Terror machista

En insoportable que todavía tengas que escuchar a personas, supuestamente bien formadas, despotricando contra el término feminista

Encendido de velas en una concentración contra la violencia de género.
Encendido de velas en una concentración contra la violencia de género. MANU GARCÍA

Lamentablemente hoy, que tenía previsto en esta columna dedicarme a glosar al magnífico nuevo premio Princesa de Asturias de las letras de este año, el escritor francés Emmanuel Carrère, no puedo ni debo hacerlo y abstraerme de lo que es la terrible noticia que ha arrumbado en un rincón cualquier otra. Se trata, como se pueden imaginar, de los abominables asesinatos de tres niñas a manos de su padre, en el caso de las dos hermanas, Olivia y Anna, y Rocío, asesinada por su exnovio. Unas muertes horrendas más propias de películas o novelas de terror, aunque ya sabemos que esas películas o libros lo que hacen es prácticamente un calco de lo que nos podemos en la vida real.

La violencia vicaria, la que se ejerce sobre los hijos para hacer el mayor daño a la madre, la perturbadora muerte de Rocío, descuartizada por el criminal que tenía por novio, el descaro de artistas como el Cigala, saliendo ufano del calabozo insultando a la víctima de su maltrato y en general a las mujeres. Y tantos y tantos casos que, por desgracia, van convirtiéndose en meros números, en mera estadísticas. Pasa como con la pandemia, que estamos habituándonos tanto a las cifras de muertos y contagiados, que al final es como una competición de incidencia acumulada y de porcentajes de personas en UCI. Igual pasa con la violencia o terrorismo machista, todo se queda en un buen puñado de informaciones, más o menos amarillistas, más o menos sensacionalistas, y todas siempre jugando con los números, como los partidos políticos, aprovechando la ocasión para meter sus clips, sus mensajes.

Es repugnante la actitud de algunos que más allá de lamentar los crímenes, faltaría, lanzan sus propuestas políticas a sabiendas que por lo que dicen y en el momento que lo dicen, éstas calan en una población escandalizada y asustada de tanta muerte. Me refiero a las inmediatas referencias a las supuestas condenas a los asesinos, a ese discurso transversal de los que no creen que exista un terrorismo machista, que reducen toda la solución a un aumento de las penas a los asesinos. Eso es todo para ellos.

Ayer estuve escuchando a la fiscal encargada de la violencia de género en la radio, e independientemente de que mi opinión sobre como se tratan judicialmente estos temas, creo que daba algunas recetas interesantes, herramientas para el abordaje de esta violencia desde la prevención, que es lo realmente importante. Lo que pasa después, y ocurre a menudo, es que tienes que leer, y es insoportable, algunas sentencias en asuntos tan terribles como violaciones, abusos sexuales de todo tipo, las famosas manadas, y te das cuenta que en todas las instancias, judiciales incluidas, aún no hay una percepción clara de esta desgracia, todavía se confunden los términos y como resultante tenemos una sociedad que es capaz de buscar atenuantes ante cualquier conducta por repugnante o terrorífica que sea esta ¡total si hasta los jueces lo hacen!

Nadie tiene la fórmula, pero todos podemos saber el camino: educación, igualdad, libertad, respeto…Hubo un tiempo en el que incluso en los colegios había una asignatura que se llamaba Educación para la Ciudadanía, la cual, entre muchas cuestiones, trabajaba en los niños esos valores tan necesarios como son los del respeto, la igualdad, los derechos y todo aquello que nos hace merecedores del apelativo de ciudadanos, y no por vivir en ciudad. Lamentablemente, esos valores no son compartidos por todos, y los que hoy piden no se cuántas cadenas perpétuas y hacen como si se rasgaran las vestiduras, son los mismos que niegan a las mujeres, niegan la igualdad, niegan la solidaridad, en definitiva niegan cualquier posibilidad de que las mujeres, y sobre todo aquellas más vulnerables, sean consideradas iguales en derechos, iguales en oportunidades.

En insoportable que todavía tengas que escuchar a personas, supuestamente bien formadas, despotricando contra el término feminista, desconocedores que son de que este concepto significa lucha por la igualdad entre hombre y mujeres, nada que ver con hembrismo que es otra cosa. Y ese es el problemas, no es que no les gusten las mujeres, es que no les gusta la palabra igualdad, tanto si hablamos de mujeres como si hablamos de inmigrantes, como si hablamos de pobres…eso del ascensor social es para ellos poco menos que bolchevique, que por serlo lo será cualquiera que no opine como ellos.

Descansen en paz esas niñas. Descansen en paz todas las mujeres asesinadas por el machismo terrorista. Ya habrá tiempo de comentar a Carrère.

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