatados”.
"Tenemos productos de calidad que no hacen enfermar a la gente"
Las abejas vuelan alrededor de las hortalizas que, además de llegar a estas familias, también son las materias primas de varios restaurantes de la zona. En concreto, La Jaranita trabaja con chefs que buscan productos de kilómetro cero para preparar sus platos. El sevillano Eduardo Pérez, que ganó un Sol por remover la candela en su restaurante Tohqa en El Puerto, se acerca con frecuencia a este terreno tan preciado.
El trabajo de esta familia agricultora también lo valora David Méndez, alma del antiguo Arriate y fundador del restaurante Berdó en Puerto Sherry. “Tenemos muy buena relación con ellos”, dice el jerezano. “El kilómetro cero en el País Vasco o en Francia es el día a día, pero en Andalucía estamos descubriendo ahora las cosas que hemos tenido siempre”, añade desde la finca, la 'oficina', donde hay días buenos y malos, como en cualquier trabajo. Joaquín es consciente de que “ganarse la vida en el campo es bastante duro”, pero, de momento, sigue adelante desde este barrio donde las calles tienen nombres "de juerga" y los turistas llenan un enorme campo de golf.
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