Una de las secuelas de la pandemia, me refiero no a secuelas médicas si no a aquellas que tienen que ver con lo de “la normalidad”, aquello de los modus vivendi anteriores y posteriori a los confinamientos, estados de alarma, escaladas y desescalas…pues bien una de las secuelas es el trastorno de las fechas de celebración de eventos.
Aquí en Cádiz nadie es ajeno a la polémica sobre el carnaval primaveral/veraniego que hemos tenido, y supongo que en otros rincones de nuestro solar patrio también se habrán producido esos cambios, casi siempre polémicos, generadores de unos debates que ríase usted de los de La Clave (José Luis Balbín in memoriam). Las críticas y los críticos no se han hecho esperar, por lo que al carnaval se refiere ha sido como una guerra entre "ya lo decía yo" "ha estado muy bien" "nunca más" y todo en un entorno muy politizado –ahora todo está politizado, incluso lo que se pretende despolitizar–.
Pero ha habido unos cambios de fecha que precisamente porque han salido muy bien, en beneficio de la celebración, han pasado desapercibidos para la crítica, incluso para la positiva, pues ya se sabe que hablar bien de algo no está bien visto, no sería lo políticamente correcto ahora que la corrección es ser incorrecto. Les hablo de la Feria del Libro a celebrar en Cádiz el próximo mes de Julio, un mes atípico para una feria pero que con su ensayo tan exitoso del año pasado, creo que estaba cantado que se fijara definitivamente en fechas de estío.
Tuve la oportunidad de participar firmando mi libro, haciendo alguna reseña de libro en la revista que sacaron e incluso fue jurado de algún concurso. Fue un experiencia muy agradable, sobre todo porque cada día, en esa feria que por lógica comenzaba por las tardes y tenía su apogeo cada noche, las instalaciones en el Baluarte de Candelaria fueron un hervidero de gentes que llenaron cada acto, que fue también éxito para los libreros por las buenas ventas y en definitiva, un beneficio a la cultura de Cádiz en buena mixtura con la fiesta de disfrute veraniego.
El año pasado de la mano de un magistral Juan José Sánchez Sandoval, que consiguió demostrar lo que en un principio era una incógnita: que la feria del libro de Cádiz en pleno verano sería un éxito; y esta edición, coordinada por el experto Alejandro Luque que, por lo ya conocido de su atractivo y exuberante programa, ya auguro un nuevo éxito. Allí estaremos para disfrutarlo.
Es muy estimulante el comprobar como este año, no solo la edición en Cádiz, se insiste en programar un evento de categoría, como auténtica celebración del libro, de los autores, editores, libreros y la cultura en general, San Fernando está cerrando la que en mi opinión, aunque ésta pudiera ser cuestionada por personas con más criterio, está siendo la mejor de su historia, tanto por el nivel del programa exhibido como por la buena organización y participación de la ciudadanía.
Por tanto, podemos decir que estamos de enhorabuena a los que nos gustan estos actos (conozco muchas personas, escritores, agentes culturales de todo tipo, a los que no les gustan las ferias de libros por aquello que queda como muy “in” decir que es un negocio ¡pues en vez de vender tus libros, regálalos!).
Larga vida a las ferias de libros, anímense en cada pueblo para montar la vuestra, leer no es malo para la salud, en todo caso, después de leer varias horas, conviene dar un buen paseíto para estirar las piernas y descansar la vista mirando al horizonte, por ejemplo, a una puesta de sol en este rinconcito del atlántico.
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