Torpeza política

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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Hace unos días, el ejecutivo dijo haber “iniciado el proceso de funcionarización de la plantilla municipal”, una declaración que debe de chirriar a cualquier jerezano.

En política, buena parte del éxito radica en saber controlar los tiempos y las formas. En política y en el conjunto de labores que se desempeñan en la esfera pública. Una idea mal hilada puede desencadenar una reacción negativa letal. Por eso hay que saber bien lo que se dice, cómo, cuándo y para qué se dice. Si no, les puede pasar como al gobierno local del PSOE en el Ayuntamiento de Jerez: que o no sabe decir las cosas, o no sabe qué decir sobre esas mismas cosas. Ya saben las consecuencias, no es la primera vez: descrédito público.

Hace unos días, el ejecutivo dijo haber “iniciado el proceso de funcionarización de la plantilla municipal”. Una declaración que debe de chirriar a cualquier jerezano o jerezana que lo lea. En primer lugar, por no haber oído nunca en la misma frase “funcionarización” y “plantilla municipal” y en segundo lugar, por iniciar algo sin haber planteado que se debata de forma previa entre las partes implicadas. Ninguno de los sindicatos con representación en la plantilla municipal conocía con exactitud qué hay detrás de estas declaraciones del gobierno local que más que ser una declaración de intenciones hablan de un proceso ya “iniciado”. ¿Pero qué se ha iniciado?

En el fondo no se ha iniciado nada, más allá de un torbellino mediático y un malestar entre los trabajadores municipales, un caldo de cultivo nada positivo en una plantilla que ya sabe que es un ERE municipal y que sabe de sobra que las palabras se las lleva el viento. Del “esta es vuestra casa” al “funcionarios todos” en el imaginario colectivo de parte de la plantilla municipal —y de la que ya no lo es— no hay mucho recorrido. No porque se duden de las buenas intenciones del gobierno —o sí, no es cuestión de valorar eso, porque los trabajadores también tienen derecho a dudar—, sino porque así no se hacen las cosas, porque no son ni los tiempos ni las formas.

La polémica está servida. Pero no porque cada vez que se hable de la plantilla municipal haya polémica, que también, sino porque no se puede salir en rueda de prensa a hablar sobre la situación de más de un millar de familias —la primera "empresa" de Jerez— sin haber consensuado antes una mesa de diálogo entre trabajadores y Ayuntamiento. Lejos de lo que el gobierno local vende como oposición al proceso o a su propio gobierno, lo que reclaman y reclamarán los sindicatos y los trabajadores —lo lógico es que todos acaben manifestándose así— es y será transparencia, información y buenas intenciones de cara a un proceso que afecta directamente a sus familias. Y si el Gobierno local quiere recabar apoyos en este particular proceso que dice haber iniciado sin consenso alguno, lo primero que tiene que hacer es recular, hablarle de tú a tú a la plantilla municipal y no volver a caer en los errores del pasado. Explicar su propuesta, la situación, dialogar y consensuar. Porque si sigue adelante por su cuenta, lejos de desrizar el rizo, lo que hará es enrizarlo más.

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